jueves, 28 de marzo de 2013

Jueves Santo a la tarde (2013)

¡Hola! Qué bueno que volvés a estar en el desierto, en el silencio. Tratá de calmar la mente, respirá profundo y dejate guíar por la lectura…

Bronca, rechazo, incomprensión, tristeza, lástima, pensar “que suerte que no me pasa a mí”… son muchas de las cosas que seguramente te fueron surgiendo recién en tu grupo cuando viste las imágenes. Estas imágenes muestran las distintas realidades que pasan alrededor tuyo todos los días. A veces vas demasiado metido en tus cosas como para darte cuenta. Pero a veces lo ves muy de cerca, ¿no?

¿Cómo te sentís frente al pibe que se prende un porro en una fiesta? ¿Frente a un tipo durmiendo en la calle? ¿Una chica en una esquina, esperando que la levante un auto? Ahí es cuando nace el prejuicio: uno suele marginar, apartar. Cuesta tanto ver estas realidades que uno trata de cerrarlas atrás de un titulo o un nombre para olvidarse del tema -en vez de tratar de entender por qué pasan estas cosas, por qué hay gente viviendo así-. Es muy difícil entender lo que no te parece correcto, lo que jamás harías. Ahora te invito a que abras la cabeza y que esto se te haga costumbre cada vez que algo te haga ruido, cada vez que algo no te parezca “normal”. Te invito a que aprendas a tratar de encontrar el por qué.
Todos sabemos lo que pasa en estas realidades: el drogadicto se droga, la prostituta vende su cuerpo por plata, el pobre vive en condiciones extremas, el transexual cambia su sexualidad, la anoréxica no se alimenta, el ladrón roba. Ahora, ¿pensaste alguna vez por qué viven así?
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¿Pensás que ellos eligen vivir así o siempre fueron personas distintas que simplemente viven situaciones “raras”?
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La primera reacción es prejuzgarlos, encasillarlos, discriminarlos (diferenciarlos de nuestra realidad, creyendo que viven otra realidad ajena a la mía): “el negro villero”, “la puta”, “la anoréxica”, “el chorro”, “el drogón”, “el traba”. Todas estas personas están fuera de la sociedad. No son otro estrato social en la pirámide, no están por debajo, si no que están fuera de la sociedad: son marginados.
Son marginados porque vivimos en un mundo con situaciones injustas. "Prejuicio" significa "juicio previo", por eso prejuzgar es juzgar a alguien y/o determinarlo sin siquiera tratar de conocerlo y entenderlo.

¿Qué situaciones injustas crees que generan marginación?
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Los marginados son la razón por la cual Jesús nos trae su mensaje. Es Él quien les vuelve a decir a ellos: “en medio de tantas injusticias que sufren, yo les aseguro que ustedes serán los primeros”.
  Él viene a salvarlos, a mostrar que su mensaje de amor se basa en unirlos a la sociedad, dejando en claro que todos pertenecemos. Porque mas allá de cualquier diferencia física, económica o de opinión, todos somos capaces de amar. En eso todos fuimos hechos iguales, porque para eso estamos en este mundo. Esa es la razón por la cual no somos quiénes para marginar… no deberíamos sentirnos marginados o definidos por nadie. Ahora, preguntate (acá nadie va a mirarte o señalarte con el dedo, sos sólo vos frente a Jesús): ¿sos de prejuzgar a personas distintas a vos? ¿Por qué pensás que lo haces? ¿Te cuesta entender otras realidades? ¿Cuáles?
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¿Te sentís marginado, fuera de tu familia, de tus pares, de tu sociedad? ¿Sentís que los demás no te entienden o no te aceptan? ¿Sentís que eso no te deja ser vos mismo? ¿Cuándo?
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¿Cuantas veces escuchaste la frase: “si Dios existiera no habría pobreza”? “Si Dios existiera no habría sufrimiento”. Es muy importante que hoy sepas que Dios está presente en esas realidades, luchando para que se mejoren, tratando de calmar el dolor. Pero, para hacerlo, necesita de tu ayuda (¡sos ni más ni menos que instrumento de Dios!). Y lo primero que podés hacer para ayudar es no prejuzgar a personas que viven de una forma indigna, para que deje de haber marginación. La primer forma de ayudar es integrando, primero, en tu cabeza. No seguir encasillando a las personas que sufren, porque eso solamente los margina y separa aun más.
Pensá en las situaciones del evangelio en las que Jesús va por el camino: los marginados, los distintos, están al costado del camino sin nadie que les preste atención… todos pasan indiferentes. Jesús es el que frena, los mira y los vuelve a invitar a que se sumen al camino -camino de tener una vida digna, intentando día a día superar las injusticias que los hacen sufrir tanto a ellos como a Dios-. Dios es el primero en sufrir esas realidades, no se las da a nadie y no se las desea a nadie. Él quiere que todos sus hijos vivamos en plenitud y sufre por esas personas que sobreviven en vez de vivir. Es muy difícil a veces entender esto, ¿no? “¿Por qué nací en donde nací y no en la pobreza? ¿Por qué puedo estudiar dignamente? ¿Por qué no vivo dependiendo de la droga?”. Son preguntas que está bueno que nos las hagamos, que las repasemos en nuestra mente y en nuestro corazón. No podemos dar una respuesta segura -y lo más probable es que no encontremos respuesta-, pero lo que vale es que te lo preguntes, que no te acostumbres frente a estas realidades y, sobre todo, que no te rindas frente a ellas.

