lunes, 3 de abril de 2006

Viernes a la mañana (2006)

Acá estamos de vuelta. Otra vez te voy a pedir que te apartes, buscá un lugar tranquilo en el que puedas encontrarte con Jesús y muy importante, donde puedas encontrarte con vos. Para empezar este rato de oración te propongo que te pongas en manos de Dios, dejalo entrar en tu corazón… entra también vos en el suyo. Hacelo repitiendo esta oración:

“Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves y me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón por mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración”.

Repetila la cantidad de veces que creas necesario.

Ahora sí ya podemos empezar. Nuestra vida es un camino. Pero no es un camino siempre igual. Tenemos distintas superficies. Como habrás experimentado hace un rato no siempre pisamos lo mismo. Durante la vida experimentamos distintas sensaciones. Algunas son muy lindas como pisar algodón ¿se te ocurre algún momento feliz de tu vida donde hayas pisado suave? Seguramente te acuerdes de más de uno. Escribilo.

Pero no toda la vida es algodón, el camino también tiene sus piedras, yuyos y pozos… y están aunque no nos gusten, y no podemos evitarlos ni hacerlos desaparecer.

Hace un ratito tus coordinadores te dieron una piedra, esa representa tu piedra del camino, tus dolores, tu CRUZ. Pero ¿Cuál es esa cruz? Vivimos tan a mil que pocas veces nos detenemos a mirarnos, pocas veces nos preguntamos ¿Cómo me siento? Claro está que muchas veces sabemos lo desagradable que puede llegar a ser la respuesta, entonces directamente preferimos evitar preguntarnos y vivimos tapándonos con máscaras. Pero ahora no te vas a escapar. Quiero que mires para adentro, que te conozcas e identifiques tu cruz. Como ayuda tenés acá una lista de cosas que nos pueden hacer sufrir o molestar, cosas que son nuestra piedra del zapato, que son nuestra cruz. Leela con mucha atención:

  • Mis defectos, interiores y físicos
  • Mis errores
  • Las cosas que me salen mal
  • Problemas económicos
  • Problemas con amigos
  • Problemas con mi familia
  • Los fracasos
  • La muerte de un ser querido
  • Una pelea con un novio/a
  • Una pelea con un amigo/a
  • Una enfermedad
  • Mis pecados
  • El dolor ajeno
  • Una humillación
  • La falta de algo
  • El miedo al que dirán

Releela despacio y tratá de identificar estas piedritas en tu vida. A medida que se te vayan ocurriendo escribilas, si se te ocurre alguna otra también escribila. Leela y releela la cantidad de veces que te sea necesario.

Una vez que las hayas escrito transformalo en oración y pedile a Jesús que te enseñe a llevar estos dolores; decile todo lo que lo necesitás, y también si te cuesta entenderlo.

Ahora quiero que pienses un minuto ¿¿¿¿Cuál es mi reacción ante estos dolores????? Los ignoro, lo enfrento, los asumo, los callo. los escondo, los niego, busco consuelo y trato de olvidarme escondiéndome en el alcohol o la tranza fija del boliche, uso una máscara que simula estar bien… ¿Qué hago?

También escribilo.

Seguramente muchas veces pensaste ¿Por qué a mí?… No sos el primero en preguntártelo…

Estando San Pedro mártir encarcelado, se lamentaba cierto día de la injusta acusación que padecía diciendo: “Pero Señor ¿Qué he hecho yo para ser de esta suerte perseguido?” A lo que respondió una voz que salía del crucifijo: ”¿Y qué mal hice yo para que me clavaran en este madero infame?”

Pensá que Jesús fue el hombre más bueno y perfecto que existió jamás y sin embargo cargó el dolor más grande.

Ahora yo te pregunto… ¿Por qué a vos no? Obviamente ninguno de nosotros elige sufrir. El mismo Jesús trata de evitar el sufrimiento:”Padre si es posible que pase de mi este cáliz… Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”

Si Jesús no se bajó de la cruz antes de morir ¿Por qué me voy a bajar yo? Siempre vamos a sentir la tentación de bajarnos e incluso alguna vez bajemos los brazos pero…un tropezón no es caída. No somos de cartón corrugado, nos vamos a caer pero lo importante es que nos sepamos levantar. Tenemos que ponernos en manos del Padre y confiar, confiar en Él y también confiar en nosotros.

Cuántas veces nos damos por vencidos sin siquiera hacer el intento… cuántas. Nos tiramos abajo, nos sentimos demasiado chiquitos para poder soportar un dolor tan grande, pensamos que ese sufrimiento no va a terminar nunca… Pero termina, algún día la herida deja de sangrar. A veces tarda poquito, otras veces tarda mucho y pensamos que es demasiado pero tarde o temprano termina. Pensalo así Siempre que ha llovido ha parado, el sol vuelve a aparecer.

