martes, 27 de abril de 2010

Sábado a la tarde (2010)

“Joven, yo te lo ordeno, levántate…”.

Tu vieja te ordena que vayas a estudiar, tu viejo te ordena que limpies tu cuarto, en el colegio te ordenan que te sientes bien y no hables de tal o cual forma, la sociedad te ordena que tenés que ser canchero, tenés que ser flaca, tenés que volarte la cabeza el finde, tenés que vestirte de determinada forma… es un poco cansador, ¿no?

¿Ordenar? ¿Ordenó? ¿Y Jesús? ¿Él también ordena? Uy, no… No me digas que él también viene a ordenarte con un listado interminable de “no” y prohibiciones…”¡NO te emborraches!”, “¡NO te chapes a cualquiera!”, “¡NO mientas!”, “¡NO te drogues!”, “¡NO mates!”, ¡no, no, NO, NO!

¿Pero, cómo? ¿No era que éramos libres?

“Joven, yo te lo ordeno, levántate…”. ¿Es igual a lo que los demás nos ordenan?

Empecemos por el principio:

-Ordenar

Según la Real Academia Española, hay distintas apreciaciones sobre esta palabra. Veamos algunas…

  • del Latín ordiñare. Recibir las órdenes sagradas.
  • Poner en orden una cosa, ordenar tus cajones.
  • Mandar. “el juez le ordenó salir de la sala”
  • Encaminar y dirigirse a un fin determinado.

¿Cuál de todas estas definiciones te parece que se ajusta más a lo que Jesús hace con nosotros?

¿Qué tipo de orden es? ¿De quién viene esa orden? ¿Qué es lo que trasmite esa orden? Es verdad, está en imperativo (tiempo verbal, clase de lengua… ¿te acordás?), pero el imperativo es un llamado a la vida, un llamado a un tiempo nuevo, tiempo de cambio profundo y radical: Dejar de estar tirado y levantarse porque primero hay que levantarse para después ir al colegio. Primero hay que levantarse, para después encontrarte con tus amigos. Hay que levantarse para ir a jugar al fútbol, para ir a misa. Hay que levantarse para vivir. Hay que LEVANTARSE para llegar a ese fin que buscamos, a ese fin por el que fuimos llamados.

Uno no puede hacer muchas cosas si no se levanta de su cama cada mañana… No puede entregarse al otro si no se levanta y se separa de todo eso que no lo deja amar. Hay que levantarse de esas cosas que nos mantienen muertos en vida, perdonar para poder pedir perdón y seguir libremente a Jesús.

Ya vimos y masticamos aquellas cosas que nos rodean y que forman nuestro Naím, también lo hicimos ayer con aquellas cosas que nos mantienen muertos en vida. Tenemos que levantarnos de lo que nos lastima, de lo que nos duele, de lo que nos mata, y transformarlo (o, mejor dicho, dejar que Jesús lo haga) y así poder brindarnos a quienes están cerca nuestro… Cerca de nuestro Naím. Algunas nos van a dar trabajo, pero la invitación de Jesús ahora, HOY, es levantarnos y poder estar listos para recibirlo esta noche.

Entonces podríamos decir que Él nos invita a ponernos de pie, ordenarnos, y encaminarnos hacia un fin determinado, un fin sagrado

¿Cuál será ese fin? ¿Qué metas tenés pensadas para tu propia vida? ¿A qué te gustaría llegar?

¿Qué creés que Jesús tiene pensado para vos? ¿Te lo habías preguntado alguna vez?

Pensá en estas preguntas y anota lo que te surja…

“Joven, yo te lo ordeno, levántate…”

¡A vos te lo ordena! “Levántate”. Para poder amar hay que saber entregarse a los demás y, para hacerlo, hay que poder estar bien con uno mismo. Poder entregarse a los demás implica una entrega total de uno que con sus virtudes y defectos busca amar.

Implica esfuerzo: puede ser incómodo y hasta dolernos. Pero qué triste debe ser tener una vida cómoda, lisa, vacía, CHATA. Todo crecimiento implica una transformación, dejar morir lo viejo para que lo nuevo cobre vida, y eso a veces puede doler… La invitación de Jesús, en cambio, es ambiciosa: Él no nos pide que nos quedemos tranquilos y que más o menos vayamos zafando día a día. Su invitación no es a “vivir a medias”; la invitación es a “vivir al máximo”, a vivir una vida llena de sentido. Nos invita a volar alto, a lo difícil. A vivir con los pies en la tierra (sin divagar), pero los ojos en el cielo (apuntando a lo alto).

Los mediocres se conforman con poco y al fin y al cabo eso lleva a una vida de vacío y tristeza. ¿Vos sos uno de esos? ¿Querés ser uno de esos? ¡VOS estás llamado para mucho más! Quizás te falte mucho para saber qué es, pero te aseguro que recostado no vas a poder ver nada. Es necesario levantarse. Jesús te lo Ordena. No es chiste, te invita a mirar alto, a incorporarte para ser verdaderamente auténtico y fiel a tu esencia.

¿Se acuerdan del joven de Naím? ¿Se acuerdan de qué es lo que hizo al incorporarse? Se incorporó y comenzó a hablar... Estaba muerto, sin vida. Estaba en lo más oscuro, sin luz. Estaba en el horno… atado, como vos, por esas cosas que lo mantenían muerto. Y aún en ese estado, aún estando en el fondo del pozo, aún estando muerto, escuchó la voz de Jesús. ¿Vos? ¿Lo escuchás? ¿Qué ruidos tapan Su voz?

