domingo, 6 de abril de 2003

Sábado a la tarde (2003)

Este es tu último desierto, tu último momento de reflexión personal en la Pascua.  Tomatelo muy en serio, buscate un buen lugar para hacerlo y alejate de todo lo que te distraiga. Tomate tu tiempo, trabajá con total tranquilidad y seguí los pasos de la guía, no te adelantes.

Antes de comenzar, ponete en la presencia de Jesús haciendo la Señal de la Cruz y hacé un momento de silencio; cerrá los ojos. Pensá en todo lo que viviste en estos días en Pascua. Pensá en todo aquello que compartiste, lo que aprendiste y todo lo que trabajaste.

Ahora sí, podemos empezar. Primero que nada pensá y anotá en una lista todos aquellos lugares en los que encontrás a Jesús. Pensa también porqué lo encontrás ahí y de que forma se te manifiesta. Pensá en lo momentos mas difíciles que viviste, ¿como encontraste a Jesús?

Mira un poco la lista y fijáte si no te olvidás de nada.

En tu lista, ¿Figura alguna persona? ¿Alguien a través del cual Jesús se te manifieste? ¿Alguien en quien podés encontrar a Jesús?

Si las hay, ¿Cuántas son? ¿Hay mayoría de personas en tu lista? ¿A quienes les diste prioridad? ¿En quienes pensaste primero?

Te invito ahora a que leas el siguiente cuento:

 

EL FOGÓN IMPOSIBLE 

Era una región muy fría. Los hombres eran pobres y no tenían medios para defenderse contra una temperatura que los mataba. 
Un viajero pasó por la región, y se apenó mucho. El viajero era muy sensible al dolor, y amaba a las personas que sufren. 
Después de largas reflexiones creyó posible una salida. Aquellos hombres podrían reunirse a la noche, cuando el frío se hacia más crudo, y abrigarse todos, junto al fogón. 
Hizo un primer viaje, él mismo llevo la leña para el fogón. Explicó su proyecto a la gente de la región.
Como no podía llegar el mismo al lugar donde se haría el fuego salvador, entregó a cada persona un pedazo de buena leña. A varones y mujeres... a los adultos y a los niños a todos les entrego un trozo de leña de acuerdo a sus fuerzas. Dejó las instrucciones necesarias y se fue con la promesa de regresar cada día con una carga de leña, para el fogón de cada noche. 
El sol cayo rodando detrás del horizonte. El frío cabalgó sobre la brisa y comenzó a correr por la región. 
Los habitantes se pusieron lentamente en marcha hacia el lugar indicado. 
Llegaron, formaron un gran círculo en torno al lugar indicado. Se miraron silenciosos, los unos con los otros. 
Cada uno abrazaba entre sus ropas un pedazo de leña, como si fuera su propia salvación. 
Nadie se movió de su lugar... 
Cada uno apretó mas fuerte entre sus brazos su propio pedazo de leña. 
El frío se hizo como cintas de acero y cortaba la piel. 
Todos comenzaron a temblar... uno dijo al de su lado: ¿Dónde esta el fogón? 
El otro respondió: Yo no veo nada. ¡Nos engañaron! 
Y un confuso murmullo recorrió la ronda. 
Y siguieron esperando. 
Las primeras estrellas comenzaron a temblar en lo alto. Un murmullo más denso recorrió la ronda. 
Era de rabia y de protesta. 
Después fueron gritos, discusiones e insultos. 
Y comenzaron a marcharse a sus casas. 
Cada tallo llevaba entre sus ropas un pedazo de leña. Y lo acariciaba como si fuera su propia salvación. 
El frío congeló las voces de la región. El silencio era como un bloque de hielo que apretaba los árboles y las casas con un guante de cristal. El sol anunció la bondad de un nuevo día. Sus primeros rayos fueron rompiendo el cerco del frío. 
La aldea despertó, pero durmió en muchos que habían muerto. 
Y llegó nuevamente el viajero generoso. Venía con su carga de leña. 
Los habitantes se acercaban a él y lo miraban con ojos llenos de rabia. 
Y el buen hombre comprendió! Con mucha calma, con voz potente, que les dio miedo a los habitantes, les dijo: ¡Ustedes son responsables de los que murieron de frío! ¿No les di acaso la leña necesaria para que todos se abrigaran junto al fuego? 
Pero ustedes son tan ruines y mezquinos, que cada uno guardó su pedazo de leña. 
¿No se dan cuenta de que la gran hoguera se hará si todos entregan su pedazo de leña? 
Y el viajero amigo se marchó amargado. 