La madre Teresa decía: “La santidad no consiste en llevar a cabo cosas extraordinarias, consiste en aceptar con una sonrisa lo que Jesús nos envía, consiste en aceptar y seguir la voluntad de Dios”

La vida no va a ser siempre alegrías, lo sabemos; van a haber tiempos difíciles, el desafío está en cómo los enfrentamos, y Jesús está para acompañarnos siempre y enseñarnos cómo enfrentar los distintos momentos de nuestra vida. Creo que todos nos podemos identificar con las palabras que dijo la Virgen de Lourdes a Santa Bernadette: “…No te prometo alegrías ni consolaciones en esta tierra, sino pruebas y sufrimientos.”

Seguramente hayas visto la película “La Pasión”, yo la ví hace un par de días. La parte que más me impresionó, que más me llamó la atención, que más me emocionó es cuando a Jesús se le entrega la cruz. ¡con cuánto AMOR abraza Jesús el madero! Esa cruz en la cual carga nuestros pecados. La sostiene fuerte y firme, la AMA. Así tenemos que aceptar nosotros la nuestra, amándola con una sonrisa.

“Abrazado a Ti en tu cruz quiero por amor permanecer…”

Ahora ¿qué pasaría si no aceptamos, si no cargamos nuestra cruz?? Dios te dio, te confió una misión te la dió a vos_______________________ (escribí tu nombre) es tuya, sólo tuya. Hay algo -no necesariamente grande- pero algo que si vos no hacés, una cruz que si vos no cargás, nadie va a hacer, nadie va a cargar. CHAN!!! Que responsabilidad ¿no? Santo es aquel que cumple su misión, que carga con su cruz. No te olvides que Jesús nunca nos abandona, SIEMPRE ESTÁ con nosotros ayudándonos a soportar esos sufrimientos.

Siempre hay mucha gente, pero a veces de tantos, no hay nadie; está sólo Jesús, Él nos entiende. Entiende que eso que nos pasa ya sea una pelea con un novio/a, o la muerte de un familiar es importante y doloroso para nosotros -aunque muchas veces para las personas que nos rodean sean idioteces-. JESÚS NOS SOSTIENE EN NUESTROS DOLORES.

“Yo a tu lado he caminado

Junto a ti yo siempre he ido

Aún a veces te he cargado

Yo he sido tu mejor amigo”

No te tenés que olvidar que no caminás solo, no, somos muchos, muchísimos; y hay veces en las que no podemos cargar la cruz solos. En esos momentos tenemos que saber pedir ayuda…

“Cuando lo llevaban detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús”

Muchas veces nuestra cruz, tu cruz es muy pesada y necesitás que alguien te ayude, te dé una mano. No temas pedir ayuda, que no te importe mostrarte vulnerable ante otro, que no te importe el que dirán. Juntá coraje y animate. Si Jesús siendo Dios necesitó ayuda… ¿Porqué vos no ibas a necesitarla?

¿En qué situaciones te es más difícil pedir ayuda? ¿A qué persona te animás a pedírsela? ¿y a Jesús le contás tus dolores? (aprovechá para hacerlo ahora...)

Una cosa muy importante es que tenemos que cargar y aceptar nuestras cruces ahora, no mañana ni pasado, AHORA. Jesús te llama hoy a seguirlo, no va a esperar que tengas ganas…

“El que quiera seguirme que tome su cruz y me siga”

Y no te olvides que el único camino a la salvación es por Jesús; y a Jesús lo seguimos cuando aceptamos y cargamos nuestra cruz.

Antes de terminar quiero contarte una anécdota. Seguramente hayas escuchado hablar del cardenal Van Thuan. Este hombre pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en régimen de aislamiento. Estando cautivo él escribe: “…Me vienen a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio, …Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mayor parte de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”.

No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda mi vida. Si me paso el tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte…”

¡Que bueno sería que te propongas vos también vivir el momento presente colmándolo de amor! Sin importar qué tan grande sea tu cruz.

Ahora que ya descubriste tu cruz te invito a que la agarres, sostenela y ahora… CARGALA, llevala, llevala siempre con amor, con una sonrisa.

Aunque me cueste

Aunque no pueda

Aunque reviente

Aunque me muera

Sólo lanzado a la aventura de tu amor

Mi vida tiene sentido

Y la aventura de Tu amor es la aventura de Tu cruz

No hay comentarios:

Publicar un comentario