domingo, 20 de mayo de 2012

Desierto sábado a la tarde (2012)


Es joven el que espera, el que sabe caminar,
el que lucha por el Reino, sin volver la vista atrás.
El que da su mano a otros, el que sabe transformar,
el que es pan para los pobres defendiendo la verdad


QUIERO SER PAN PARA EL HAMBRE
SER EL PAN DE MI PUEBLO, CONSTRUIR
EL ESCANDALO DEL COMPARTIR (BIS)


Es joven el que arriesga, el que saber caminar
el que siempre se pregunta, sin volver la vista atrás
el que sabe hacer historia, el que sabe transformar
el que es voz de los pequeños defendiendo la verdad.


El que sigue a Jesús pobre, el que sabe caminar
el que apoya la justicia sin volver la vista atrás,
el que vive siempre abierto, el que sabe transformar
el que canta con nosotros defendiendo la verdad.




Hola nuevamente! Ya me empiezo a entristecer un poco porque éste es nuestro último desierto de Pascua Joven 2012, nuestra última charla en el Marín. Pero bueno, no es para nada malo: mi intención era que te encontraras con Jesús estos días y si lograste hacerlo yo me alegro, si pudiste hacerte más amigo suyo mi misión está cumplida.

Es sábado a la tarde. La liturgia y la fe nos dicen que Jesús va a resucitar. Eso es lo que vamos a celebrar dentro de un rato todos juntos miles de jóvenes acá y millones de personas en distintas partes del mundo. Cada uno va a entregar en la misa de resurrección todo lo que hay de muerte en sus vidas, todos juntos vamos a llevar nuestra vida, la vamos a ofrecer y va a ser Dios quien la transforme.  Y, en verdad, ese milagro va a suceder para las personas que vivan la celebración de corazón. Pero seguramente te preguntes: ¿esto significa que todo va a cambiar? ¿todo va a estar mejor?

Si me apurás, a esa pregunta le tengo que decir que no. Dios no es un hechicero ni una bruja y su transformación no tiene que ver con recetas mágicas. Él nos quiso libres, y eso significa que nunca va decidir por nosotros, y, por lo tanto, va a depender siempre de nuestra libertad que la realidad del mundo vaya tomando forma.  Y no solo de la nuestra, la individual, sino la de cada hombre que pisó y pisa esta tierra.

Lo que Él va a hacer es abrir sus manos para recibir tu vida, la de la persona que tenés a un par de metros leyendo este desierto, la de aquel otro que está distraído mirando los árboles, la de ese servidor, la de los organizadores, la de tu coordinador. A cada una de esas vidas les va a dar una respuesta íntima: no la misma, sino la que cada uno necesita para estar más vivo, más cerca del corazón de Dios y para que construyamos su reino de amor. Va a darnos sus palabras de padre protector y va a encender nuestro espíritu para volver a la propia realidad y transformarla. Va a cambiar nuestra mirada, nuestro interior; no los hechos pasados de la realidad.

Pero que esto no sea motivo de desilusión. Escucha las historias de dos personas que supieron, de diferentes maneras, transformar el mundo.

La primera: San Francisco de Asís. Él era hijo de un mercader rico y vivía en una época donde la Iglesia estaba muy vinculada al poder y al dinero. Sin embargo, él intuyó que Dios quería que la Iglesia volviera a practicar la misma simpleza que Jesús había vivido. Comenzó entonces una vida de austeridad que conquistó a muchos de los que lo veían. Miles de personas lo siguieron y hasta el día de hoy la congregación franciscana predica una vida austera y trabaja para los pobres.

Él quería a su Iglesia y le dolían sus errores. Pero esto no lo hizo alejarse, sino que optó por crear un espacio dentro de ella para transformarla y, aunque no cambió toda la realidad, se transformó él y quienes desearon seguirlo. Sigue siendo para nuestra Iglesia un faro que muestra un camino.

La segunda historia: el Mahatma Ghandi. Vivió en India a principios del Siglo XX. Este país era una colonia del imperio Inglés. Él veía que esta situación política beneficiaba a las empresas británicas y a una pequeña minoría local pero, en cambio, perjudicaba a la mayoría del pueblo. Éstos sufrían la desigualdad económica y la destrucción de su cultura. Él no era el único que veía esta situación, sino que ya existía un movimiento de liberación Indio, que quería expulsar a los Ingleses por las armas. A Ghandi no le gustaba ni la situación que vivía su país ni la idea de una guerra. Entonces propuso algo novedoso: la “no-violencia”. Ésta no significaba “no hacer nada”, sino no hacer aquellas cosas que colaboraban con la dominación inglesa (por ejemplo que el pueblo Indio dejara de consumir productos de la industria británica). Costó muchos años de lucha y más de una vez vio fragmentarse su movimiento, pero finalmente lograron la independencia.

En ambos casos, el de Francisco y el de Ghandi, si se hubieran quedado con lo que su realidad les mostraba la historia de hoy no sería la misma. San Francisco hubiera tenido que aceptar que la iglesia era eso y hubiera convivido con la corrupción y la avaricia, y habría vivido una cómoda vida de hijo de mercader, o, sino, se hubiera “salido” de la iglesia (como muchas personas de su tiempo prefirieron hacer). Ghandi hubiera tenido que resignarse a vivir bajo la dominación extranjera, o se hubiera levantado en armas (que era la respuesta que otras personas de su tiempo daban al conflicto que existía).

Te preguntarás ¿Por qué me cuenta todo esto?  Porque estoy seguro de que, con todas las charlas que tuvimos estos días, quieras cambiar tu mundo (ya sea el más cercano como ciertas cosas de tu personalidad, el trato con la familia o amigos, algún aspecto de estos círculos donde te movés, o uno más grande como la realidad de tu colegio, barrio, ciudad o país).  Pero tal vez sientas que no hay muchas cosas que se pueden hacer al respecto, en ninguno de todos estos casos y te repitas “yo soy así, esa es mi personalidad”, “mis papás ya son grandes, no van a cambiar”, “pobres siempre hubo” “todos discriminan”, “así somos los hombres”. Todas esas formas de pensar son un engaño. El cambio de mirada, la resurrección que nos da Jesús, viene acompañada de una posibilidad CREATIVA. Eso significa que no hay dos o tres caminos posibles para encarar el mundo de una manera cristiana: hay miles, millones, infinitos, todos los que se te ocurran; todos los que responden a tus deseos más profundos.

ES JOVEN EL QUE ARRIESGA, EL QUE SABE CAMINAR

Con la resurrección se te abren miles de caminos. No llegaste al final, no estás en la última meta. Se te abre el corazón y de ahí brotan todos tus anhelos, todos los deseos de realizarte y de ayudar a realizarse a los otros que hay en vos. Se te presentan infinitos desafíos, infinitos riesgos que vale la pena tomar.

ES JOVEN EL QUE LUCHA POR EL REINO

No hay dos o tres caminos posibles para encarar el mundo de una manera cristiana: hay miles, millones, infinitos; todos los que impliquen tenderle una mano a un hermano.

ES JOVEN EL QUE SIGUE A JESÚS POBRE, EL QUE SABE CAMINAR

Te invito a que te tomes un tiempo para revisar la Pascua que viviste. Si querés mirá los desiertos anteriores, tu caja de herramientas, hasta el cancionero. También pensá en la gente que estuvo acompañándote todos estos días y todas las personas que ocuparon tu corazón.  Pensá en lo que te alegró y lo que te entristeció, las mil dudas que te surgieron y las mil respuestas, las oraciones, los juegos, las risas, las comidas… Cuando te sientas listo extendé tus manos, poné todas estas cosas sobre ellas y rezá para adentro:

“Padre nuestro, que estás en el cielo…”

Para terminar te invito a que completes la frase:

ES JOVEN EL QUE……………………………………………………………………………………………………………………..

POR ESO YO ME PROPONGO…………………………………………………………………………………………………….

Nos vemos!

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