El caminante terminó enardecido el relato de esta parábola, y agregó: “Nadie de ustedes morirá de frío por falta de leña, ni nadie morirá de hambre por falta de amor y solidaridad. 
“Aprendan a salvarse juntos, si no quieren morirse solos".

Que fácil que hubiese sido para la gente de la aldea salvarse, ¿no? Pensar que si cada uno ponía su pedazo de leña, hubiesen formado una fogata gigante y no hubiesen tenido frío. Que lastima que no hayan podido trabajar en equipo ¿no?

Pensá un ratito lo siguiente: comparemos la aldea con la Tierra. Los aldeanos seriamos nosotros. Estamos muriéndonos de frío, y de repente…aparece, así de la nada, un salvador que nos entrega un pedazo de leña a cada uno y nos dice que hagamos una fogata. Hasta ahora todo bárbaro, pero para sacarnos el frío, primero tenemos que elegir y querer hacer la fogata. Tenemos que saber que la única forma de sacarnos el frío es haciendo esa fogata. Una vez que nos ponemos en marcha hacia el lugar en donde finalmente vamos a encender ese fuego salvador, tenemos que trabajar en equipo y aportar cada uno su pedazo de leña. Parece fácil. ¿O no?

Pero…. ¿qué simboliza esto? Si yo no tengo frío.

Bueno, en realidad, el frío simboliza nuestros problemas y cosas que tenemos que solucionar. Aquellas materias que tenemos que levantar, ese compañero/a al que todos molestan y yo también, aquellas cosas que me hacen estar siempre a contrapelo con mis hermanos. El frío simboliza a todos los pobres que veo en la calle y que nunca ayudo. Simboliza mis faltas de caridad, mis peleas con mis viejos, todas las veces que me cuesta hacer un favor en casa. En fin, todo aquello que nos hizo condenar el amor y “nominarlo”. Pero para vencer estos problemas, tenemos que saber que cada uno de nosotros posee un “pedazo de leña”, que cada uno de nosotros recibió una cantidad de dones de Dios para realizar aquella tarea. Pero al igual que la fogata, primero tenemos que elegir y querer vencer esos problemas, tenemos que elegir seguir a Jesús. Tenemos que saber que la única manera de ser felices es eligiendo a Jesús como una opción en mi vida y siguiendo su camino.

Todos tenemos un pedazo de leña en nuestros brazos, pero solos no podemos encender ninguna fogata. Si no queremos tener frío, entonces tenemos que trabajar en equipo. Todos tenemos que saber que todo lo que tenemos, todo lo que Dios nos da, todos los pedazos de leña, no sirven de nada si no los ponemos al servicio de los demás.

Si no estamos dispuestos a poner “nuestros” talentos al servicio de los demás, ¿de que nos sirven?. Si no estamos dispuestos a ayudar y acompañar a los que nos rodean, nos vamos a terminar muriendo de frío solos.

 

“Aprendan a salvarse juntos, si no quieren morirse solos"

           Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
          Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
        Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
      Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
     Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
     Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna"  (Mt 25, 31-46)

Esto es lo que nos dice Jesús. Sepamos que al ayudar a cada uno de los que nos rodea, estamos ayudando al mismo Jesús, porque Él está presente en todos y cada uno de nuestros hermanos. Él mismo nos lo dice 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.

Entonces, trabajemos en equipo, sepamos que la opción por Jesús, también es una opción por los demás, no es ni puede ser una elección a medias. No podemos decirle que SI a Jesús si le decimos que NO a los demás.

Volvé ahora a la lista que hiciste al principio. Capaz que en ella hayas anotado muchas personas, capaz que no. De todas formas, ¿Sos conciente de que Jesús esta en todos los que nos rodean? Muchas veces nos cuesta pensar que Jesús esta en todos y cada uno de nosotros. Jesús se hizo HOMBRE para venir a la Tierra y salvarnos. Murió en la cruz por nosotros y resucitó para salvarnos. Pero antes de irse, se quedó entre nosotros, se quedó en la eucaristía para que todos podamos recibirlo y se quedo en todos y cada uno de los hombres. Sí, en todos; incluso en aquellos que no lo reciben en la eucaristía; incluso en aquellos en quienes pensamos que Jesús nunca podría estar.

