sábado, 5 de abril de 2003

Sábado a la mañana (2003)

Antes de empezar quiero que sepas que esto que vamos a tener es un momento personal. Es decir que, si estás haciendo el desierto “en grupo” o en algún lugar lleno de gente alrededor, te pido por favor que te alejes, te separes y te dispongas, principalmente, a ser sincero con vos mismo.

Este no es un día cualquiera, ni es casual que estés acá, en pascua joven, leyendo esto, ¿sabés? Si estás acá es porque alguien quiso que así fuera. Sí, porque Dios tiene algo preparado para vos. Ahora y en este lugar. Así que tenés la opción: o te decidís a escucharlo y ver de qué se trata o te levantás y te vas a tomar mate con los que no estén interesados en hacer el desierto. Si elegís quedarte seguí leyendo.

No creo que el día de ayer te haya pasado inadvertido. Sé que es muy triste pensar que con algunas  de tus actitudes (sumadas a las de la gente que conocés y a la de los miles que no conocés) fueron condenando, nada más y nada menos, que al Amor. En realidad no sé si alguna vez te habías planteado que la condena a Jesús no fue hace 2000 años solamente; que el que lo traicionó no sólo fue Judas, ni sólo Pilatos quien se lavó las manos. Vos, yo, todos somos parte de esa cruz, de ese rechazo al Amor. Pero lo curioso es que así como vos formás parte de la cruz, y tenés muchísimo que ver en esta historia (La Historia), también tenés hoy la opción de formar parte de la alegría de la Resurrección.

Me gustaría que pensaras un minuto qué simboliza la cruz para vos. Cerrá los ojos y pensá... qué sentimientos te despierta?

¡Qué bueno sería que la cruz sea símbolo de Resurrección y no sólo de muerte! Que despierte alegría, gozo sincero al mirarla.

Sin embargo para muchos es signo de tristeza o ni siquiera; para algunos la cruz no es nada mas que una cruz... no les provoca nada.

Te pregunto, ¿querés ser uno de esos o estás dispuesto a convertir esa crucecita que tantas veces llevaste colgada en el cuello en un verdadero signo de alegría? ¿Y cómo lograr eso?

Así como ayer, entre todos “nominamos” a Jesús para que se fuera de la casa, hoy podemos “votarlo” para que vuelva a entrar. ¿Se te ocurre cómo? Detenete a pensar un ratito de qué forma podrías hacer para que Jesús “vuelva a la casa”.

 

¡Jugate por Jesús! ¡Decile que sí! Es la única manera de darle votos. Vos tenés la posibilidad de elegir y las opciones son dos: como decía San Pablo “estamos con Cristo o contra Él”  Tenemos un problema la mayoría de los cristianos que es que hacemos las cosas a medias. Personas mediocres, que solamente dicen ser cristianos, sobran. Lo que falta son cristianos jugados de verdad. Esos a los que nos les hace falta decir que siguen a Jesús porque lo gritan con su propia vida.

Y una vez mas, la decisión es tuya. Nadie te va a obligar, mucho menos Jesús. De hecho, tampoco depende de vos que Él resucite; Jesús resucita igual. La única diferencia es lo que vos puedas vivir. Es tu felicidad la que está en juego. Tenés la oportunidad de vivir plenamente la alegría de la Resurrección. Si te jugás por Él, si elegís seguir a Cristo como opción de vida, si ves a la religión no como un conjunto de normas, sino como una forma de vida, recién entonces vas a poder empezar a sentir la necesidad de tener a Jesús con vos hasta en lo más chiquito, en lo cotidiano. Así vas a poder alegrarte de saber que Jesús resucita y está con vos, siempre.

Cuando te animes a jugarte de verdad vas a comprender por qué la Pascua es el momento fundamental de nuestra vida. Y lo más lindo de todo es que se transforman esos 4 días feriados en el momento crucial de la vida de Jesús, de Jesús y tuya, de tu amistad con Él. Y es que la alegría sincera, profunda va mas allá de la Pascua. Perdura y aumenta en tanto tu relación de amistad con Jesús va creciendo.

Ahora te quiero volver a preguntar: ¿qué cosas, actitudes tuyas pueden ser votos para hacer volver a Jesús a la casa? Esforzate por anotar cuatro o cinco como mínimo.

Planteate cómo querés vivir esta Pascua. Como una más, y seguir siendo uno de los tantos que sólo hacen número o, si tenés el coraje, ser cristiano con todas las letras. Porque  te advierto, elegir seguir a Cristo no es fácil no está exento de sufrimientos... sin embargo estando cerca de Jesús es como más feliz vas a vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario