viernes, 7 de abril de 2006

Lunes después de la Pascua (2006)

Y bueno; ya pasó el huracán. Seguramente en Semana Santa pasaste por mil sensaciones, te planteaste muchísimas cosas, conociste banda de gente... es más, hasta te conociste un poco más a vos mismo. Y por algo en especial hoy abriste de nuevo el cancionero de vuelta. Capaz para leer alguna letra de alguna canción, para hacer de nuevo un desierto, para copiar el mail del pibe del Labardén o de la chica del Holly. O para hacer este desierto, el desierto post Pascua. Hoy puede ser lunes, viernes; de abril o de agosto: lo importante es que “volviste”. Y ya no lo tenés al coordinador atrás para insistirte o a Marian molestando vía micrófono. VOS decidiste hacerlo.

Ya sabés cómo funciona el asunto; primero ponemos el cuerpo quieto, cómodo para luego disponer la mente a que al siga al cuerpo. Apagá la tele, cerrá el MSN y hace silencio que vamos a rezar. Tomate un par de minutos para desconectarte de todo: imaginate un desierto, un bosque, una pared blanca… lo que quieras… cuando estés empezamos.

Nos ponemos en presencia de Dios en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

Ahora bien, como dije en un principio, ya pasó el huracán de sensaciones que despertó Pascua Joven. Pero como todo lo bueno dura poco, nos tocó volver a la rutina, a la vida normal: con sus cosas buenas y sus cosas malas. El colegio, las obligaciones, los deberes (guarda…no la tarea, los deberes), las exigencias… Era más fácil cuando estaba en Pascua… si, nos hacían levantar temprano y perseguían para que levantemos las colillas de cigarrillos, pero a grandes rasgos nadie nos imponía nada ni teníamos que responder ante nadie. Está bueno que a uno lo traten como a un adulto. Y en Pascua pasa mucho de eso: nadie te va a obligar a que hagas un desierto, o a que hables cuando se juntan en grupos. La idea es que vos decidas hacerlo, desde tu libertad. Sólo en un ambiente donde te sientas libre vas a poder ahondar en lo que sos, conocerte… encontrarte con Jesús, y hasta dar el primer paso para un futuro cambio.

No te alarmes, suele pasar: llegas a tu casa tan pilas, tan lleno de Dios que hasta contagia. Clásica pregunta: ¿cheee… qué te hicieron en Pascua? También el clásico reproche: ¿Podrías ir más seguido, no? ¿Seguro que es una vez por año?

Que digan lo que quieran… todo lo que sentiste fue algo sincero, y lo más normal es que vuelvas a casa con una Paz increíble, que si bien capaz se te va en 3 días cuando tu hermanito le mete brillantina adentro del DVD, va mucho más allá de eso, es más profundo. Cambiaste la forma de mirar las cosas. Aprendiste a mirar para adentro. Descubriste muchas cosas nuevas… pero a lo que voy es: no hace falta estar en un retiro para poder revivir todos esos sentimientos. Mejor dicho, en Pascua tratamos de generar el clima como para que estas cosas se den de por sí. Pero afuera es distinto. En el Lasalle estoy más cuidado, digamos, más protegido. Ahí cualquiera es bueno. Ahí cualquiera se siente limpio, pulcro e inmaculado. En un retiro son muy pocas las cagadas que puedo mandarme. El tema es afuera, ahí te quiero ver.

Afuera estoy expuesto. No al pecado, a la tentación. Expuesto a actuar por iniciativa propia, como me sale. Expuesto a ser yo. Expuesto a equivocarme. A embarrarla en el colegio… a mirar para el costado con los quilombos que hay en casa… a pudrirla con mis amigos… a agarrar todo lo que pensé, sentí y prometí cambiar y tirarlo por la borda en un preboliche.

Todo, absolutamente todo es una cuestión de elecciones. Yo no elegí nacer. Yo no elegí este mundo. Tampoco elegí mi familia. Pero yo sí puedo (y tengo) que elegir cómo actuar ante la realidad que me rodea. Señor, dame fortaleza para aceptar con serenidad las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que sí puedo y sabiduría para distinguir las unas de las otras.

YO soy el protagonista de mi vida. YO elijo mi destino. YO escribo mi historia con Jesús. Nada está escrito: mi futuro lo voy moldeando yo, con cada acción… con cada omisión.

¿Qué no? Vamos a ver. Hace memoria. Buscá en tu historia, en la vida que fuiste moldeando, momentos y decisiones que te tocó tomar. Pueden ser pequeñas cosas o grandes encrucijadas. Pudiste haber acertado o la pifiaste muy feo. Pensá, ponete en ese contexto… cómo te sentías en ese momento, cómo te sentiste después, si ahora hubieses elegido otra cosa, si hubo alguien en el medio que se vió afectado por tu decisión… pero no olvides la consigna: elecciones TUYAS. Tomate unos minutos. Anotalas si te sirve.

Y que el tarot y el horóscopo digan lo que quieran… en este mundo el destino lo voy haciendo yo. La pregunta es: ¿era realmente “yo”? O sea, ¿actué libremente? Más bien, nadie te puso un revolver en la cabeza para hacer tal o cual cosa. ¿Pero elegí desde lo profundo? ¿Hubo cosas que descarté por el miedo al “que dirán”? ¿No estaba siendo preso de mi egoísmo? ¿Cuándo elegí tal cosa, no lo hice solo para hacerle la contra a mis viejos? ¿O por orgulloso? ¿O por cabeza dura? ¿O porque no quiero quilombos? ¿O porque no quiero salir lastimado?

Hay muchas cosas que limitan mi libertad, que la confunden. Volvé a repasar esas elecciones de antes, pero ahora fijate si actuaste libremente o no. También tratá de identificar esas cosas que te marean (orgullo, egoismo, no querer salir lastimado), esos ruidos que te distraen.

Y puede ser… puede que aquella vez en que “decidí” irme de vacaciones con mis amigas, sabiendo que me quedan 7 materias que rendir en febrero lo hice creyéndome libre, aunque no fue así: lo que las chicas piensen de vos pesa tanto que no pudiste negarte (aunque eso implicó haber defraudado a tus viejos y perder cierto grado de confianza). O prefiero refugiarme en una carrera que me de plata rápida en vez de anotarme en esa que realmente me gusta y me llena.

Eso tampoco implica que nosotros le “alquilamos” nuestro cuerpo a Dios para que Él haga y deshaga como más le guste. Te guste o no, nos hizo libres. Sin duda, le hubiese convenido hacernos marionetas, títeres, esclavos, robots.

Nosotros somos los que actuamos al final de cuentas. El tema es que elegir, como ya imaginamos, implica varias cosas. Primero que nada implica “no elegir” otras cosas. Implica renuncias… cada vez que elegimos algo estamos a la vez renunciando a algo. Hoy me quedo en casa estudiando (renuncio al fútbol del sábado a la tarde… o al reves, elijo el fútbol y renuncio a quedarme estudiando). Elijo anotarme en Derecho (renuncio a anotarme en Psicología). Elijo serle fiel a mi novia (renuncio a transarme a cualquier pibe en el boliche).

Eso por un lado… por el otro lado, cada elección tambien trae aparejada una consecuencia. Ya se, tenes 16/17/18 años… lo que menos querés es que te hablen de consecuencias. Noticia de uuuuuuuultimo momento: ninguna decisión es gratis. Algo te va a costar… una consecuencia… una renuncia…

Y las consecuencias son muy importantes… nos obligan a pensar antes de actuar. Todavía no se inventó la maquina del tiempo, así que muchachos a fijarse bien dónde pisamos y qué elegimos.

La vida te va a presentar un montón de situaciones donde el camino delante tuyo se abre en dos, donde son varias las elecciones que puedo hacer. Y la única forma de averiguar cómo termina es metiéndote. Jugándote. Por lo general uno de los caminos es el más obvio, el más corto, el que promete ser más fácil, el que promete ser más rápido… el camino que todos toman, el camino que todos pensaban que ibas a tomar. El que parece ser el único camino.

Pero el camino se bifurcaba…¿y el otro? El otro parece más largo, es cuesta arriba, no está bien marcado, te llena de dudas… es el impensado. Pero algo dentro tuyo te hace creer que ESE es el indicado. Como una voz, que siento surgir de dentro de mí. Como una brasa que te quema el alma, que te hace sacar todas las dudas que tenías… sí, es el más largo, el más tedioso, el más incómodo, el que más tiempo te va a llevar. Pero te va a llevar. Eso es seguro: el otro promete mucho, por ser fácil y rápido… pero se queda en la mitad, te deja con ganas de más… no te llena.

Ese camino que tomas es la Vida que elegís.

Y esa voz dentro tuyo sólo la vas a poder escuchar cuando logres callar todo lo otro… todo lo que hace ruido para distraerme; ese ruido que sólo promete y seduce con lo fácil, lo cómodo, lo obvio, lo rápido. Y tan importante como liberarte de los ruidos es reconocer la voz que me brota de adentro. Pura, sincera, cristalina, clara. Una voz familiar. La voz de alguien que me conoce. ¡¡Es la voz de Dios!! ¿Y sabés algo? Capaz nos pasa que nos partimos la cabeza pensando… ¿Qué planes tiene Dios para mi? Simple… lo único que quiere es que sea FELIZ. Pero no feliz rápido, o por un rato... Feliz con mayúsculas… feliz plenamente. Y es la voz de Dios la que me hace despejar todas mis dudas. La que me da fuerzas. La que me da la claridad, la luz que necesito para elegir el camino correcto. La que me da la certeza que, a pesar de haber elegido el camino más largo y difícil es el que me va a llevar a Grandes Cosas.

Te canto la posta, Dios no te histeriquea. ¿Escuchaste? Te lo repito: DIOS NO ME HISTERIQUEA. Repetilo vos ahora: Dios no me histeriquea. No te va a hacer meter en camino imposible para que renuncies en la mitad. No te va a tentar con cosas vulgares. No te va a dar una cruz mas pesada de la que puedas llevar. Dios no te quiere mediocre… Dios quiere Grandes Cosas para mí. Dios cree que YO estoy para Grandes Cosas.