Ahora, ¿Qué hacemos con nuestros pedazos de leña? ¿Los ponemos al servicio de los demás? ¿O nos aferramos a ellos como si fuesen nuestra propia salvación?

Al elegir a Jesús, ¿Sabemos que estamos eligiendo también a todas las personas que nos rodean?

Esta Pascua Joven ya esta casi terminando. Ahora te toca seguir a vos por tu cuenta. Por tu cuenta, pero NO sólo, sino con Jesús como compañero. Y en tanto que elijas a Jesús como tu compañero, estas eligiendo también a los demás.

Que feo sería que cuando vuelva nuestro leñador, se de cuenta de que por guardarnos nuestro pedazo de leña muchos hayan muerto de frío. Que feo que seria que cuando Jesús vuelva a la tierra nos diga: “tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”.

Dar de comer al que tiene hambre es ayudar a aquel amigo que esta mal, escucharlo y aconsejarlo. Es acompañar a nuestro hermano cuando lo necesita. Es ayudar en casa, ponerse al servicio de los demás, no esperar que nos sirvan a nosotros, sino ser nosotros los que servimos. Significa aconsejar a aquel que se emborracha todos los fines de semana para “divertirse”, significa llamar a aquel compañero que nunca nadie llama para salir.

Pensemos ahora, para terminar, cuales son nuestros “pedazos de leña”, cuales son aquellos dones que Dios nos dio y cómo tenemos que ponerlos al servicio de los demás. Pero no pienses cosas imposibles, pensa en cosas concretas. En cosas que realmente puedas realizar al salir de esta Pascua. Pensa quien es aquella persona que necesita que la escuches, quien necesita que lo ayudes, quien necesita un amigo. Pensa quien te necesita a vos y ponete a su disposición, ayudalo, dale de comer, alojalo, visitalo.

Seamos concientes de que la opción por Jesús, es completa; y en esa elección también están presentes los demás. Al dar de comer o beber a un hermano, le estamos dando de comer o beber al mismo Jesús. Pero claro, para darle de comer a un hermano primero tenemos que elegir y querer darle de comer a Jesús. 


sábado, 5 de abril de 2003

Sábado a la mañana (2003)

Antes de empezar quiero que sepas que esto que vamos a tener es un momento personal. Es decir que, si estás haciendo el desierto “en grupo” o en algún lugar lleno de gente alrededor, te pido por favor que te alejes, te separes y te dispongas, principalmente, a ser sincero con vos mismo.

Este no es un día cualquiera, ni es casual que estés acá, en pascua joven, leyendo esto, ¿sabés? Si estás acá es porque alguien quiso que así fuera. Sí, porque Dios tiene algo preparado para vos. Ahora y en este lugar. Así que tenés la opción: o te decidís a escucharlo y ver de qué se trata o te levantás y te vas a tomar mate con los que no estén interesados en hacer el desierto. Si elegís quedarte seguí leyendo.

No creo que el día de ayer te haya pasado inadvertido. Sé que es muy triste pensar que con algunas  de tus actitudes (sumadas a las de la gente que conocés y a la de los miles que no conocés) fueron condenando, nada más y nada menos, que al Amor. En realidad no sé si alguna vez te habías planteado que la condena a Jesús no fue hace 2000 años solamente; que el que lo traicionó no sólo fue Judas, ni sólo Pilatos quien se lavó las manos. Vos, yo, todos somos parte de esa cruz, de ese rechazo al Amor. Pero lo curioso es que así como vos formás parte de la cruz, y tenés muchísimo que ver en esta historia (La Historia), también tenés hoy la opción de formar parte de la alegría de la Resurrección.

Me gustaría que pensaras un minuto qué simboliza la cruz para vos. Cerrá los ojos y pensá... qué sentimientos te despierta?

¡Qué bueno sería que la cruz sea símbolo de Resurrección y no sólo de muerte! Que despierte alegría, gozo sincero al mirarla.

Sin embargo para muchos es signo de tristeza o ni siquiera; para algunos la cruz no es nada mas que una cruz... no les provoca nada.

