¿Estás listo para
otro desierto? Vale la pena, aunque te este venciendo el sueño, el hambre, el
cansancio... Un esfuerzo vale la pena. Anda ahora al encuentro con Jesús con la
seguridad de que es en el silencio en donde mejor lo vas a escuchar. Poco a
poco vas descubriendo la fuerza que tienen el silencio, la oración, la paz...
Fuerza para lograr que sea nuestro corazón el que escuche. Por eso aprovecha
los desiertos, recintos de esa paz que necesitas para disponerte a escuchar.
Acordate siempre que Dios habla en el corazón y hoy quiere que escuches a
Jesús. Por eso lo mejor es empezar poniéndonos en presencia de Dios. En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Finalmente salís de retiro, encontraste el colectivo al que te subís para ir a la facultad en tu primer día. Pagás el boleto o pasás la SUBE, y durante el viaje te hacés millones de preguntas, como con quien vas a cursar, si te gustarán las materias o no, cómo va a ser tu primer día, con que te vas a encontrar, que onda tus profesores, los nuevos horarios. Y te encontrás con que no fue difícil encontrar esas respuestas. Con el paso de los días pudiste despejar de tu cabeza todas esas dudas que te inquietaban, que te incomodaban y hasta quizás te angustiaban, pero que a la vez te intrigaban y así, en esa intriga nacía una búsqueda. Y si te paras mirando por un segundo para atrás, reconoces un camino recorrido. Ya sabes de donde venís y hoy estas viviendo esas inquietudes que, con el vivirlas, se transformaron en recintos de tranquilidad. Pero la aguja del reloj sigue girando, los segundos pasan y en eso que vos planeás estas haciendo solamente una cosa: vivir. Y así como avanza el tiempo avanza algo en el corazón. Es la duda, áspera, pero fructífera. Las preguntas ahora empiezan a ser otras, cuando despejaste la angustia inicial, las primeras inquietudes, te empiezan a acechar dudas más profundas, te empezás a hacer preguntas a las que no alcanza con una vivencia para responder. Ya no vas a conocer a los chicos de tu clase para encontrar la respuesta. Esta vez tenés que indagar un poco mas, tocar un poco más hondo, mover las piedras sólidas de esa construcción que es TU VIDA.
Finalmente salís de retiro, encontraste el colectivo al que te subís para ir a la facultad en tu primer día. Pagás el boleto o pasás la SUBE, y durante el viaje te hacés millones de preguntas, como con quien vas a cursar, si te gustarán las materias o no, cómo va a ser tu primer día, con que te vas a encontrar, que onda tus profesores, los nuevos horarios. Y te encontrás con que no fue difícil encontrar esas respuestas. Con el paso de los días pudiste despejar de tu cabeza todas esas dudas que te inquietaban, que te incomodaban y hasta quizás te angustiaban, pero que a la vez te intrigaban y así, en esa intriga nacía una búsqueda. Y si te paras mirando por un segundo para atrás, reconoces un camino recorrido. Ya sabes de donde venís y hoy estas viviendo esas inquietudes que, con el vivirlas, se transformaron en recintos de tranquilidad. Pero la aguja del reloj sigue girando, los segundos pasan y en eso que vos planeás estas haciendo solamente una cosa: vivir. Y así como avanza el tiempo avanza algo en el corazón. Es la duda, áspera, pero fructífera. Las preguntas ahora empiezan a ser otras, cuando despejaste la angustia inicial, las primeras inquietudes, te empiezan a acechar dudas más profundas, te empezás a hacer preguntas a las que no alcanza con una vivencia para responder. Ya no vas a conocer a los chicos de tu clase para encontrar la respuesta. Esta vez tenés que indagar un poco mas, tocar un poco más hondo, mover las piedras sólidas de esa construcción que es TU VIDA.
Y te preguntas: ¿Es
esto lo que quiero para mi vida? ¿Era esto lo que esperaba? ¿Por qué estoy
haciendo esto? ¿Estoy haciendo esto porque quiero, porque todos lo hacen,
porque mis papas me obligan, porque no me animo a hacer algo distinto o… porque
sí? Entre pregunta y la búsqueda de
respuesta hay un momento interminable que define la verdadera búsqueda de la
felicidad, que consiste en el preguntarte qué es querer y cual es el querer que
va a conducir a ella. Sabemos que la felicidad no es una meta,
sino un camino. Un sabio dijo
alguna vez que la vida es un conjunto de elecciones permanentes. Y
elegir es evaluar entre las posibilidades existentes cual es la más
conveniente, sin perjuicio de que haya más de una que aparente bondad a
nuestros ojos. Es por eso que debemos enfocarnos en el “querer verdadero” y preguntarnos: a que estamos encaminados, que
es lo que esperamos de nuestra vida. Sin
olvidar nunca que este es un llamado de Dios a servir. Y este llamado
implica nuestra vocación. ¿Donde estoy llamado a servir? ¿Dónde me
invita Jesús a ser su voz? Quizás hoy pienso que es en lo que me toca todos los
días hacer. Pero, este llamado, esta invitación a la vida, va más allá. Es un llamado al corazón a amar.
