Sábado a la mañana… ya empezamos
oficialmente la recta final del retiro. ¡Pero tranquilo que todavía falta lo
mejor! Igual, vayamos paso a paso: en este momento estamos esperando la Resurrección
de Jesús. Te pido entonces que aprovechemos este rato de oración, de desierto,
de apartarnos de la masa de gente, para charlar un rato.
Por estas horas debes estar con muchas cosas que te inquietan… te habrás dado cuenta ayer cuáles son tus cruces que Jesús finalmente decidió cargar. Posiblemente te sientas inquieto con muchas de tus realidades -o tal vez eufórico porque te encontraste con un montón de cosas buenas-. Quizás es un poco de todo... Por eso, te pido que trates de hacer silencio con el corazón, de pararlo un poco y escucharlo. Como decimos algunos: “bajá del caballo y acomodá un poco las pilchas”.
Por estas horas debes estar con muchas cosas que te inquietan… te habrás dado cuenta ayer cuáles son tus cruces que Jesús finalmente decidió cargar. Posiblemente te sientas inquieto con muchas de tus realidades -o tal vez eufórico porque te encontraste con un montón de cosas buenas-. Quizás es un poco de todo... Por eso, te pido que trates de hacer silencio con el corazón, de pararlo un poco y escucharlo. Como decimos algunos: “bajá del caballo y acomodá un poco las pilchas”.
Pascua Joven, para muchos, es una
primera aproximación a la vida de Fe, a Dios, a uno mismo y a los demás. Hasta
acá, esta euforia, esta sorpresa, eso “nuevo” nos va guiando posiblemente hacia
pensamientos tales como “con Jesús mi vida va a ser perfecta”, “si rezo todos
los días el rosario voy a ser siempre feliz” y cosas por el estilo. Sin
embargo, nos pasa muy seguido que a veces hacemos cosas que no queremos o no
llegamos a cumplir lo que nos proponemos o también la vida nos presenta
situaciones complicadas. ¡Esto es así siempre porque somos humanos! Hay cosas
que nos cuestan más y cosas que nos cuestan menos, hay situaciones más
llevaderas y situaciones más pesadas o cuesta arriba. Con Dios en nuestro
camino las cosas van siendo más fáciles, ¡pero esto no significa que la vida a
veces no duela o no cueste un poco más!
Lo bueno de la vida de Fe es que
muchas veces nos prepara para los planes que el Señor tiene para nosotros a lo
largo de nuestra vida. Los momentos de alegría siempre son lindos, pero ahora
te propongo no hablar de ellos porque parece ser que son más fáciles de pasar...
mejor hablemos de los momentos de dolor.
Dolor por definición es:
“Sensación
molesta y aflictiva por una causa interior o exterior a uno”.
En
nuestra vida pueden pasarnos muchas cosas que nos causen dolor -y cuando
hablamos de dolor no me refiero a dolor físico-. Aunque suene más a una canción de Chayanne que a otra cosa, me
estoy refiriendo a cuando nos duele el corazón o el alma. Ejemplos: nuestra
relación con nuestros papás, amigos, con nosotros mismos; la muerte de un ser
querido; errores o cosas que nos arrepentimos; vínculos que se rompen, cambios
drásticos; problemas de cuando éramos chicos, etc. En fin, cosas que nos
afectan por entero y que nos hacen ruido constantemente.
Ante
estas cosas, tristes y que a veces nos duelen hasta los huesos, no tengo LA
respuesta así que no leas más… ¡No,
mentira! Es verdad que no tengo la respuesta o las palabras mágicas, pero sí
podemos ver qué hacer con esto mientras tanto. Así que mejor seguir leyendo,
¿te parece?
Por
un lado tenemos nuestra relación con Dios: sepamos que siempre Dios quiere lo
mejor para nosotros y más allá de lo que hagamos o dejemos de hacer, Dios
siempre nos va a querer y MUCHO. Te podés pelear con Él, decir que no existe,
negarlo, no darle bola, pero Él siempre va a estar y te va a estar esperando. Por
eso, está en nosotros reconocer
un poco de Su amor, Su grandeza y misericordia, ir a buscarlo y quererlo.
Dios sueña con que lo quieras. Como
veíamos recién en el grupo, ¡qué mejor que compartir nuestro dolor con los
demás! Hace la carga mucho más liviana… por eso la primera conclusión es
compartir estos dolores también con Dios, dejarlo entrar y que sea parte de
nuestra vida. Él nos hizo así, nos puso en la familia que nos puso, nos dio los
recursos que nos dio y todo. Él no se equivocó al hacerlo, así que confiemos y
pongamos en Sus manos éste dolor para que Él nos vaya guiando como más quiera.
Por otro lado, tenemos nuestro
vínculo con nosotros mismos. Muchas veces la vida misma nos va modelando -muchas
experiencias nos van llenando la mochila de piedras, que le dan forma a nuestro
carácter y personalidad-. En estas experiencias fuertes de Dios, de retiro, uno
se conecta con su ser más auténtico e intacto por la realidad y se da cuenta
que las cosas importantes pasan por otro lado. Experiencias así te llevan a
reelegir lo que te hace bien, lo que te da paz y alegría todos los días.