Te pregunto, ¿querés ser uno de esos o estás dispuesto a convertir esa crucecita que tantas veces llevaste colgada en el cuello en un verdadero signo de alegría? ¿Y cómo lograr eso?

Así como ayer, entre todos “nominamos” a Jesús para que se fuera de la casa, hoy podemos “votarlo” para que vuelva a entrar. ¿Se te ocurre cómo? Detenete a pensar un ratito de qué forma podrías hacer para que Jesús “vuelva a la casa”.

 

¡Jugate por Jesús! ¡Decile que sí! Es la única manera de darle votos. Vos tenés la posibilidad de elegir y las opciones son dos: como decía San Pablo “estamos con Cristo o contra Él”  Tenemos un problema la mayoría de los cristianos que es que hacemos las cosas a medias. Personas mediocres, que solamente dicen ser cristianos, sobran. Lo que falta son cristianos jugados de verdad. Esos a los que nos les hace falta decir que siguen a Jesús porque lo gritan con su propia vida.

Y una vez mas, la decisión es tuya. Nadie te va a obligar, mucho menos Jesús. De hecho, tampoco depende de vos que Él resucite; Jesús resucita igual. La única diferencia es lo que vos puedas vivir. Es tu felicidad la que está en juego. Tenés la oportunidad de vivir plenamente la alegría de la Resurrección. Si te jugás por Él, si elegís seguir a Cristo como opción de vida, si ves a la religión no como un conjunto de normas, sino como una forma de vida, recién entonces vas a poder empezar a sentir la necesidad de tener a Jesús con vos hasta en lo más chiquito, en lo cotidiano. Así vas a poder alegrarte de saber que Jesús resucita y está con vos, siempre.

Cuando te animes a jugarte de verdad vas a comprender por qué la Pascua es el momento fundamental de nuestra vida. Y lo más lindo de todo es que se transforman esos 4 días feriados en el momento crucial de la vida de Jesús, de Jesús y tuya, de tu amistad con Él. Y es que la alegría sincera, profunda va mas allá de la Pascua. Perdura y aumenta en tanto tu relación de amistad con Jesús va creciendo.

Ahora te quiero volver a preguntar: ¿qué cosas, actitudes tuyas pueden ser votos para hacer volver a Jesús a la casa? Esforzate por anotar cuatro o cinco como mínimo.

Planteate cómo querés vivir esta Pascua. Como una más, y seguir siendo uno de los tantos que sólo hacen número o, si tenés el coraje, ser cristiano con todas las letras. Porque  te advierto, elegir seguir a Cristo no es fácil no está exento de sufrimientos... sin embargo estando cerca de Jesús es como más feliz vas a vivir.

viernes, 4 de abril de 2003

Viernes a la tarde (2003)


Va cayendo la tarde, y el Jesús crucificado, ese mismo que hace unas horas cargó con la cruz, esa que se la hicimos tan pero tan pesada, ese Jesús sufriendo al que apenas puedo mirar a los ojos, clavado en esa cruz por la angustia y dolor que hoy me causa, ese mismo ahora me invita a hacer este rato de desierto.

Quizás hayas hecho otros desiertos antes, quizás no. Quizás hayas tenido otros ratos de reflexión, de oración, o de retiro. Pero seguro que este desierto, de este Viernes Santo de 2003, no lo tuviste. Así que ésta es la primera y única oportunidad que vas a tener de vivir hoy este desierto al que te invita Jesús, y por eso es única. Decidí antes si querés aprovecharlo, o si es así preparate por dentro para esto.

No te preocupes si te cuesta, si de a ratos te distraés, si no sabés cómo. De a poco vas a ir encontrando tu propio desierto. No creas que este rato de soledad es para aislarse y evadirse de la realidad. Todo lo contrario. La soledad es la que posibilita el encuentro en intimidad con Dios. Pero este rato sí implica tener que concentrarte, y no hablar, mirar o pensar en otras personas. Este rato es entre vos y Jesús.

Jesús también fue al desierto, y como se supone que lo buscamos y queremos seguir -porque por eso estamos en Pascua Joven-, tenemos que tratar de imitarlo, no? Jesús se iba al desierto seguido para encontrarse con Dios. No iba al desierto a buscar paz, sino que buscaba en soledad la intimidad profunda con Dios.