Implica un montón de cosas, de dudas, de inquietudes como las que hoy empiezan
a despertar en tu corazón y que
seguramente a lo largo de toda la vida vayas descubriendo. Incomoda, molesta, inquieta y angustia
remover estas cosas del corazón, de seguro que es exigente, de seguro que a
veces se va a hacer cuesta arriba. No hay que desesperarse nunca. Lo importante
es vivir esto con la certeza de que es una invitación de Dios y no hay forma de
que no llegue a buen puerto.
No es raro que ante
una invitación de Jesús a más, ante la primera exigencia a seguirlo, nos
paralicemos y nos neguemos a dejar todo para seguirlo. Por eso es tan
importante descubrir cual es nuestro “querer verdadero”. Ese es el llamado de
Jesús.
“Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a
los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” Mc 10, 21. Nos
invita como al joven rico a desapegarnos y a liberarnos de todos aquellas cosas
que nos atan, para así VIVIR. Cuando estamos tan ocupados con cosas que no son
importantes, atados a lo material, al último celular, a la última red social, a
la última moda, en fin cuando estamos atados al mundo se nos hace imposible
elegir el “querer verdadero”.
Para llegar a este
querer hay que hacerse preguntas…por eso tomate un rato. Anota todas las
preguntas que en este momento se te crucen por la cabeza. No dejes ninguna
afuera. Animate y preguntate.
Te voy a ayudar por
si sentís que no te salen las preguntas, arranca a partir de acá.
Ya sabemos de donde
venimos, podemos agradecer por ello, pero: ¿Sabemos hacia donde vamos? Hoy vos,
acá, leyéndome, preguntate: ¿Sabes qué queres de tu vida? Más allá de que quieras
un helado porque te pega el sol en la frente ahora, ¿que es lo que esperas de
tu vida?.
Ahora, en la hoja
en blanco que te repartieron en el último trabajo en grupos, anotá TODAS las
preguntas que se te ocurran, deja tu imaginación volar, empezá a mover las
piedras y preguntate…
¡Que importante es
preguntarse! ¿No? ¡Cuanto más te vas a empezar a conocer con el sólo hecho de hacerte
preguntas todos los días! No hace ni falta que encuentres las respuestas, con
el solo preguntarte ya es un primer paso. No te desesperes, seguro que ya
queres responderte todo. Pero, como dijimos antes, estas dudas mas profundas
despiertan cosas del corazón, mueven muchísimas cosas dentro nuestro que necesitan tiempo, oración,
madurez, y no se responden simplemente con vivencias. ¿Por qué? Porque
apuntan a que descubramos cual es nuestro “querer verdadero”. Porque apuntan a
responder un llamado. Porque apuntan a que vayamos formando un camino. Porque
apuntan a descubrir nuestra vocación.
Conocernos nos hace
amarnos. Saber quienes somos nos hace valiosos,
aunque haya tantos momentos de tu vida en la que te quieran pasar por arriba.
De seguro los tuviste, ¿no? Descubrirnos nos impulsa a querer salir al mundo a
dar todo lo que somos. De eso se trata la vocación:
regalar lo que Dios puso en tu corazón a
los demás. ¿Dónde? ¿Cómo? Más preguntas…seguí.
Tomate tu tiempo para conocerte, para de a
poco ir respondiendo a tu corazón que hoy está en llamas. Aprovechalo. Quiere
que te empieces a inquietar, no quiere que este cómodo. Quiere que empieces a
responder al llamado de Jesús a que lo sigas. Ese llamado que va más alla, que
el joven rico no pudo decirle SI. Por eso con todas tus dudas, con todas las
preguntas que te hiciste te invito a ponerlas en las manos de Jesús. Reza pidiendole
que te ayude. Él te esta escuchando y esta dispuesto a ayudarte.
No te paralices
ante las preguntas, necesitan tiempo y silencio, como la semilla, ¿te acordas? Lo único que necesitas es CREER en
ellas. Creer que tienen sentido, que te van a ayudar, que la respuesta va a
llegar, creer que como la semilla va a dar fruto, que tiene potencialidad, que
se va a desarrollar. Se trata de no desesperarse y de esperar contra toda esperanza
lo que haga falta.
Mientras tanto,
mientras descubrís, el “querer verdadero”, no dejes de vivir el hoy, el día a
día. “El ayer es historia, el mañana es un misterio, sin
embargo el hoy es un regalo. Por eso se llama presente.” Vivi el hoy con animo, sin desesperanzarte nunca. Viví el hoy construyendo
el mañana. Viví el hoy teniendo la certeza de que cada cosa que hagas te define
y en esa definición vas descubriendo: quien sos, que buscas, que queres, de que
te vales, de que estas hecho…y muchas otras respuestas. Vivi el hoy con esos
que te rodean, que te ayudan a que te descubras. Con tu familia. Con tus
amigos. Con tus hermanos. Pone en las manos de Dios junto a tus preguntas, tu
hoy y a todas esas personas que construyen tu vida.
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