Es joven el que espera, el que sabe caminar,
el que lucha por el Reino, sin volver la vista atrás.
El que da su mano a otros, el que sabe transformar,
el que es pan para los pobres defendiendo la verdad
QUIERO SER PAN PARA EL HAMBRE
SER EL PAN DE MI PUEBLO, CONSTRUIR
EL ESCANDALO DEL COMPARTIR (BIS)
Es joven el que arriesga, el que saber caminar
el que siempre se pregunta, sin volver la vista atrás
el que sabe hacer historia, el que sabe transformar
el que es voz de los pequeños defendiendo la verdad.
El que sigue a Jesús pobre, el que sabe
caminar
el que apoya la justicia sin volver la vista atrás,
el que vive siempre abierto, el que sabe transformar
el que canta con nosotros defendiendo la verdad.
Hola nuevamente! Ya me
empiezo a entristecer un poco porque éste es nuestro último desierto de Pascua
Joven 2012, nuestra última charla en el Marín. Pero bueno, no es para nada
malo: mi intención era que te encontraras con Jesús estos días y si lograste
hacerlo yo me alegro, si pudiste hacerte más amigo suyo mi misión está cumplida.
Es sábado a la tarde.
La liturgia y la fe nos dicen que Jesús va a resucitar. Eso es lo que vamos a
celebrar dentro de un rato todos juntos miles de jóvenes acá y millones de
personas en distintas partes del mundo. Cada uno va a entregar en la misa de
resurrección todo lo que hay de muerte en sus vidas, todos juntos vamos a
llevar nuestra vida, la vamos a ofrecer y va a ser Dios quien la transforme. Y, en verdad, ese milagro va a suceder para
las personas que vivan la celebración de corazón. Pero seguramente te
preguntes: ¿esto significa que todo va a cambiar? ¿todo va a estar mejor?
Si me apurás, a esa
pregunta le tengo que decir que no. Dios no es un hechicero ni una bruja y su
transformación no tiene que ver con recetas mágicas. Él nos quiso libres, y eso
significa que nunca va decidir por nosotros, y, por lo tanto, va a depender
siempre de nuestra libertad que la realidad del mundo vaya tomando forma. Y no solo de la nuestra, la individual, sino
la de cada hombre que pisó y pisa esta tierra.
Lo que Él va a hacer
es abrir sus manos para recibir tu vida, la de la persona que tenés a un par de
metros leyendo este desierto, la de aquel otro que está distraído mirando los
árboles, la de ese servidor, la de los organizadores, la de tu coordinador. A
cada una de esas vidas les va a dar una respuesta íntima: no la misma, sino la
que cada uno necesita para estar más vivo, más cerca del corazón de Dios y para
que construyamos su reino de amor. Va a darnos sus palabras de padre protector
y va a encender nuestro espíritu para volver a la propia realidad y
transformarla. Va a cambiar nuestra mirada, nuestro interior; no los hechos
pasados de la realidad.
Pero que esto no sea
motivo de desilusión. Escucha las historias de dos personas que supieron, de
diferentes maneras, transformar el mundo.
La primera: San
Francisco de Asís. Él era hijo de un mercader rico y vivía en una época donde
la Iglesia estaba muy vinculada al poder y al dinero. Sin embargo, él intuyó que
Dios quería que la Iglesia volviera a practicar la misma simpleza que Jesús había
vivido. Comenzó entonces una vida de austeridad que conquistó a muchos de los
que lo veían. Miles de personas lo siguieron y hasta el día de hoy la
congregación franciscana predica una vida austera y trabaja para los pobres.
Él quería a su Iglesia
y le dolían sus errores. Pero esto no lo hizo alejarse, sino que optó por crear
un espacio dentro de ella para transformarla y, aunque no cambió toda la
realidad, se transformó él y quienes desearon seguirlo. Sigue siendo para
nuestra Iglesia un faro que muestra un camino.
La segunda historia:
el Mahatma Ghandi. Vivió en India a principios del Siglo XX. Este país era una
colonia del imperio Inglés. Él veía que esta situación política beneficiaba a
las empresas británicas y a una pequeña minoría local pero, en cambio,
perjudicaba a la mayoría del pueblo. Éstos sufrían la desigualdad económica y
la destrucción de su cultura. Él no era el único que veía esta situación, sino
que ya existía un movimiento de liberación Indio, que quería expulsar a los
Ingleses por las armas. A Ghandi no le gustaba ni la situación que vivía su
país ni la idea de una guerra. Entonces propuso algo novedoso: la
“no-violencia”. Ésta no significaba “no hacer nada”, sino no hacer aquellas
cosas que colaboraban con la dominación inglesa (por ejemplo que el pueblo
Indio dejara de consumir productos de la industria británica). Costó muchos
años de lucha y más de una vez vio fragmentarse su movimiento, pero finalmente
lograron la independencia.
En ambos casos, el de
Francisco y el de Ghandi, si se hubieran quedado con lo que su realidad les
mostraba la historia de hoy no sería la misma. San Francisco hubiera tenido que
aceptar que la iglesia era eso y hubiera convivido con la corrupción y la
avaricia, y habría vivido una cómoda vida de hijo de mercader, o, sino, se
hubiera “salido” de la iglesia (como muchas personas de su tiempo prefirieron
hacer). Ghandi hubiera tenido que resignarse a vivir bajo la dominación
extranjera, o se hubiera levantado en armas (que era la respuesta que otras
personas de su tiempo daban al conflicto que existía).
Te preguntarás ¿Por
qué me cuenta todo esto? Porque estoy
seguro de que, con todas las charlas que tuvimos estos días, quieras cambiar tu
mundo (ya sea el más cercano como ciertas cosas de tu personalidad, el trato
con la familia o amigos, algún aspecto de estos círculos donde te movés, o uno
más grande como la realidad de tu colegio, barrio, ciudad o país). Pero tal vez sientas que no hay muchas cosas
que se pueden hacer al respecto, en ninguno de todos estos casos y te repitas
“yo soy así, esa es mi personalidad”, “mis papás ya son grandes, no van a
cambiar”, “pobres siempre hubo” “todos discriminan”, “así somos los hombres”.
Todas esas formas de pensar son un engaño. El cambio de mirada, la resurrección
que nos da Jesús, viene acompañada de una posibilidad CREATIVA. Eso significa
que no hay dos o tres caminos posibles para encarar el mundo de una manera
cristiana: hay miles, millones, infinitos, todos los que se te ocurran; todos
los que responden a tus deseos más profundos.
ES JOVEN EL QUE
ARRIESGA, EL QUE SABE CAMINAR
Con la resurrección se
te abren miles de caminos. No llegaste al final, no estás en la última meta. Se
te abre el corazón y de ahí brotan todos tus anhelos, todos los deseos de
realizarte y de ayudar a realizarse a los otros que hay en vos. Se te presentan
infinitos desafíos, infinitos riesgos que vale la pena tomar.
ES JOVEN EL QUE LUCHA
POR EL REINO
No hay dos o tres
caminos posibles para encarar el mundo de una manera cristiana: hay miles,
millones, infinitos; todos los que impliquen tenderle una mano a un hermano.
ES JOVEN EL QUE SIGUE
A JESÚS POBRE, EL QUE SABE CAMINAR
Te invito a que te
tomes un tiempo para revisar la Pascua que viviste. Si querés mirá los
desiertos anteriores, tu caja de herramientas, hasta el cancionero. También
pensá en la gente que estuvo acompañándote todos estos días y todas las
personas que ocuparon tu corazón. Pensá
en lo que te alegró y lo que te entristeció, las mil dudas que te surgieron y
las mil respuestas, las oraciones, los juegos, las risas, las comidas… Cuando
te sientas listo extendé tus manos, poné todas estas cosas sobre ellas y rezá
para adentro:
“Padre nuestro, que
estás en el cielo…”
Para terminar te
invito a que completes la frase:
ES JOVEN EL
QUE……………………………………………………………………………………………………………………..
POR ESO YO ME
PROPONGO…………………………………………………………………………………………………….
Nos vemos!
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