viernes, 3 de abril de 2009

Viernes a la mañana (2008)

Nos encontramos nuevamente acá. A estas alturas del retiro, me imagino que ya te habrás acostumbrado a estos lindos momentos de intimidad con Dios… calculo que ya no te pasara como en el primer desierto, que no te daban tantas ganas de reflexionar, así que te ibas con tus amigos a hacer los desiertos juntos.

No, veo que ya estas solo, cómodo, en silencio, y en oración, así que estaría bueno que empecemos.

Si queres, podes empezar con una oración, y lo mejor para esto, no es una oración estructurada, armada, sino que seas completamente sincero. Que trates de escuchar lo que Dios te quiere decir ahora. Si queres preguntarle algo, ¡hacelo! No hay mejor oportunidad que ahora, preguntale lo que quieras, tus dudas, algún “por qué” que quisieras conocer… no se, lo que quieras, preguntalo… quizás, encontras algunas respuestas en este desierto, y si no, por lo menos ya sabes que pusiste en manos de Dios todas esas dudas, todas esas preguntas…

Tal vez, una de tus preguntas sea a que apuntaba la dinámica que vivimos hace un ratito.
Por qué una pila de ladrillos… y una cruz, tapada por ladrillos, ¿por qué caminamos para atrás? Por qué… no sé cuantos por qué habrá en este momento en tu cabeza y en tu corazón, pero te propongo, si tenes ganas, que tomes algo para escribir, y anotes todas esas dudas que te surgieron, o que a lo mejor te sigan saliendo de adentro durante todo el desierto…

Si queres, primero vemos un poco, qué es lo que significó todo este momento de dinámica… Cuando estabas parado frente a la imagen de Jesús en el huerto de los olivos, fuiste escuchando una serie de situaciones, a las que estamos expuestos casi a diario. Y al final de cada situación por la cual pedías perdón, dabas un paso atrás, y te alejabas de Jesús. Pero al final, cuando te diste vuelta, encontraste una cruz toda tapada de ladrillos. Seguro te sentiste bastante raro al ver todo esto. Como que nada tuvo mucho sentido, ¿no?

Es que en general, estamos expuestos a todas esas situaciones, todos los días, y en todos los ámbitos. En el colegio, en casa, con la familia, con los amigos. En todos lados hay situaciones dolorosas. Y muchas veces, éstas nos van alejando de Jesús (como te ibas alejando de Él cuando dabas los pasos hacia atrás). Pero casi siempre nos concentramos mucho más en cuánto nos alejan de Dios todas estas cosas, que en pensar que cada situación mala en nuestra vida, es una oportunidad de acercarnos a Él.

Si pensas un poco en la dinámica, cada situación te iba alejando de Jesús en el huerto, es cierto, pero si los pasos los hubieras dado, mirando hacia el otro lado, en realidad, lo que hacías, era acercarte un poco más a la cruz de Jesús. O sea, que todas esas situaciones a las que estas expuesto a diario, te alejan de Dios, solo si vos no buscas el perdón, el que se aleja de Dios sos vos, no Él. Jesús siempre esta en cruz, con los brazos abiertos para abrazar todos esos dolores que vos le ofreces, y desde ahí darles un sentido.

Ahora, cuando terminaste la dinámica, cuando te diste vuelta, viste una pila de ladrillos que tapaban la cruz. Eso si que seguro no lo entendiste. Y encima te hicieron pasar a buscar un ladrillo de la pila, y también te dieron una tiza y te hicieron irte al desierto sin explicarte nada.

Bueno, no te preocupes, todo tiene una explicación… Ese ladrillo simboliza a todas esas cosas que te pesan en la vida. Todos esos dolores, todas las heridas sin sanar, todas las personas que te lastimaron, o tal vez las personas a las que vos lastimaste y que aún no te podes perdonar a vos mismo por haberlo hecho.

Antes de pasar al ladrillo, sería bueno que repasaras en tu cabeza (si queres escribir en un papel todo lo que pensas podes hacerlo) todos esos pecados que te pesan.

Hacé memoria, acordate de cada pecado que te causa o te causó dolor. ¿Son muchos? ¿Pasaron hace mucho tiempo? ¿Te alejaron de Dios, o fueron una oportunidad para acercarte a pedirle perdón? ¿Hay cosas por las que no te perdonaste todavía? ¿Cuáles son esas cosas que tenes que perdonarte? ¿Hay muchas debilidades, bajezas en vos? ¿Trabajas para mejorar esas bajezas, o crees que sos así y que esas cosas no se pueden cambiar? En cuanto a los otros ¿hay cosas por las que tenes que perdonar a los demás? ¿A quienes tenes que perdonar? ¿A papá, a mamá, a tus hermanos, a algún amigo o amiga, a tu novio o novia, a algún compañero? Anota todos esos nombres, acordate de cada cara, y perdonalos, intenta perdonarlos, aunque te cueste y te duela el alma, intenta perdonarlos, intenta amarlos, con todos sus defectos. Nadie es perfecto, todos tenemos defectos, y Dios nos ama igual, así, como somos, con defectos y virtudes, y especialmente nos ama por esos defectos. Porque ellos muestran cuan humanos somos. Entonces, amá, y dejate amar, que es la única manera de vivir plenamente la vida.