Hoy viviste quizás como nunca su calvario y su muerte, y entendiste algo o mucho más lo que sufrió y entregó por vos. Seguramente también te diste cuenta que no lo seguiste tanto, y no entendés por qué pasó. Y de eso se trata este rato de desierto: de encontrarte primero con vos mismo, reflexionar un poco por qué estás en algunos o muchos aspectos lejos de Jesús, más precisamente por qué en tu vida real, la persona de Jesús y algunos caminos de vida que te propone no te copan tanto, y por eso no los seguís. Y conversarlo con Él.

Porque la verdad es que si Jesús, su vida y los caminos que nos propone nos llamaran tanto, seríamos tan distintos... ¿O no? ¿Por qué no nos volvemos locos por seguir las propuestas de vida de Jesús? ¿Por qué? Entender esto nos va a servir a ver donde estamos parados, lo que en la realidad sentimos, lo que sinceramente pensamos, y a partir de ahí podremos pensar cómo acercarnos a Él. ¿Seguís adelante?

En este rato te proponemos tomar algunos aspectos de tu vida, y pensarlos a la luz de este Jesús que acaba de morir por vos por lo tanto pero tanto que te quiere. La idea es tomar algunos ejemplos, y que vos sigas en silencio con otros que creas que tenés que pensar. Por ejemplo:

 

·                     Jesús me invita a tener una relación personal con Él: Nosotros a veces pensamos y decimos que creemos en Él, que lo queremos, que nos gustaría conocerlo más. “Jesús es un amigo, por supuesto”, decimos. Y claro que si nos dijeran que va a aparecer en persona en tal lugar no dudaríamos en ir! Pero ¿qué me pasa que aparte de las veces que voy a Misa, ni tomo conciencia que es Él mismo, y pocas o nada de veces a la semana le dedico un rato largo de oración a Él y nadie más? ¿Cuántas veces me pasa que cuando se me ocurre rezar un rato, enseguida me aparece algo urgente, importante, que no puedo dejar para después urgencias? Él puede esperar, claro, salvo, por supuesto, cuando necesito algo... En realidad, ¿Lo quiero realmente? ¿O no estoy tan convencido que para amarte y seguirte tengo que conocerte? ¿O en el fondo, no me atrae rezarte y conocerte?

Me tomo unos minutos para pensarlo y contarle a Jesús qué me pasa....

 

·                     Jesús me invita a imitarlo empezando por casa: A todos nos pasa que fuera de casa somos, en algunos aspectos, distintos que con nuestra familia, con quien convivimos. Mi familia conoce cómo somos, y por eso tenemos menos problema en dejarnos guiar frente a ellos por nuestros propios intereses, y a hacer lo que sentimos. A veces soy consciente que esto es medio incoherente, que de esta forma soy desagradecido con quienes me vienen dando todo, empezando por la vida y siguiendo por el techo, comida, educación, y sobre todo amor, pero me cuesta... Jesús, vos que me proponés honrar a mis viejos, ayudarlos, bancarlos, preocuparme por lo que necesitan de nosotros, decirle que los quiero, ¿por qué me cuesta tanto esto, esforzarme en casa, ser servicial? ¿Es que no te creo tanto que estando pendiente de cómo están mis hermanos, de estar cerca de ellos, así voy a ser feliz?

Me tomo unos minutos para pensarlo y contarle a Jesús qué me pasa....

 

·                     Jesús me invita a involucrarme de algún modo con los más necesitados:  A lo largo de todo el Evangelio Jesús nos habla de su preocupación por los pobres, de su preferencia por ellos, de su invitación a comprometernos con ellos, que incluye mi propia austeridad. Todos sabemos que en nuestro país hay millones de pobres, incluyendo muchísimos de esos que no tienen qué comer. Y a veces parece que nuestra actitud fuera: “¿Y a mí qué?” Es cierto que por la edad que tenemos seguramente no hicimos nada para que ello ocurra, pero de a poco vamos teniendo libertad y por lo tanto responsabilidad para comprometernos de algún modo desde nuestro lugar. ¿Por qué tendemos a veces a no mirar esta realidad? ¿Por qué no nos llama ir pensando en qué podremos involucrarnos con esto? ¿Por qué Jesús me cuesta reconocerte en el rostro de los pobres, niños, ancianos, cartoneros...?