¿Y qué Grandes Cosas puedo hacer yo, un pendejo que ni terminó el secundario, que tiene miles de quilombos, que tiene miles de trabas, que tiene miles de cosas que aprender, que tiene miles de cosas que cambiar? Eso que vos pondrías como “excusas”, justo por eso es porque Dios te quiere, por lo que te elije. Dios te ELEGIÓ por tu debilidad. No por tu facha, ni por tu inteligencia, ni por tu bondad. Te eligió para poder manifestar en VOS toda su grandeza, toda su fuerza.

Tomate unos minutos… pensa sobre todo esto que fuiste leyendo. Dejá que decante. Lee las partes que más te llamaron la atención. No es la idea solucionarte la vida, pero sí ayudarte a que abras los ojos. Dejá que Dios te hable ahora. Esforzate por escucharlo. Seguramente tiene algo que decirte.

Ahora pensá vos:¿te vas a conformar con pequeñeces? ¿Querés realmente ser feliz? ¿Pero REALMENTE? ¿Estás dispuesto a dejar un montón de cosas, en pos de tu felicidad? Obviamente vas a responder que sí. Y te estarás preguntando qué clase de idiota le huye a su propia felicidad… pero mirando desde afuera nos da la impresión de que a veces nos boicoteamos, que le esquivamos a nuestra felicidad, como negando de cierta forma ese fin que nos pone Dios. El pibe ese que te cruzás a la salida del boliche, completamente mamado, que apenas se puede mantener en pie, ¿está eligiendo por su Felicidad? ¿Y la mina que se curte 3 tipos por noche? ¿Y el que traiciona o desconoce a un amigo? ¿Y el que hasta parece que siente placer haciéndole la vida imposible a sus viejos? ¿Y el que decide falopiarse en vez de encarar la vida? ¿Y el que hace cualquiera con su sexualidad, y no se respeta ni a él mismo? Miremos de nuevo: ¿están eligiendo por su FELICIDAD? ¿Están eligiendo ser realmente felices? ¿Te creés que Dios, cuando soñó con vos, cuando te imaginó, tenía pensado eso para vos? ¿Qué te iba a sentenciar a una vida de tormento e infelicidad? ¿A que te levantes el domingo sin tener pálida idea de lo que hiciste anoche? ¿A que no puedas mirar a los ojos a tus amigos o a tu familia de tantas veces que les fallaste ya? ¡¡¡NO!!! PORQUE DIOS ME QUIERE PARA GRANDES COSAS.

Y ya lo vimos hace un ratito… ese camino, el de las Grandes Cosas, no es nada fácil. Ojalá todo en la vida sea fácil, cómodo, obvio y rápido. Pero la vida no es un Mc Donald´s. Las decisiones que me van a marcar no las puedo tomar a la ligera. Pero tampoco hace falta esperar un cruce de caminos, una encrucijada. ¡Cuánta gente se muere en la mediocridad esperando una encrucijada! El camino lo puedo elegir hoy. Y confirmar mañana. Y re elegirlo pasado mañana. Cuando esté en la facu, una sola vez voy a llenar el formulario para elegir la carrera. Y nadie más me lo va a preguntar. Pero cuando te levantes a las 5.30 de la mañana para agarrar el tren, o cuando te quedes sin salir alguna que otra vez, eso es una re elección. O si alguna vez te casás… el cura no te va a llamar todos los días para preguntarte “acepta ooootra vez por esposa…”. Vos cuando llegues a tu casa después de un día de terror y ella te esté esperando con la comida calentita… la vas a elegir de nuevo. A re elegir.

Y hay que actuar YA. Tengo que armarme de fuerzas… una buena fuente es la oración. Ir charlando con Dios… descargarme con Él, preguntarle cosas… pedirle, agradecerle…ver qué tiene para decirnos… o simplemente estar en silencio y “dejarse” ante Su presencia; retomar la misa los domingos y alimentarme con la Vida de Jesús (la Eucaristía); pedirle a la Virgen que nos sostenga y cuide con su mano...

Y empezar ya. Ghandi, que como podrán imaginarse no era católico ni nada, una vez dijo algo muy grosso: piensa como si fueses a vivir por siempre, pero actúa como si fueras a morir mañana. No tengo nada que esperar… nadie me corre para que a los 17 ya tenga pensado cómo voy a vivir el resto de mi vida. Pero ya tengo una idea. Una corazonada. ¡¡¡Y no tiene sentido dilatarlo!!!

Y prepararme para todo: porque voy a tener miles de trabas. Y muchas veces voy a querer tirar todo por la borda y ahí es donde tenemos que reelegir ese camino. Una y mil veces. Pero ya con la certeza que esta vez, Dios y yo estamos de acuerdo: los dos queremos mi Felicidad.

¡¡¡¡¡Que tengas un buen año y hasta la Pascua que viene!!!!

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