jueves, 28 de marzo de 2013

Jueves Santo a la mañana (2013)

¡Hola! ¡Bienvenido a tu primer desierto de Pascua! ¿Sabés de qué se trata esto? ¿Escuchaste a Malu y Kevin cuando explicaban lo que significa hacer un desierto? Si nunca hiciste uno y estabas distraído o no escuchaste bien, te explico cómo se hace y, si ya lo sabes, nunca está de más recordarlo. Pensémoslo juntos primero: ¿a qué te suena la palabra “DESIERTO”?
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El desierto es un lugar que está muy lejos de tu casa, de tu colegio, de tu club... Es un lugar donde encontrás silencio, paz, tranquilidad, soledad. Todas esas características y muchas de las que seguramente pensaste vos lo hacen ser un lugar ideal para poder frenar, salir de la rutina, pensar y reflexionar sobre uno mismo. No sé si sabías, pero hace muuuuuuchos años Jesús fue al desierto, muy lejos de la ciudad dondel vivía. Lejos de la gente, del ruido y de todo lo que lo distraía para encontrarse con Dios. Ahí se quedaba en oración durante mucho tiempo: rezaba, dialogaba con su Padre, le hacía preguntas, lo escuchaba, reflexionaba sobre su vida... y le encantaba estar ahí porque se llenaba de ideas, de paz y de fuerzas para seguir con su misión en la Tierra. Pero claro, te preguntarás de qué estoy hablando si vos viniste al Colegio Marín y no a un desierto. Acá no hay arena ni cactus y, además, seguramente no hayas encontrado todavía mucha soledad ni mucho silencio. Pero acá está el secreto: el desierto está en vos, está dentro tuyo, vos lo armás, vos lo creás y vos lo pensás. Vos lo escribís y por esta razón no tiene tanto que ver con el espacio físico en el que estás, porque un desierto puede darse cuando vos quieras y en el lugar que vos elijas.

Es un momento único. Por eso, mi primer consejo es que lo aproveches, lo disfrutes y lo hagas algo TUYO: si te gusta alguna frase, subrayála o resáltala; si te hace acordar a algo, escribílo. Escribir lo que vas pensando y rezando muchas veces te ayuda a concentrarte mejor. Yo estoy acá sólo para guiarte, para ayudarte, para que puedas encontrarte con Jesús y con vos mismo. Vos y el Señor Jesús son los únicos importantes ahora...

¡Tranquilo/a! A veces toma tiempo concentrarse. Sin embargo, te aseguro que si vos ponés de tu parte y yo pongo de la mía, ¡¡¡esto vale la pena!!! ¿Estás listo? Acá va, entonces, mi segundo consejo: buscá algún lugar tranquilo, un lugar que te guste. Te recomiendo que sea lejos de tus amigos y de los chicos/as que conoces porque eso te puede distraer. Está bueno aislarte un poco ahora -por más difícil que sea- por la cantidad de chicos que te rodean. Intentalo, buscá el silencio. Te recuerdo: los únicos importantes ahora son Jesús y vos y no importa cómo llegues en tu relación con Él, este puede ser el espacio para reencontrarte, para disculparte, para que te escuche. Encontrá una posición cómoda (ojo, ¡no tanto como para quedarte dormido!). Acordate que este es un momento de oración y la oración se sostiene y necesita de tres patas: la mente, el cuerpo y el corazón. Ahora sí, para empezar a hablar con Dios ponete en presencia de Él: saludalo a tu manera a Él que es tu amigo. No tengas vergüenza de quién te pueda estar mirando.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Somos muchos hoy, acá, empezando a vivir esta Pascua Jóven. Y vos sos UNO de ellos, único entre tantos. Como diría la Madre Teresa: “somos una gota en el océano, pero sin esa gota, el océano no sería el mismo”. En esta Pascua 2013 VOS sos tan importante como esa gota de la que habla M. Teresa.

¿Qué te trajo a este océano?

Quizás caíste acá porque venían todos tus conocidos, porque lo viste en Facebook, tu hermano te lo recomendó; porque venía el/la chico/a que te gusta, porque “venir a Pascua está de moda”, porque no querías irte de viaje con tu familia porque te daba mucha fiaca; porque tenés ganas de hacerte amigos o quizás porque querías encontrarte con Jesús en esta Semana Santa. La cuestión es que una manera u otra viniste: algo o alguien te llamó a venir, te llamó a vivir esta Semana Santa de una forma distinta. Siempre para elegir un camino hay que renunciar a muchos otros… a veces es fácil elegirlo, a veces el camino correcto parece estar muy claro, pero a veces no.

¿Quién/qué te trajo a Pascua? ¿A qué renunciaste? ¿Por qué lo hiciste? Tal vez te ayude contártelo vos mismo. Escribílo.

Hace un rato leímos un evangelio y vimos una representación del mismo. Este evangelio es muy importante: nos va a acompañar a lo largo de toda la Semana Santa, lo vamos a leer varias veces. En este pasaje del evangelio Jesús tiene gestos nobles que nos van a dejar lindas y buenas enseñanzas. Leámoslo con atención una vez más:

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua; Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Prestá atención a la primera oración. ¿Te acordás del actito? Viste cómo Jesús iba de lugar en lugar, pasando por tantos pueblos y buscando a todos los que estaban allí: Él busca a TODOS. Nuestro buen Jesús realmente quiere llegar a TODOS, invitar a TODOS –sean de donde sean, vengan de donde vengan, estén donde estén–. Increíble cómo no deja a nadie afuera. Acá está la primera actitud que Él quiere despertar en nosotros. A Jesús no le importa si sos de Zona Norte o de Zona Sur, si sos feo o lindo, gordo o flaco, si te va mal en tus estudios o sos el mejor de la clase. No le importa tu clase social o económica, no le importa a que colegio fuiste, no le importa si sos creyente o no. Él te ama como sos y te invita hoy a seguirlo sin compararte. Ahora imaginate que Jesús, hoy, pasa por tu pueblo: ¿Cuál es el nombre de tu pueblo? ¿De dónde venís? ¿En qué lugar te encontrás HOY? Si Jesús pusiese pausa hoy en TU vida… ¿Qué hay? ¿Qué encuentra? ¿Qué personas están ahí? ¿Quiénes te guían? ¿Están tu familia y tus amigos? ¿Qué actividades estarías haciendo? ¿Cómo te sentís hoy? ¿Qué sensaciones tenés? ¿Qué te motiva en la vida? ¿Cuáles son tus pasiones? ¿Qué soñas? ¿Cuál es el  ideal de tu vida? Si realmente hoy pasa Jesús por tu pueblo, te toca el timbre de tu casa y te invita a seguirlo: ¿qué hacés? ¿Te sorprenderías, lo dudarías, confiarías en Él? ¿Irías pero con miedo o saldrías corriendo de alegría a seguirlo? ¿Cuál es tu relación con Jesús HOY? Antes deberías preguntarte, ¿Lo conoces a Jesús? ¿Mucho, poco? ¿Te gustaría conocerlo? Pensá, tenés tiempo. Tomate estas preguntas en serio, no es un ping- pong de preguntas y respuestas. Agarrá una hoja, escribí lo que te va surgiendo, no importa si no llegás a responder todas las preguntas… hay preguntas que no significan nada para vos –si querés no les prestes atención–, pero hay cosas que TENÉS que empezar a dejar de esquivar, es hora de empezar a buscar respuestas, hora de preguntarte por TU vida.

Me imagino que querrás saber para qué es esa pelotita que te dieron. Después de pensar todas estas preguntas, te invito a que plasmes tu realidad en esa pelota. Elegí las palabras que más te representen, aquellas que reflejen y muestren de qué está compuesta tu REALIDAD: cómo es tu pueblo, qué hay hoy en tu vida, quiénes están allí, qué hay de bueno y qué hay de malo. Animate a armar tu pelota… ahí estás vos. Cuando termines, mirala, querela, volvé a leer lo que hay adentro y empezá a conocerte.
“Conócete a ti mismo y sé lo que eres”. Sé que no es muy fácil conocerse y hablar de uno mismo. Muchas veces, lamentablemente, hasta se nos hace más fácil hablar de los demás. Y a la hora de hablar de uno, parece más fácil hacerlo de tu aspecto exterior. Es lo más conocido, ¿no? De lo que más nos ocupamos y preocupamos. Pensá un minuto: ¿cuánto tiempo al día le dedicás a tu cuerpo? Entre que te vestís, comés, te peinás, vas al gimnasio, te bañás, etc…

Ahora te pregunto, ¿qué tan seguido ponés tu interior frente al espejo? ¿Cuánto tiempo le dedicás por día? Siempre vas a encontrar características tuyas que no te gustan así como también vas a encontrar cosas que te sorprendan, que no sabías que tenías y otras que te encantan. De a poquito vas a ir descubriendo tus talentos. Cada uno es único e irrepetible. No hay dos personas iguales en el mundo, no hay dos pelotitas iguales en esta Pascua. ¡Gracias a Dios no somos todos iguales! Imaginate qué aburrido sería el mundo si todos fueramos iguales, si todos pensáramos igual, todos actuáramos de la misma manera…

Todas estas pelotitas que ves que los chicos están haciendo a tu alrededor son sus realidades, sus vidas. Distintos colores, distintas frases, características, virtudes y defectos las componen. Todas estas pelotitas juntas hacen un gran mundo, una gran comunidad. Tenemos en esas pelotitas errores que nos frustran mucho pero también virtudes y dones que nadie más tiene. Hay cosas que sólo vos sabés, momentos que sólo vos conocés cómo los viviste y qué te generaron. Pero te cuento otro secreto: no estás solo. Hay un Amigo que te nombré antes, Jesús. Siempre está ahí, al lado tuyo, mirándote desde antes del principio, acompañándote, amándote incondicionalmente. Aunque ni siquiera supieras quién era, Él estaba ahí. Él esta acá, está siempre, no hace falta que hagas grandes cosas para acercarte. Él te ama así, con lo que sos, vengas de donde vengas. Hacé el esfuerzo de abrirte, que tu corazón quede desnudo. Si estás herido, si las cosas no te fueron fáciles, te aseguro que para Él tampoco. No es necesario que seas perfecto para conocer a Dios… empezá por lo más chiquito, despertá tus sentidos, mirá a tu alrededor y elegí ser vos mismo.

Vos _________________________________ sos para Dios sumamente importante.
Mi último consejo en este primer desierto es que aproveches este retiro para ENCONTRARTE. Mirá lo que sos y lo que fuiste y, así, empezá a pensar en lo que querés ser.


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