También nos hacen enfrentarnos con esas cosas que no nos gustan de nosotros o
de nuestra vida y “limpiar la mugre de las esquinas”, diría alguno. Nos hacen
tocar esas cosas que la vida nos va dando que no nos gustan o que no nos hacen
sentir cómodos.
Ante esto creo que hay dos
posturas: una, dejar que las cosas pasen y que sigan su viaje y; otra es
detenerse sobre ellas e interiorizarlas, vivirlas, hacerlas parte de nuestra
historia de vida.
Permitite sentir el dolor:
llorá, vivilo, ponete triste, enojate, dejá que te moleste y que te afecte. ¡Eso
te hace humano! No te pongas fechas, respetá tus momentos de dolor, no intentes
taparlos. ¿Cuántas veces, cuando lloras, pensás: “¡ah, odio llorar!” y cuando
terminas decís “qué bueno, me lo saqué de encima”?
Una vez que pasamos este
momento de emoción fuerte nos enfrentamos ante eso que nos choca. Hacele
frente, anímate. Escribilo, contalo a las personas que mas querés o que pensás
que te puedan entender. Hace silencio, te vas a escuchar a vos mismo y lo vas a
escuchar a Dios.
Dios muchas veces nos permite
enfrentarnos a situaciones dolorosas, pero Él siempre nos va a dar una puerta
de salida… esta puerta que puede ser chica y por eso sólo vamos a pasar por ahí
siendo niños (con un corazón simple y bueno). Sólo así vamos a poder sonreír
plenamente.
“¿Ser niño? ¿Qué es eso?”. Es
remitirse a lo más puro de cada uno -a quien realmente somos-. Para vivir el
dolor es muy importante aceptarse uno como realmente es, con lo “bueno” y lo
“malo” por igual, y quererse así.
Dios NUNCA quiere que le vendamos
algo de nosotros. No quiere una imagen nuestra que no es, no le interesa. Dios
quiere que seamos auténticos, que seamos nosotros mismos, como Él nos hizo. Ese
es el mejor YO (o vos en este caso) que vas a encontrar. Vos sos el mejor del
mundo siendo vos mismo.
Hagámonos la imagen mental de una
vasija vieja gastada a la que le ponemos una vela adentro y la tapamos: la luz
solamente saldría por las grietas. Si nosotros fuéramos esa vasija, seguro que
a Dios se le caería la baba por nuestras grietas. Estas grietas representan
nuestros defectos, nuestras debilidades, lo que nos hace HOMBRES y MUJERES. Sólo
aceptándonos y reconociendo estas grietas como parte fundamental de nosotros,
vamos a dejar que la luz pase por ellas. Es decir, transformamos algo que es un
defecto (una grieta) en algo bueno.
Si todo esto lo relacionamos con
el dolor… permitite sentirlo, permitite equivocarte, siempre hay marcha atrás.
Dios nos quiere contentos y si tenemos que estar llorando en un retiro o perdonar a alguien o perdonarnos a nosotros
mismos, hagámoslo que vale la pena. Y si nos equivocamos, NO PASA NADA.
VIVÍ EL DOLOR COMO UNA
OPORTUNIDAD PARA SER MEJOR PERSONA Y PARA SENTIRTE MÁS HIJO DE DIOS.
Hoy te animo a que además de
escuchar a los demás, vivas el dolor y te escuches a vos mismo. Te animo a
cuestionarte: nadie te va a dar una solución a todos tus problemas. Rezá,
pedile a Dios por todas estas cosas que tenés adentro tuyo, que seguramente ahí
esté tu respuesta.
Y una cosa más: no vale la
pena perder la alegría y el entusiasmo por las cosas que nos digan o lo que nos
rodea. Vos sos una masa y seguramente tengas un corazón gigante, con un montón
de cosas buenas para dar. No pierdas el sueño por lo que no te gusta, enfrentalo
con ánimo.
Como le dice Rafiki a Simba en el
Rey León: "Ohhh si, el pasado puede doler y no se puede cambiar... Puedes
huir de él o aprender. Bien, ¿qué vas a hacer?”. Aunque no podamos tener el
control de todo lo que pasa podemos tener el control de qué hacer con éstas
cosas. Ser Feliz es una decisión personal de todos los días.
Ahora en un rato vamos a vivir el
momento para María. Ella, a lo largo de su vida, también pasó por momentos de
dolor. Eso quiere decir que, primero, te entiende y, segundo, te quiere
muchísimo. Así que por eso estoy seguro de que si uno le pone el
corazón a su propia vida, mamá del Cielo se ocupa del resto.
"María guardaba todas
estas cosas en su corazón y las meditaba en silencio."
Te dejo también una frase de Sir
Isaac Newton: “LA VIDA ES UNA MASA”
No hay comentarios:
Publicar un comentario