Volvamos al joven. Después él se incorporó y habló. No se quedó acostado, no se quedó callado. Una vez que se encontró con Jesús y éste lo transformó y le devolvió la vida, ya no fue el de antes. Una vez que nosotros nos encontremos con Él tampoco vamos a poder volver a ser los de antes. Animate a dejarte tocar por Jesús, a abrirle ese espacio, darle el “free” a esos lugares que ni tus amigos llegan.

¿Cómo te imaginás que va a ser tu vida a partir de este lunes? ¿Pensás que va a haber algún cambio? ¿Te imaginás compartiendo en unos días con los demás lo que estás viviendo ahora en esta Pascua? ¿En tu casa, en el colegio?

¿Y con Jesús? ¿Lo vas a buscar con más frecuencia, con más fuerza?

No se nos permite callar y guardarnos la Buena Noticia, no podemos ser así de egoístas. NO PODEMOS CALLAR LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO.

Nuestra misión es transmitir la Buena Noticia a los demás, esto ya lo dijimos. Pero para poder hacer esto tenemos que estar cerca Suyo, con Él. No podemos hablar de lo que no conocemos, ni transmitir lo que no vivimos. No vamos a convencer a nadie si no creemos firmemente que Jesús está vivo. Y esto lo vamos a lograr sobretodo con la Oración: charlando con Él, contándole de nuestra vida, nuestras cosas.

Animate a hablar con Él ahora y pedile que te de la fuerza y la voluntad para ser constante en la Oración.

El joven se incorporó y empezó a hablar, a vivir, a andar…

Andar… ¿Nos animamos a andar libremente por la vida? El miércoles nuestros coordinadores nos invitaron a descalzarnos y a estar vulnerables en estos días de semana santa. Pero podemos ir más allá: Qué lindo sería poder andar por la vida descalzos, con ganas de estar vulnerables a todo, siempre abiertos y totalmente dispuestos a compartir con los otros a Jesús. Hablar de Él y por Él. Jesús está por resucitar por VOS, está por resucitar para que puedas tener una vida nueva con Él.

Andá, sentí y viví. Recorré los caminos largos y los cortos, los aburridos y los alegres, aunque sean lindos, feos, dolorosos, rutinarios, felices o tristes. Recorré los caminos de la vida descalzo.

No es fácil y tampoco cómodo pero, como dijimos antes, no estamos invitados a lo cómodo, a lo simple. Jesús nos pensó para grandes cosas, mucho más grandes que una vida monótona y aburrida.

Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. Enseguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor’.Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso”

La conocías, ¿no? Vamos a reflexionar sobre esta parábola... Estos talentos son nada más y nada menos que nuestras propias virtudes (Terminantemente prohibido pensar que no tenés). Tomate 5 minutos para pensar cuáles son TUS virtudes.

Anotalas…

Un amigo de varios de los chicos que están en esta pascua dijo que las virtudes se viven en relación al prójimo. No existen los talentos si estoy sólo…o los defectos… son todas cosas que existen en relación a los otros. ¿Lo habías pensado así? ¿Cómo sos con tus viejos, con tus hermanos, con tus amigos? ¿Cómo te movés en el colegio, en el boliche, en el club?

¿Por qué crees que tenés estas virtudes o talentos y no otras? ¿Las ponés en práctica? ¿Las ponés al servicio de los demás?

Son estas virtudes las que Jesús nos llama a multiplicar. ¿Pero, cómo? “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, pide Jesús. ¡Es Él quien está por resucitar! Y te invita a vos a amar a tu prójimo con esas virtudes y así, rápidamente, van a multiplicarse.

No te las podés guardar, por algo te las dio. Para que Él pueda obrar a través de ellas. “Toma de mí lo que te sirva para darlo a los demás”.

Tenés algo en el cuello, agarralo. No es una simple maderita con forma insignificante, es mucho más que eso. Ella te va acompañar y te va hacer acordar de esta misión tan difícil y tan linda que es amar.

¡Andá! Sos libre, podés elegir qué hacer ahora… Podés elegir ser feliz, depende de vos. Pero ojo, la felicidad no es una estación a la que hay que llegar sino una forma de viajar. El secreto consiste en amar: sólo amando podemos llegar a la felicidad, vivir en la felicidad. Para amar, para ser felices, hay que conocerse, comprenderse y aceptarse y así elegir ser el protagonista de tu vida. No creas que es una cuestión de intensidad. Quizás haya momentos de tu vida (mañana en tu casa) que quieras prender fuego TODO, pero no es una cuestión de intensidad, de explosión y júbilo, sino de equilibrio y orden, ritmo y armonía. El amor no consiste en grandes actos, se trata de amar en lo cotidiano, de vivir eligiendo a Jesús en las pequeñas cosas. Vivir el amor es la única forma de ser felices y la felicidad, la verdadera felicidad, es la de la santidad.

¿Te acordás de ese fin sobre el que te pregunté al principio de este desierto? ¿Del fin que Jesús tenía para vos, y para cada uno de los que estamos acá? Ese fin es nada más y nada menos que llegar a Él, volver a Él. Nuestro único fin es la santidad. Y como ya debes estar sospechando, la única forma de lograrlo es viviendo con amor, lo que nos lleva a vivir felices, viajando felices, caminando felices… con la alegría en el corazón de saber que Él, que nos amó y se entregó por nosotros, está vivo. Esta noche va a resucitar por todos nosotros. Si sabemos esto, ¿hay alguna forma de que no seamos felices?

Te invito a vivir esta última celebración como la última de tu vida. Disfrutándola a pleno, sacándole todo el jugo y con ganas de esperar la venida de Jesús resucitado.

Es el primer paso. Lo lindo es que van a venir muchos más…y a partir de hoy, todos son al lado de Él…

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