domingo, 6 de abril de 2003

Sábado a la tarde (2003)

Este es tu último desierto, tu último momento de reflexión personal en la Pascua.  Tomatelo muy en serio, buscate un buen lugar para hacerlo y alejate de todo lo que te distraiga. Tomate tu tiempo, trabajá con total tranquilidad y seguí los pasos de la guía, no te adelantes.

Antes de comenzar, ponete en la presencia de Jesús haciendo la Señal de la Cruz y hacé un momento de silencio; cerrá los ojos. Pensá en todo lo que viviste en estos días en Pascua. Pensá en todo aquello que compartiste, lo que aprendiste y todo lo que trabajaste.

Ahora sí, podemos empezar. Primero que nada pensá y anotá en una lista todos aquellos lugares en los que encontrás a Jesús. Pensa también porqué lo encontrás ahí y de que forma se te manifiesta. Pensá en lo momentos mas difíciles que viviste, ¿como encontraste a Jesús?

Mira un poco la lista y fijáte si no te olvidás de nada.

En tu lista, ¿Figura alguna persona? ¿Alguien a través del cual Jesús se te manifieste? ¿Alguien en quien podés encontrar a Jesús?

Si las hay, ¿Cuántas son? ¿Hay mayoría de personas en tu lista? ¿A quienes les diste prioridad? ¿En quienes pensaste primero?

Te invito ahora a que leas el siguiente cuento:

 

EL FOGÓN IMPOSIBLE 

Era una región muy fría. Los hombres eran pobres y no tenían medios para defenderse contra una temperatura que los mataba. 
Un viajero pasó por la región, y se apenó mucho. El viajero era muy sensible al dolor, y amaba a las personas que sufren. 
Después de largas reflexiones creyó posible una salida. Aquellos hombres podrían reunirse a la noche, cuando el frío se hacia más crudo, y abrigarse todos, junto al fogón. 
Hizo un primer viaje, él mismo llevo la leña para el fogón. Explicó su proyecto a la gente de la región.
Como no podía llegar el mismo al lugar donde se haría el fuego salvador, entregó a cada persona un pedazo de buena leña. A varones y mujeres... a los adultos y a los niños a todos les entrego un trozo de leña de acuerdo a sus fuerzas. Dejó las instrucciones necesarias y se fue con la promesa de regresar cada día con una carga de leña, para el fogón de cada noche. 
El sol cayo rodando detrás del horizonte. El frío cabalgó sobre la brisa y comenzó a correr por la región. 
Los habitantes se pusieron lentamente en marcha hacia el lugar indicado. 
Llegaron, formaron un gran círculo en torno al lugar indicado. Se miraron silenciosos, los unos con los otros. 
Cada uno abrazaba entre sus ropas un pedazo de leña, como si fuera su propia salvación. 
Nadie se movió de su lugar... 
Cada uno apretó mas fuerte entre sus brazos su propio pedazo de leña. 
El frío se hizo como cintas de acero y cortaba la piel. 
Todos comenzaron a temblar... uno dijo al de su lado: ¿Dónde esta el fogón? 
El otro respondió: Yo no veo nada. ¡Nos engañaron! 
Y un confuso murmullo recorrió la ronda. 
Y siguieron esperando. 
Las primeras estrellas comenzaron a temblar en lo alto. Un murmullo más denso recorrió la ronda. 
Era de rabia y de protesta. 
Después fueron gritos, discusiones e insultos. 
Y comenzaron a marcharse a sus casas. 
Cada tallo llevaba entre sus ropas un pedazo de leña. Y lo acariciaba como si fuera su propia salvación. 
El frío congeló las voces de la región. El silencio era como un bloque de hielo que apretaba los árboles y las casas con un guante de cristal. El sol anunció la bondad de un nuevo día. Sus primeros rayos fueron rompiendo el cerco del frío. 
La aldea despertó, pero durmió en muchos que habían muerto. 
Y llegó nuevamente el viajero generoso. Venía con su carga de leña. 
Los habitantes se acercaban a él y lo miraban con ojos llenos de rabia. 
Y el buen hombre comprendió! Con mucha calma, con voz potente, que les dio miedo a los habitantes, les dijo: ¡Ustedes son responsables de los que murieron de frío! ¿No les di acaso la leña necesaria para que todos se abrigaran junto al fuego? 
Pero ustedes son tan ruines y mezquinos, que cada uno guardó su pedazo de leña. 
¿No se dan cuenta de que la gran hoguera se hará si todos entregan su pedazo de leña? 
Y el viajero amigo se marchó amargado. 

El caminante terminó enardecido el relato de esta parábola, y agregó: “Nadie de ustedes morirá de frío por falta de leña, ni nadie morirá de hambre por falta de amor y solidaridad. 
“Aprendan a salvarse juntos, si no quieren morirse solos".

Que fácil que hubiese sido para la gente de la aldea salvarse, ¿no? Pensar que si cada uno ponía su pedazo de leña, hubiesen formado una fogata gigante y no hubiesen tenido frío. Que lastima que no hayan podido trabajar en equipo ¿no?

Pensá un ratito lo siguiente: comparemos la aldea con la Tierra. Los aldeanos seriamos nosotros. Estamos muriéndonos de frío, y de repente…aparece, así de la nada, un salvador que nos entrega un pedazo de leña a cada uno y nos dice que hagamos una fogata. Hasta ahora todo bárbaro, pero para sacarnos el frío, primero tenemos que elegir y querer hacer la fogata. Tenemos que saber que la única forma de sacarnos el frío es haciendo esa fogata. Una vez que nos ponemos en marcha hacia el lugar en donde finalmente vamos a encender ese fuego salvador, tenemos que trabajar en equipo y aportar cada uno su pedazo de leña. Parece fácil. ¿O no?

