domingo, 2 de abril de 2006

Jueves a la tarde (2006)

Nos encontramos nuevamente. Te voy a pedir que vayas a un lugar tranquilo, apartado de todas las cosas que te puedan distraer. Tiene que ser un momento donde realmente puedas encontrarte con vos mismo… y sobre todo que te puedas encontrar con Jesús que seguramente tenga muchas cosas para decirte.

Por eso te propongo que una vez que hayas encontrado ese lugar cierres los ojos, trata de serenarte, calmarte, hace una respiración más tranquila y busca una posición cómoda. Prepara la mente y el corazón para este ENCUENTRO que estas a punto de comenzar.

Para ello tomate unos minutos y rezá la siguiente oración:

“AYUDAME SEÑOR A CONOCERME PROFUNDAMENETE Y A DESCUBRIRME AMADO POR VOS”

Ahora si, podemos empezar. Durante todo este día estuvimos reflexionando ¿sobre quién soy yo? ¡Chan! Pequeña pregunta no! “¿Quién soy yo?” Y si… te entiendo, la verdad que es muy difícil contestar esta pregunta, podríamos estar TODA LA VIDA haciéndolo. Creéme si te digo que muchas personas vivieron y murieron sin poder contestar a ésta pregunta.

Muchas veces sentimos que no nos conocemos a nosotros mismos, no sabemos lo que queremos, un día tal cosa y al otro día algo totalmente distinto… no nos tomamos el tiempo de preguntarnos quienes somos realmente, que cosas nos gustan, que cosas no, cuáles son las cosas que nos hacen mejores y cuáles aquellas que nos hacen peores.

Seguramente, durante este día, hayas encontrado o descubierto muchas cosas sobre vos… te invitó a que recordando lo que pensaste te tomes unos minutos para refrescar lo que estuviste trabajando hasta ahora, especialmente el primer desierto y si es necesario reléelo.

Pero ahora te propongo que vayamos un poco más allá… te invitó a que te hagas la siguiente pregunta:

¿Lo que yo soy es lo que realmente quiero ser?

Las siguientes preguntas por ahí te van a ayudar a guiarte un poco, tomate un tiempo para contestar cada una con sinceridad (de nada serviría que te mientas a vos mismo).

¿Soy coherente o autentico con lo que pienso y vivo?

¿Cómo me gustaría ser en mi familia? ¿Respondo al amor que me dan? ¿Soy instrumento de unión? ¿Qué actitudes frente a mi familia me gustaría cambiar? ¿Con mis padres como me gustaría ser? Y… ¿Con cada uno de mis hermanos?

¿Cómo me gustaría ser con mis amigos? Pensá en tus amigos con nombre y apellido. ¿Me pongo caretas? ¿Soy auténtico?

Y… ¿en el colegio? ¿Con mis compañeros, con mis profesores?

¿Y en el boliche? ¿Cómo me gustaría ser? ¿Soy auténtico? ¿Valoro y respeto a los demás? ¿Me valoro a mi mismo? ¿Te parece que el alcohol te ayuda en esto?

Todas estas preguntas responden de alguna manera a lo que querés ser realmente. Pensá en como te sentís cuando sos como te gustaría ser. Si te ayuda un poco más tratá de acordarte de momentos concretos. En esos casos… ¿no te sentís plenamente Feliz?

Esas, en definitiva, son las cosas que te gustarían desarrollar o hacer crecer. Ojo!!!! Cuando digo Feliz me refiero a eso que te llena, que te hace mejor persona, que te plenifica.

Es importante que puedas diferenciar entre las cosas que te hacen verdaderamente feliz y los placeres ó “alegrías” pasajeras.

¿Qué cosas me causan placer o alegría pasajera? Tomate tiempo para pensar en esto algunos minutos.

¿No sentís adentro tuyo que te alejan de la FELICIDAD que buscas realmente?
¿De esa persona que REALMENTE querés ser?

Qué difícil parece hablar de Felicidad, ¿no? Parece muchas veces algo lejano, ideal, utópico, casi imposible.

Pero no nos confundamos, para hablar sobre la felicidad no nos tenemos que ir a otra galaxia. La felicidad no está en un mundo imaginario, en un mundo color de rosas... no, no señor! nada de eso…

Para ser Feliz no hace falta que te vayas a ningún lado, que te escapes de nada. La verdadera felicidad tenés que buscarla en tu realidad, en tu familia, en tu colegio, en tu vida, y como ya te habrás dado cuenta adentro tuyo…ahí es donde Dios te está hablando.

Siempre decimos yo sería feliz si tal cosa, o cuando pase tal otra, siempre estamos postergando nuestra felicidad. No nos damos cuenta que es en nuestra vida de hoy que tenemos que ser felices que sólo contamos con el presente para poder vivir plenamente; que hoy mismo, en este momento, acá en Pascua Joven ya podes empezar a ser Feliz.

Pero para ello debes tener presente que la decisión es tuya! Porque Dios nunca, pero nunca va a decidir nada por vos, nada! Va a estar con vos en tus decisiones, va a estar ahí, va a aconsejarte, guiarte pero nunca va a decidir nada por vos!

Dios más que nadie quiere que seas Feliz. Tenés que animarte a escuchar lo que en lo más profundo te pide tu corazón, tenés que lograr ser coherente entre lo que sentís verdaderamente y lo que hacés. En definitiva, vas a ser Feliz si tomás coraje para ser la persona que realmente querés ser.
Para ir terminando te invito a que leas el siguiente cuento. Si necesitas volvelo a leer, y no olvides subrayar lo que te llame la atención:

Morir en la pavada por Mamerto Menapace

Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.

No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos eran del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a éste debajo de la pava clueca.

Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo izo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las cumbres. Y aunque resultó un animalito o del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Si señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.

Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillitas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tuitá. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de tras, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.

A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.

Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las altura, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre al suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. ¿y él, porqué no volaba así? El corazón le latió, apresurado y ansioso.

Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.

Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.

Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a vieja, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.

¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

Él cóndor nunca logró ser feliz, nunca se animo a ser lo que su corazón le pedía.

Vos sos un cóndor, estas llamado a ser Feliz, animate a vivir como cóndor y no pases tu vida viviendo en la pavada. La decisión es tuya, Dios como vos quiere que seas feliz.

El mejor ejemplo que tenemos es JESUS mismo. El si que supo ser Feliz!. El se jugó y entregó por amor a todos nosotros, fue fiel a sus deseos más profundos.

Dentro de un rato vamos a tener la celebración de la última cena y el lavatorio de los pies. Ambos son ejemplos claros del amor incondicional de Jesús hacia nosotros. Él nos enseña que el servicio es fundamental para amar de verdad porque “el que no vive para servir no sirve para vivir”.

Te invito a que te tomes unos minutos y leas atentamente la lectura de hoy. Te propongo que cierres los ojos y te imagines que vos estás ahí, en la escena. Está Jesús y los demás apóstoles reunidos….

Evangelio según San Juan 13,1-15.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".
"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".
"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!".
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos".
El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios".
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Para terminar te propongo que le pidas a Jesús que te ayude a poder escuchar a tus deseos más profundos y a vivir coherentemente con ellos. A ser feliz, a ser cóndor y a poder vivir, como dice una canción “con los pies en la tierra pero los ojos puestos en el cielo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario