domingo, 20 de mayo de 2012

Jueves a la Mañana (2012)

Hoy, 5 de abril de 2012, estás en un Retiro para jóvenes. ¿Por qué se llama “RETIRO”? Porque muchos jóvenes como vos eligieron este lugar y este momento para retirarse de la rutina, para irse lejos de todo y poder encontrarse con ellos mismos lejos del ruido y así poder escuchar con más atención la voz de Dios. Jesús también se apartaba de la muchedumbre para rezar sólo -lo creía totalmente necesario-. Para esto se iba al desierto.

En este momento te encontrás en TU DESIERTO. Este es el momento para buscar estar sólo, tranquilo, haciendo silencio tanto con el cuerpo como con la mente. Creeme: no hay mejor compañía en el silencio que Dios. Por eso nos ponemos en Su presencia haciendo la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Ahora te invito a que te imagines… llegaste a la estación “Retiro”. Nunca antes habías ido, te sentís medio desorientado. Movimiento, mucha gente que va y que viene, ruidos, desorden. Bajás del tren y empezás a caminar limitado por otros transeúntes que, apiñados, impiden tu paso ligero. Pero no estás seguro a dónde vas. Dudás si seguir o volver. Tu viaje, que empezó varias estaciones atrás, duró más de una hora y te das cuenta de que te encontrás a bastantes kilómetros -lejos de casa-. Sentís inseguridad al estar rodeado de miles de personas que no conocés, aunque tal vez ellos estén en la misma que vos. Estás solo y atento. Pasás el molinete y seguís acercándote hacía la salida. Frenás. De alguna forma, cada rincón te llama la atención. Es todo nuevo para vos. Te permitís mirar y conocer. Imaginabas un poco cómo era por lo que te habían contado y por las imágenes que viste por televisión pero no, no es lo mismo. Mirás para atrás dándote vuelta y recordás todo el camino ya recorrido. Te sentís bien porque llegaste hasta ahí por tu cuenta, pero seguís parado sin saber a dónde ir. Seguir dando pasos para adelante significa arriesgarse a perderse o a perder la seguridad de lo conocido. El hecho es que no sabés qué hacer. Lo único de lo que estás bien seguro es de donde venís. ¿De dónde? ¿De qué lugar? Tal vez de la casa de tus papás o desde lo de un familiar o un amigo. Pero cayendo en la cuenta, estás seguro que conocés y sabés los lugares por donde pasaste tus primeros 16, 17 o 18 años de vida.

Todos estos lugares forman TU VIDA -que es tuya y es de donde venís-. Pero, a la vez, tu vida la compartís también con muchas personas queridas que van pasando cerca tuyo. Hacé memoria…


¿De dónde venís? ¿Te sentís cómodo ahí?

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¿Cómo es este lugar de donde venís? ¿Le cambiarías algo?

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¿Te gustaría haber venido de otro lugar?

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Como ya hablamos, cada día compartís momentos con personas bien cercanas. Algunos están sin que te hayan preguntado y otros pasan por tu vida porque vos los invitás a caminarla juntos.


¿Tenés hermanos? ¿Quiénes son ellos? ¿Y tus papás?                         

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¿Con quiénes te entendés más? ¿Te gustaría llevarte mejor con alguno?

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¿Quiénes son tus amigos/as? ¿Qué cosas compartís con ellos/as?

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¿Estas personas conocen todo de vos? ¿Por qué?

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¿Hay aspectos de vos que preferís no mostrar a todos? ¿Cuáles?

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¿Con qué personas tenés máxima confianza? ¿A qué personas vos les transmitís confianza?

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No hay que ser un sabio para entender que todos somos distintos en algunos aspectos y muy parecidos en otros. Tanto física como mentalmente nos sentimos orgullosos de “esto” y tal vez querramos cambiar “esto otro” de nosotros que no nos gusta.


Si pudieras, ¿qué cambiarías en vos?

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¿Hay algo que te guste hacer más que cualquier otra cosa? ¿Qué es lo que mejor te sale hacer?

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¿Qué es lo que te cuesta más? ¿Siempre fue así?

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¿Cuándo te sentís seguro/a? ¿A qué le tenés miedo?

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¿Hay algo que desees más que nada en el mundo? ¿Hay algo que no te gustaría que pase jamás?

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Cuántas preguntas que sólo vos podés contestar…Durante todos estos años vividos, al mismo tiempo que fuiste creciendo y desarrollando todo lo que hoy sos, te fuiste conociendo. Qué increíble que no haya nadie más que conteste estas preguntas con la misma respuesta que vos. No hay nadie igual a vos, nadie que venga del mismo lugar. Sin embargo hay alguien que te conoce tanto como vos y que podría haber respondido tus preguntas de la misma manera y hasta con más lujo de detalles. Ese es Dios. “Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre, antes que tú nacieras, te conocía y te consagré” (Jer. 1, 4).


Te hago una pregunta que me gustaría que pienses:

 ¿Sos FELIZ en el lugar de donde venís?



Te invito ahora a que te tomes este tiempo para pensar en qué cosas te hacen feliz hoy. Es muy importante para esto que escribas cada cosa que creés que te da felicidad en tu día a día. ¡No te apures! Escribí, tachá, pensá, volvé a escribir. Tiempo tenés, así que aprovechalo para vos.

(No dudes en empezar a escribir atrás de la hoja si llenaste todos los renglones)




Releé esta lista que escribiste hace un ratito, no te quedes con ganas de escribir nada, ¡agrandala si hace falta!


¿Todas estas cosas hacen también feliz a tu mejor amigo/a, a tus hermanos o a tus papás?

Y ahora te redoblo la pregunta: ¿Qué es ser FELIZ para vos?
   

Probablemente hayas pensado algo parecido a lo que se me ocurrió a mí. Cuando la palabra Felicidad se nos viene a la cabeza nos imaginamos ese estado de alegría plena, de total saciedad y de paz -que es el deseo de toda persona-. Podemos asegurar que la búsqueda de la felicidad es propia de cada uno y a la vez compartida, como nuestra meta primera a la que estamos llamados. Sería lo que todos nosotros tenemos en común. Todas las personas con quienes estás compartiendo en grupo buscan ser felices: también tus amigos, tus hermanos, mamá, papá, el vecino de la cuadra, el verdulero, el que inventó el Guaymallén y todas las personas con quienes te cruzás por la calle y que ni siquiera te das cuenta que existen. Conscientemente o no, ellos también buscan la felicidad. Sin embargo, no es tan fácil encontrarla, no es cuestión de que a uno no le pase nada malo sino que es un poco más complejo. Seguramente tengamos más tiempo para seguir pensándolo más adelante, así que por ahora lo dejamos acá.

Qué bueno es poder preguntarse tantas cosas. Lo que hicimos recién fue simplemente subirle el volumen a preguntas que viven dentro nuestro. Hoy hiciste silencio, te animaste a interiorizar, te animaste a conocerte un poco más y a valorar el lugar de donde venís. Dios ama tu vida: dejate abrazar por Él. “Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios” (Mt 5, 8).

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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