Volviendo al perdón, ya hablamos de vos y de los que tenes alrededor, pero tal vez también tenes algo que perdonarle a Dios. ¿Hay algo que crees que le tenes que perdonar a Dios? ¿Generalmente culpas de muchas cosas a Dios? ¿Qué te parece que tenes que perdonarle a Dios?

Ahora que ya estuviste pensando un poco acerca de todas estas cosas, te propongo que con esa tiza que te dieron, escribas en el ladrillo, todas esas cosas que te pesan, todos esos dolores, todos esos nombres que te duelen, que te lastiman, todas las situaciones que te hacen doler el corazón. Y después de escribir todo esto, intenta perdonar, a los que tenes alrededor, a los que están lejos, a vos mismo, a Dios, a todos.

En tu vida siempre va a haber situaciones dolorosas, en las que nos hacen sufrir a nosotros, o en las que nosotros hacemos sufrir a los demás. Nadie esta libre de eso, porque el amar siempre conlleva dolor. No podemos hacer nada para evitar sufrir, pero si se pueden vivir de manera diferente los dolores. El dolor puede ser una oportunidad de ver más allá del dolor mismo. El dolor puede ser una oportunidad de crecimiento, de aprendizaje, puede ser una oportunidad de ver todo desde otra perspectiva, y hasta puede ser una fuente de amor para otros. Puede ser una oportunidad de unirnos más aún a Dios. Puede ser una nueva oportunidad de ser hijos pródigos, y volver arrepentidos a Dios, a buscar su amor misericordioso en el consuelo y en Su perdón.

Y en este milagro que es el amor, no hay que olvidarse nunca de la importancia de la misericordia, de ser misericordioso con los demás, de poder sentir el dolor de ellos también en nosotros. El sentir compasión, que es exactamente eso, compadecerse, compasión es padecer- con, es padecer con el otro, es compartir el dolor, el sufrimiento, y no hay mayor medida de amor que compartir los dolores de los otros. El poder, desde ese compadecer, brindar un perdón sincero, un perdón puro, un perdón desde el corazón.

Es cierto que hay momentos en la vida en que parece que ya no aguantamos más, que todo lo que pasa nos supera, y que es demasiado para nosotros. Pero, si Dios te prueba en cosas de la vida, es porque sabe que vos tenes fuerzas suficientes para enfrentarlas. Por eso mismo, esperá y confiá… en el tiempo de Dios, todo se resolverá. Entregate a Él sin miedo. Dios nunca te va a dar más peso del que podes cargar.

Acepta entonces todas las pruebas a las que Dios te someta, todas esas pruebas solo van a servir para engrandecer tu espíritu, y entonces vas a ser testimonio vivo de todo el amor de Dios, transmitirás todo lo que Él es a los demás, a través de tus actos.

Cuando todo parezca triste, cuando los desamores, la falta de creencia y la desesperanza insistan en entrar en tu corazón, buscalo, Él nunca abandonó a quien necesitó de Él, y no vas a ser vos, que confias en el, a quien va a dejar desamparado.

Cuando todo parece perdido, y la esperanza desaparece, buscalo, Él está a tu lado, aunque no lo veas y no lo sientas.

Él te dice: “cuando las lágrimas insistan en caer de tus ojos, y quieran rodar por tus mejillas, recuerda la sangre que derrame por ti, para que fueras feliz… Vamos, pon una sonrisa en ese rostro, levanta la cabeza y sigue adelante, de frente, luego sentirás mi presencia y todo se resolverá”.

Pone una sonrisa en tu rostro, no solo hoy, sino siempre. Sólo con una sonrisa, podes hacer que los días grises de algunas personas a tu alrededor, se hagan más claros. Mira al mundo con ojos llenos de amor, de paz, de comprensión. Que el amor de Dios se refleje siempre en tus ojos, para que todos los que vengan a vos, sientan Su presencia.

Dios siempre espera ante la puerta de tu corazón, vos sólo tenes que abrir la puerta y dejarlo entrar, porque la puerta del corazón, solo se puede abrir desde adentro.

Para ir terminando, sería bueno que durante el día de hoy, ofrezcas a Dios a todas esas personas a las que tenes que perdonar, todas esas personas a quienes les tenes que pedir perdón, todos esas cositas que tenes dando vueltas en el corazón, que tal vez no te gustan mucho. Bueno, ofrecéselas a Jesús con todo el amor que tenes y pedile que las transforme en fuente de amor y de crecimiento.

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