martes, 27 de abril de 2010

Viernes (2010)

¡Hola amigo! Qué bueno encontrarnos de vuelta. ¿Ponemos manos a la obra? Dale, buscate un lugar tranquilo donde puedas hacer silencio y no te vayas a distraer y empecemos.

¿Estás? ¡Arrancamos entonces! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Arrancó movidito el día nomás… en la dinámica de recién estuvimos hablando de la muerte en vida, de esas cosas que hacemos o que nos pasan que nos van cansando, que nos frenan en este camino de seguir a Jesús, que nos dejan muchas veces sin palabras, desconsolados, abatidos: las cosas que hacen que estemos muertos en vida mientras tenemos una vida para amar, para soñar, para Vivir.

Vayamos más de a poquito… me parece que en esto de estar muertos en vida tenemos, por un lado, las cosas que nosotros hacemos y que todavía no tenemos conciencia (¿o sí?) de que nos van matando, de que no nos hacen felices y no nos dejan absolutamente nada y; por otro lado, las cosas que nos pasaron o que nos pasan que significan para nosotros una carga extra porque no sabemos cómo vamos a hacer para salir de eso. Te estoy hablando de esos reveses que se nos presentan en la vida que nosotros no podemos elegir…

En definitiva, estos dos tipos de cosas nos cansan como se nos cansaban los brazos hace un rato en la dinámica… Amigo, de nada sirve quedarse con los brazos extendidos esperando a que mágicamente nuestro humor cambie, que los vicios se vayan o que los problemas se solucionen. Sé que puede ser doloroso, pero te voy a proponer que ahora mires para adentro y pongas en palabras lo peor de vos –si lo podés escribir, mejor-. ¡Sí, lo peor! Ese pecado o esos pecados que no dejás de hacer; eso que te saca de tu personalidad, que intentás cambiarlo y no podés porque volvés a caer una y otra vez y entonces mejor dejar de intentarlo porque es imposible; ese vicio que a simple vista no parece tanto un vicio, pero que si mirás para atrás te das cuenta de que poco a poco te fuiste sumergiendo en eso y ahora casi que tenés la necesidad de hacerlo, de repetirlo. En algún momento lo controlabas y hasta quizás lo elegías, porque era o es divertido, pero ahora te das cuenta de que de a poquito él te fue eligiendo a vos, es más fuerte que vos y lo peor de todo, te deja vacío, solitario, triste…aunque suene feo, te está haciendo un muerto en vida.

Pensá, tomate todo el tiempo que necesites y vomitá todas estas cosas que te pudren… los defectos, los vicios que te ganaron, los sin sentido que encontrás en tu personalidad que no podés cambiar porque te envolvieron. En definitiva, las cosas que sabés que no te llenan en lo más mínimo o que simplemente tenés que cambiar porque no son buenas para vos. ¡Animate a reconocer todo esto que te pesa! ¡La mejor forma de cambiarlo es reconociéndolo primero!

¿Pensaste? Sigamos entonces… Sé que causa un vacío y una tristeza difíciles de explicar, pero no te tortures tanto, después de todo, ¡sos joven! Esto no para que te justifiques y sigas haciéndolo, sino que significa que tenés toda una vida por delante (empezando por HOY) para cambiar estas cosas que te están haciendo tan mal. El momento es hoy, ¡YA!

No te desesperes, te cuento un secreto: no estás sólo. Así como hiciste en la dinámica que te apoyaste sobre los hombros del “próximo” a vos (el prójimo), ¡te podés apoyar en Jesús! Te pido que si tenés una cruz, la mires… En unas horas Jesús va a entregarse por esto que te hace tan mal. Va a MORIR para darle otro sentido a esta mochila que te anda pesando, y lo va a hacer pura y exclusivamente por AMOR. ¡Por amor a VOS! Sí, vos,…………………….. (poné tu nombre). Todos estos defectos que ves en vos, los vicios, los sin sentido que te pesan hoy, están en la Cruz de Jesús para morir con Él. Y eso hace la diferencia. Eso te cambia, no hay vuelta que darle…

No importa si ya te etiquetaron como pirata, como calentón o como vago, por ponerte algún ejemplo (¿vos estás etiquetado? ¿de qué te etiquetaron?). No importa si tu familia, tus amigos o tus conocidos crean firmemente que vos sos de tal forma y no podés cambiarlo… Jesús sí lo cree, SÍ CREE en VOS y Él te conoce mejor que nadie. Conoce tus limitaciones, tu perseverancia, tu disposición y sobretodo te conoce en forma íntegra, con virtudes y defectos.

Lo único que hace falta es que vos quieras dejar estas cosas en la Cruz , que las pongas ahí para que se mueran de una vez por todas y resuciten con Él. ¿ La Cruz va a pesar más por tus pecados? Esa, tu cruz, es la que Jesús QUIERE cargar. Él se acerca a ofrecerte Su hombro para que descanses en Él.

Te dejo 5 minutos para que lo reces, para que charles todo esto con Dios Padre que te pensó… Contale, pedile, sincerate. Reconocele estas cosas que te hacen tan chiquito y frágil. Él te entiende, quiere participar en tu vida, quiere hablarte… Contale y escuchalo.

¿Preparado para más? ¡Todavía falta, amigo! Hablábamos al principio de que hay dos tipos de cosas que nos cansan: las cosas que elegimos y que descubrimos que no nos hacen tan felices como creíamos porque nos van dejando solos, vacíos y nos alejan de Dios y; esos reveses de la vida que nos destrozan, que parece que nunca vamos a poder librarnos de eso…

Es otro tipo de cansancio, pero en definitiva nos estanca, nos deja perplejos, paralizados… Pienso en la muerte de un ser querido, pienso en las familias separadas, en los robos, las violaciones, los asesinatos, la injusticia, la corrupción, la violencia familiar… ¡Tantas cosas que nos pasaron alguna vez o que nos pasan todos los días! ¿Hay forma de cambiarlo?

La muerte es un capítulo aparte, pero es parte de la vida… es sólo un paso más. Para nosotros los católicos, la vida no se acaba ahí, sino que sigue. Tenemos la esperanza de que nos vamos a encontrar con Dios cara a cara, de que vamos a volver a gozar y alegrarnos con nuestros seres queridos… Es cierto que nos deja un vacío importante la pérdida de un ser querido y muchas veces sentimos que la gente nunca va a poder entendernos… Nos sentimos solos, abandonados, perdidos: no nos importa nada más, y no es para menos. Incluso Jesús lloró cuando se murió su amigo Lázaro. Pero creeme, ninguna persona se va del todo mientras te acuerdes de él, mientras lo mantengas vivo en tu memoria y en tus actos. Y si sirve de consuelo, es cierto también que ahora están en un lugar mucho mejor y más lindo, ¡ya tienen la paz que tanto buscaban! Hay que alegrarse por ellos y seguir hablándoles como lo hacías siempre. Él o ella te va a escuchar como lo hacía mientras vivía. Sabé que todo ese gran dolor que sentís es porque en definitiva hubo un amor grande y sincero…Y yo no sé vos, pero yo entre vivir amando y vivir sin animarme a amar a los que me rodean, prefiero lo primero…

Por los dos demás reveses, evidentemente hay cosas que no elegimos con las que tenemos que convivir toda la vida, o al menos durante alguna etapa… Pero hay forma de cambiarlo. Todavía vos podés ser hombro para tanto desconsuelo, tanto dolor y tanta injusticia. ¿Cómo? Perdonando al violador, al asesino, al corrupto, a ese que te pega. “¿Por qué? ¡No se lo merecen! Hay gente que no se lo merece”, podés pensar. No te estoy diciendo que dejes que te siga pegando, o que te sigan robando, o que esa persona siga asesinando. No, todo lo contrario, ¡ojalá no lo haga más! Pero esa gente, la que “no se merece perdón”, es la que más necesitada está de Jesús, de Su palabra, de Su Vida.

Jesús nos llama a todos. ¡Esa es la gente que nunca lo conoció! Vos, desde el momento en que decidiste seguir a Cristo, sos instrumento para que lo conozcan los demás y empiecen también a seguirlo. En definitiva, si alguien como Jesús te hace tan feliz, ¿por qué no mostrárselo a los demás para que descubran la verdadera felicidad, el Camino, la Verdad y la Vida ?

El asesino, el violador, el corrupto, el drogadicto, el alcohólico… todos ellos son tan personas como vos, ¡y Jesús murió en la Cruz para salvarnos a todos, no a unos pocos! Perdonar no es algo fácil de hacer, nunca lo fue, y menos cuando un hecho de estos te toca tan de cerca. Pero te pido que te animes a perdonar, ¡es posible! El perdón ennoblece, nos libera, nos purifica el alma y nos acerca a Dios que es Misericordia. Un ejemplo muy claro de lo que es perdonar fue Juan Pablo II, que lo intentaron matar y perdonó, o Nelson Mandela, que estuvo 27 años en la cárcel y cuando salió fue para defender a la minoría que lo había arrestado y había matado a miles de personas de su raza. Los dos entendieron que el camino no era condenar a nadie, por más que fuera la peor persona del mundo, sino perdonar.

Todos estamos necesitados de un hombro para apoyarnos y descansar: vos, todos los chicos que estamos acá en Pascua, nuestras familias, nuestro país, ¡el mundo entero! El error sería creer que sólos, sin la ayuda de nadie, podemos. Si lo hacemos, tarde o temprano vamos a decir “basta” y vamos a bajar los brazos, vamos a estar muertos en vida. ¡Qué importante entonces compartir! Hay una frase que es muy cierta y dice “Las tristezas compartidas se sufren la mitad y LAS ALEGRÍAS COMPARTIDAS SE DISFRUTAN EL DOBLE”.

¡Ánimo, amigo! Todos podemos encontrar hombros para descansar y también podemos ser hombro para otros. Animate a compartir y no tengas miedo, ¡no sos ningún raro! Digas lo que digas, hagas lo que hagas, no hay NADA que puedas hacer para que Dios te ame menos. Y eso te cambia, no hay vuelta que darle…

¡Nos vemos! ¡Sé feliz!

No hay comentarios:

Publicar un comentario