lunes, 7 de abril de 2008

Lunes después de la Pascua (2008)

Bueno ya estás en casa otra vez. No más bolsa de dormir, no más ducha de agua a veces caliente a veces no tanto…, no más comer en el piso, no más testimonios, ni charlas del obispo, ni representaciones, ni trabajos en grupo… Seguro llegaste a tu casa, te pegaste la ducha de tu vida, saludaste a tu familia y te tiraste a dormir. Disfrutaste el baño y la siesta como pocos en tu vida pero cuando te despertaste… que silencio no? Y ahí te diste cuenta que en realidad no tenías taaantas ganas de volver a tu casa. Te diste cuenta que extrañas Pascua Joven. Tratas de contárselo a tus amigos, a tu familia pero como no estuvieron no te entienden y lo que estás tratando de explicar es inexplicable. Estás lleno de Jesús, lleno de amor y no te podes quedar callado, queres trasmitirlo.

Bien amigo AHORA empieza el verdadero desafío, AHORA… Sería muy fácil vivir siempre de retiro. AHORA tenes que llevar Pascua joven a tu vida. AHORA tense que llevar a Jesús a tu vida. Dejalo entrar, Él se muere de ganas de ser con vos protagonista de tu vida, está en vos dejarlo participar. Llevalo y elegilo todos los días en todo lo que hagas. Llevalo al colegio, a rugby o hockey, al futbol, a la parroquia, a tu grupo de confirmación, a bailar y al preboliche. Llevalo a tu casa, a tus papás y a tus hermanos. A tus amigos/as y a tu novia/o. Viví eligiéndolo. Elegilo como elegís a tus amigos. Como elegís qué ropa ponerte o a qué boliche ir. Claro que es muy fácil decirlo pero hacerlo… eso es otro tema.

Te voy a contar algo que le paso a una amiga mía. Estaba medio perdida, bastante perdida. Era domingo y como todos los domingos fue a Misa. Venía de un fin de semana bastante fulerito y no le daba la cara para entrar a la Iglesia, no quería que Jesús la mirara a los ojos. Tuvo la buenísima suerte de que en la entrada se encontró con una amiga que la hizo sentarse en el segundo banco. A medida que fue avanzando la Misa a mi amiga le dieron ganas de comulgar, y que ganas! Le preguntó a su amiga qué tenía que hacer y esta le contestó que en realidad nadie es digno de recibir a Jesús, que si tantas ganas tenía comulgara. Ella escribe:

“Sin pensarlo mucho comulgué y fue entonces cuando supe que voy a ser felíz siempre. Llorando le pedí perdón a Dios y realmente lo sentí adentro mío consolándome. Jesús me abrazaba y me perdonaba. Me decía que me quería y que iba a estar siempre conmigo. Entonces me dí cuenta que somos felices cuando nos sentimos amados y que Jesús me ama y siempre va a estar conmigo, no importa que tan lejos esté yo. Entonces si ser amada por los hombres nos hace felices, cuanto más felices nos hace ser amados por Dios que va a estar siempre.
Conclusión: Siempre voy a ser felíz porque Dios siempre me va a amar. GRACIAS POR TANTO AMOR!”

Seguro que vos ahora sentís algo muy parecido a lo que sintió mi amiga. Jesús en esta semana santa te miró a los ojos. No te podés quedar de brazos cruzados.

No sé si alguna vez escuchaste hablar del cardenal Van Thuan. Este hombre pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en régimen de aislamiento. Estando cautivo él escribe: “…Me vienen a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mayor parte de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”.

No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda mi vida. Si me paso el tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte…”

Así tenemos que vivir nosotros cada minuto, llenándolo de amor, haciendo que cada segundo valga la pena viviéndolo con Jesús.
La madre Teresa escribió:

“Siempre ten presente que:
La piel se arruga, el pelo se pone blanco, los días se convierten en años… Pero lo importante no cambia.
La fuerza y la convicción no tienen edad.
El espíritu es el plumero de cualquier telaraña.
Detrás de cada línea de llegada hay una partida.
Detrás de cada logro hay otro desafío.
Mientras estés vivo sentite vivo.
Si extrañas lo que haces, volvé a hacerlo; no vivas de fotos amarillas.
Sigue aunque todos esperan que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar usa bastón… pero nunca, nunca te detengas”.