Pero…. ¿qué simboliza esto? Si yo no tengo frío.

Bueno, en realidad, el frío simboliza nuestros problemas y cosas que tenemos que solucionar. Aquellas materias que tenemos que levantar, ese compañero/a al que todos molestan y yo también, aquellas cosas que me hacen estar siempre a contrapelo con mis hermanos. El frío simboliza a todos los pobres que veo en la calle y que nunca ayudo. Simboliza mis faltas de caridad, mis peleas con mis viejos, todas las veces que me cuesta hacer un favor en casa. En fin, todo aquello que nos hizo condenar el amor y “nominarlo”. Pero para vencer estos problemas, tenemos que saber que cada uno de nosotros posee un “pedazo de leña”, que cada uno de nosotros recibió una cantidad de dones de Dios para realizar aquella tarea. Pero al igual que la fogata, primero tenemos que elegir y querer vencer esos problemas, tenemos que elegir seguir a Jesús. Tenemos que saber que la única manera de ser felices es eligiendo a Jesús como una opción en mi vida y siguiendo su camino.

Todos tenemos un pedazo de leña en nuestros brazos, pero solos no podemos encender ninguna fogata. Si no queremos tener frío, entonces tenemos que trabajar en equipo. Todos tenemos que saber que todo lo que tenemos, todo lo que Dios nos da, todos los pedazos de leña, no sirven de nada si no los ponemos al servicio de los demás.

Si no estamos dispuestos a poner “nuestros” talentos al servicio de los demás, ¿de que nos sirven?. Si no estamos dispuestos a ayudar y acompañar a los que nos rodean, nos vamos a terminar muriendo de frío solos.

 

“Aprendan a salvarse juntos, si no quieren morirse solos"

           Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
          Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
        Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
      Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
     Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
     Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna"  (Mt 25, 31-46)

Esto es lo que nos dice Jesús. Sepamos que al ayudar a cada uno de los que nos rodea, estamos ayudando al mismo Jesús, porque Él está presente en todos y cada uno de nuestros hermanos. Él mismo nos lo dice 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.

Entonces, trabajemos en equipo, sepamos que la opción por Jesús, también es una opción por los demás, no es ni puede ser una elección a medias. No podemos decirle que SI a Jesús si le decimos que NO a los demás.

Volvé ahora a la lista que hiciste al principio. Capaz que en ella hayas anotado muchas personas, capaz que no. De todas formas, ¿Sos conciente de que Jesús esta en todos los que nos rodean? Muchas veces nos cuesta pensar que Jesús esta en todos y cada uno de nosotros. Jesús se hizo HOMBRE para venir a la Tierra y salvarnos. Murió en la cruz por nosotros y resucitó para salvarnos. Pero antes de irse, se quedó entre nosotros, se quedó en la eucaristía para que todos podamos recibirlo y se quedo en todos y cada uno de los hombres. Sí, en todos; incluso en aquellos que no lo reciben en la eucaristía; incluso en aquellos en quienes pensamos que Jesús nunca podría estar.

Ahora, ¿Qué hacemos con nuestros pedazos de leña? ¿Los ponemos al servicio de los demás? ¿O nos aferramos a ellos como si fuesen nuestra propia salvación?

Al elegir a Jesús, ¿Sabemos que estamos eligiendo también a todas las personas que nos rodean?

Esta Pascua Joven ya esta casi terminando. Ahora te toca seguir a vos por tu cuenta. Por tu cuenta, pero NO sólo, sino con Jesús como compañero. Y en tanto que elijas a Jesús como tu compañero, estas eligiendo también a los demás.

Que feo sería que cuando vuelva nuestro leñador, se de cuenta de que por guardarnos nuestro pedazo de leña muchos hayan muerto de frío. Que feo que seria que cuando Jesús vuelva a la tierra nos diga: “tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”.

Dar de comer al que tiene hambre es ayudar a aquel amigo que esta mal, escucharlo y aconsejarlo. Es acompañar a nuestro hermano cuando lo necesita. Es ayudar en casa, ponerse al servicio de los demás, no esperar que nos sirvan a nosotros, sino ser nosotros los que servimos. Significa aconsejar a aquel que se emborracha todos los fines de semana para “divertirse”, significa llamar a aquel compañero que nunca nadie llama para salir.

Pensemos ahora, para terminar, cuales son nuestros “pedazos de leña”, cuales son aquellos dones que Dios nos dio y cómo tenemos que ponerlos al servicio de los demás. Pero no pienses cosas imposibles, pensa en cosas concretas. En cosas que realmente puedas realizar al salir de esta Pascua. Pensa quien es aquella persona que necesita que la escuches, quien necesita que lo ayudes, quien necesita un amigo. Pensa quien te necesita a vos y ponete a su disposición, ayudalo, dale de comer, alojalo, visitalo.

Seamos concientes de que la opción por Jesús, es completa; y en esa elección también están presentes los demás. Al dar de comer o beber a un hermano, le estamos dando de comer o beber al mismo Jesús. Pero claro, para darle de comer a un hermano primero tenemos que elegir y querer darle de comer a Jesús. 


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