¿Por qué crees que naciste donde naciste? ¿Te preguntaste alguna vez por qué no naciste en otro lado? ¿Por qué tenés estas oportunidades y no otras?
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La duda vale mucho más que la certeza. Aunque le huyamos, es la duda la que nos impulsa, la que nos mantiene en movimiento, la que nos permite conocer (o intentar hacerlo, en la medida de lo posible). No dejes de preguntarte estas cosas: preguntátelo a vos mismo, charlalo con tu familia, con tus amigos, pero sobre todo preguntáselo a Dios. No tengas miedo de preguntarle POR QUÉ pasan cosas que no entendés. No tengas miedo a dudar, es justamente la duda lo que te va a abrir la cabeza y permitirte elegir lo que pensás que es lo mejor para vos.

Cuando prejuzgues o cuando sientas que otros te juzgan, acordate de que Jesús fue el mayor ejemplo de marginado y, a su vez, la persona que más amó en el mundo. Juzgar separa, el mensaje de Dios está basado en la unión. Si querés seguir Su mensaje, tenés que tratar de rechazar la separación y pelear por la unión.

No sabemos lo peligroso que puede ser para otra persona sentirse excluida, lo que puede llegar a destruir su integridad. ¿Sos consciente de lo que puede destruir a otro el sentirse separado? Muchas veces, es ese mismo sentimiento el que lo mantiene alejado en situaciones que te parecen "raras"… Preguntate esto y anotá lo que te surja respecto al tema.

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De ahora en más, te invito a que cuando conozcas una realidad distinta a la tuya, antes de prejuzgar y alejarte, te preguntes por qué será que esta persona vive así y cómo podés hacer para que la separación entre él y vos se acorte. Para que esa distancia sea menor, lo que hay que entender es que quizás esa persona tiene distintas posibilidades de mejora y de cambio que las que tenés vos.

¿Cómo te gustaría actuar frente a alguien que sentís que es distinto a vos? ¿Te sale hacer eso o en vez te sale actuar de otra forma?
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¿Cómo te gustaría que los demás te trataran cuando te sentís/pensás/opinás diferente?
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Hoy en la Última Cena el Señor invita a comer con Él, en primer lugar, a todas las personas que viven estas realidades de marginación. Quiere sentarse con ellos, poder estar a su lado y escucharlos, poder compartir el pan y sobre todo lavarles los pies, ponerse a su servicio. Son quienes más necesitan la compañía de Jesús, por lo tanto los que menos marginados deberían estar. Ayudá a no marginar, a no prejuzgar, a buscar el por qué de las cosas antes de encasillar, a no quedarte en la comodidad y preguntarte todo eso que no te cierra. Animate vos, hoy y ahora, a empezar a abrir la cabeza, a jugarte por los últimos (quizás sin cambiar el mundo, sino más bien siendo una gota en el océano, como decíamos en el desierto de ayer), a ser instrumento de Dios, sinónimo de unión en una sociedad que necesita más comprensión y menos prejuicio, más paz y menos violencia.


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