miércoles, 2 de abril de 2003

Jueves a la tarde (2003)

Este es tu segundo desierto. Es importante que tomes los desiertos muy en serio, ya que son una gran oportunidad para encontrarte cara a cara con Dios mismo. Todos nosotros necesitamos tiempo para estar solos, pensar en nosotros, nuestras cosas, nuestra vida, aunque muchas veces en este Mundo que va a mil, no somos capaces de tenerlo. Bueno, podés aprovechar este momento.

En primer lugar, te invito a ir a un lugar donde estés cómodo y nada pueda distraerte. Tenemos que tratar de trasladarnos mentalmente a un desierto con todo lo que ello significa: soledad, tranquilidad, silencio; trata de cerrar los ojos e imaginarte allí por unos segundos.

En segundo lugar, como es un encuentro con Dios, debemos ponernos en su presencia. Para ello podes realizar la señal de la cruz y alguna oración. Cerrá los ojos, pensá donde estas, pensá en la Pascua, en este Jueves Santo en el que Dios se nos regala en la Eucaristía y nos muestra un gran gesto de servicio y amor con el lavatorio de los pies.

Ahora si, empecemos. Te propongo que pienses en tu vida, en todas las actividades que realizas a lo largo de la semana, desde que te levantás hasta que te acostás. Pensá en el día a día en el colegio, cuando llegas a tu casa. Pensá los fines de semana qué es lo que hace habitualmente y cómo es que transcurre tu vida de hoy. Al menos un pantallazo general.

Te invito, a continuación, a que leas de forma pausada y concentrada el siguiente cuento del P. Mamerto Menapace. Sería bueno que subrayes las frases que mas te impactan o los gestos o actitudes que a vos especialmente te llegan.


MORIR EN LA PAVADA

Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.

No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos era del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a este debajo de la pava clueca.

Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las altas cumbres. Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Sí señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.

Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutía. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.

A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran sólo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.

Un medio día de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre el suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa ¿Y él, por qué no volaba así? El corazón le latió apresurado y ansioso.

Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otras cosas. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.

Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañero que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.

Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.

¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

 

¿Te gustó? Ahora, tranquilo releé las frases que subrayaste o alguna parte que te haya gustado y quedate pensando si logras desgranar el mensaje del cuento.

Ahora me cuestiono.... 

¿Qué implica y que actitudes o características tiene un cóndor? ¿Y un PAVO?

¿Qué pasa en mi vida, como soy  yo? ¿Qué significa para mi, en mi vida, ser un CONDOR? ¿Y un PAVO?

Bajémoslo a nuestras vidas de cada día:

En mi familia...

¿Qué pasa en mi familia? ¿Me da lo mismo estar que no estar?

¿Ayudo en casa? ¿Es mi casa un hotel?

¿Son mis hermanos objetos que tengo que bancar?¿Comparto momentos con ellos?

¿Valoro todo lo que hacen mis viejo por mi?¿Me importa lo que pasa en casa o intento rajar todo el tiempo?

 

Y con mis amigos....

¿Me juego por ellos?¿Busco lo mejor para ellos o los elijo muchas veces por conveniencia?¿Me importan sus problemas?¿Comparto mis preocupaciones con ellos o solo los tengo para salir?¿Me muestro tal cual soy?

 

Y con mis opciones...

¿Soy un pavo que lo único me interesa es imitar al resto?¿Si los demás toman, yo tomo?¿Si fuman yo fumo? ¿Si todos se tranzan chicas/os en el boliche yo no puedo ser menos?¿Si burlan a alguien burlo yo también o trato de defenderlo?

¿Voy a misa? Si voy... ¿Lo hago realmente para encontrame con Dios o para hacer sociales?

 

“...Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutía. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás...”


Te propongo recordar ahora las situaciones en las que cotidianamente actuamos como pavos y trata de pensar de que manera las puedo convertir en acciones de cóndor. (Sería bueno escribirlas) 

Me parece importante dejar en claro que cada uno de nosotros estamos llamados a ser un CÓNDOR ¿Y sabés porque? Por el único hecho de ser HIJOS DE DIOS. Él nos hizo a su imagen y semejanza, con innumerables virtudes y talentos. ¿No te parece que estamos llamados a ser algo ESPECIAL?¿Te parece que haciendo todo lo que los demás hacen seremos especiales?. Dios nos AMA a cada uno de manera personal, el espera que con cada elección de nuestra vida le correspondamos ese AMOR INFINITO que nos da. Depende de nosotros lo que queramos SER en nuestras vidas...

¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

Por último te quiero presentar a un amigo en común que no tuvo miedo de dejar las cosas de pavos para ser el MEJOR de los CÓNDORES, alguien que supo ser fiel a sus opciones y al que no debemos dejar de imitar: 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a sacárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡No sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”.

Él sabía quien lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”.

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.

Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. Jesús

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