Hace las cosas porque vos tenés ganas y elegís hacerlas. No porque están de moda o porque tus amigos las hacen. Viví cada día apasionado. Arturo Nogueira, uno de los chicos que se murió en la tragedia de los andes en 1973 más conocida como “Viven!” repetía antes de morir: “Incluso en este lugar, incluso aunque suframos, vale la pena vivir la vida” Que lindo testimonio no? Si él decía eso en el medio de los andes, muerto de frío, viendo morir a sus amigos… cuanto más te lo tenés que repetir vos todos los días… Vale la pena vivir la vida.

Está en vos elegir cómo vivirla. Animate a ser libre, a elegir por vos mismo. No siempre te va a ser fácil. Elegir implica renunciar. Muchas veces vas a tener ganas de elegir el camino fácil, el que sabes que en el fondo no te hace feliz. Fuerza, no bajes los brazos. Cuando lo necesites pedí ayuda a la gente que te quiere y sobretodo a Jesús… “Necesito tu mano porque solo no puedo” Que lindo que es ver que te deslomaste por algo, y que valió la pena. Sabe que te vas a caer y que la decisión que tomes no siempre va a ser la correcta. Pero lo importante no es cuantas veces te caigas sino cuantas te levantes. Somos personas, no somos perfectos. Pero a pesar de nuestra imperfección Dios nos ama y nos pensó a cada uno de nosotros para hacer grandes cosas. Y con grandes cosas no me refiero a unirnos a la cruz roja ni a irnos a misionar a Calcuta con las hermanas de la caridad. Me refiero a hacer grandes las cosas chiquitas de todos los días. Dios tiene algo grande pensado para cada uno de nosotros. Dios confía en vos. Tenés que actuar AHORA. Las cosas no van a pasar por osmosis. No esperes que las oportunidades lleguen a tus pies, salí a buscarlas. Armate de fuerzas. Armate de Jesús. En Pascua Joven recibiste una dosis fuerte de Jesús pero la fe es como una planta, si no la regas se marchita, debilita y corre el riesgo de morir. Sólo con Pascua Joven, no alcanza. Pascua es “paso” a una nueva Vida. A reencontrar a ese Jesús que te invita a vivir una Vida Abundante. Colmando de amor el momento presente.

Por eso te propongo algunas “herramientas” para que tu fe no sólo no se marchite sino que día a día crezca y madure. Primero: no dejes de rezar. La oración es fundamental. Es alimento del alma. Es la mejor manera de encontrarnos con Jesús. Abrí el corazón para escuchar lo que tiene Dios para decirte y por otro lado contale tus cosas. Contale lo que estas viviendo, lo que te va bien y lo que no te va tan bien. Lo que te gusto y lo que no. Las alegrías, las tristezas, las personas que amas y están muy adentro tuyo. Las personas que no te bancas tanto pero que no dejan de ser personas importantes en tu vida. En fin, con sinceridad abrí el corazón y no te guardes nada para hablar con Él. Él te escucha. No lo dudes. Es Padre, es Madre, es Amigo, es Hermano, es Jesús. No va a dejar de escuchar, porque sos lo más importante para Él.

Segundo: Aprovecha los sacramentos. Medios por excelencia para recibir la Gracia, el Amor de Dios que se nos quiere dar. La reconciliación, donde me pongo frente a la Misericordia de Dios y le pido perdón, y me dejo perdonar por Él. Qué bueno es cuando puedo hacer de este sacramento un hábito. Darle cierta frecuencia nos ayuda a ir mirando nuestra vida con los ojos en Jesús. Y por último: La Misa. El momento de encuentro más grande y profundo que podes tener con Jesús. Nos reúne como familia (que es la Iglesia) para hablarnos con su Palabra, y alimentarnos con la eucaristía. Él mismo Dios se me da como alimento. Todo el amor y la fuerza de Dios entra en mí, cuando comulgo. Qué misterio hondo, no? Pero es así. Es el mejor regalo que nos dejó Jesús. Él nos amó tanto pero tanto que se quiso quedar con nosotros para siempre.

Bueno será hasta la pascua del año que viene. Que tengas un muy buen año lleno del amor de Jesús resucitado que TE AMÓ Y SE ENTREGÓ POR VOS…

No hay comentarios:

Publicar un comentario