Me tomo unos minutos para pensarlo y contarle a Jesús qué me pasa....

 

·                     Jesús me invita a trabajar los talentos que me regaló: ¡Cuántos jóvenes no tuvieron, tienen ni tendrán nunca la posibilidad de estudiar y gozar de las oportunidades que esto da! ¡Cuánta necesidad tiene el país de jóvenes que se tomen las cosas en serio, que estudien, se rompan y trabajen por el bien común! Y a mí, Jesús, que tengo estas posibilidades (aunque en realidad no sé bien por qué yo sí y a otros no...y mejor ni pregunto....), y gratuitamente porque yo no hice nada para ello, me cuesta entender y que me atraiga aprovechar esta oportunidad, tomarme el colegio en serio, esforzarme todo lo que pueda para poder algún día poner todo esto al servicio de los demás. ¡Cuánto me cuesta esto....! ¿Por qué no me llama tanto tu invitación a sembrar todo esto que me regalaste, poniendo todo mi esfuerzo en el estudio? ¿Por qué me gana la pereza y la indiferencia?

Me tomo unos minutos para pensarlo y contarle a Jesús qué me pasa....

 

·                     Jesús me invita a valorar y respetar mi cuerpo y dignidad, y los de los demás: Todos somos a veces como Pedro cuando negó tres veces conocer a Jesús, en muchos aspectos. Si rascamos un poco en el Jesús que nosotros creemos y vivimos, seguramente encontraremos algunos caminos difíciles, o los que rechazamos porque no los entendemos o nos parecen exagerados. Por eso finalmente tomamos los caminos que a nosotros nos “cierran”, que encajan en lo que nosotros queremos que sea Jesús, la Iglesia, y por sobre todo, que los “sintamos”. Sé Jesús que para vos mi cuerpo y mi dignidad valen en serio, y también los de los demás, mi novia, novio.... Pero cuando estamos solos, o voy a bailar, está oscuro y demás, me parece o quiero creer que no puedo controlar mis pasiones, y hago y me dejo guiar por lo que siento, y punto. No quiero pensar en lo que vale el otro, en su dignidad, en el significado y compromisos que tienen que tener los gestos de mi cuerpo... Y termino actuando tan distinto a lo que me gustaría en este momento.... ¿Por qué, Jesús, no me atrae respetar y valorar la persona y cuerpo del otro, y no tenerlo como un objeto de placer? ¿Por qué prefiero no entender lo lindo que hay detrás de estas propuestas tuyas?

Me tomo unos minutos para pensarlo y contarle a Jesús qué me pasa....

 

Bueno, obviamente todos tenemos estos interrogantes e incoherencias, y Jesús quiere ayudarte. Es claro que nosotros le fallamos una y mil veces, pero Él nunca. Es como una limitación que tiene: es tan fiel y nos quiere tanto que no puede dejarnos, y siempre está al lado y nos invita a estar con Él, a conocerlo y seguirlo. Siempre. Pero siempre siempre. Y como además nos creó para hacernos felices, todo lo que nos propone necesariamente lleva a eso, por más que nos cueste o que no lo veamos. Por eso es importante ver qué me está impidiendo hoy conocer y seguir los caminos de Jesús. Y este es un tiempo justamente de Encuentro con Jesús.

Mirá, a medida que uno sigue creciendo la elección de los caminos de vida por lo general se hace por lo que cada uno piensa y siente por sí mismo. Jesús nos hizo libres, sí, pero quiere que usemos esa libertad bien y que optemos haciéndonos cargo de las opciones que elegimos. Y Jesús nos propone siempre las suyas.

Para seguirlo a Jesús tenemos que conocerlo, y sobre todo dejarnos amar por Él. Esta experiencia de su Amor, particular por vos, va a ser que su Persona te desarme y recree el corazón, hará que todos sus caminos te vayan atrayendo y atrapando. Hoy reviviste lo presente que se hizo Jesús en tu vida, y lo que hizo por vos. Dejate amar por Él, que te confirme su Amor de Padre... Él sabernos hijos de Él transforma nuestra realidad, la manera de mirarla y encararla, y recuperamos el sentido de las cosas y de la vida.

En este rato de desierto te propongo repensar todos los temas que vimos en este rato de desierto a la luz de esto. Los “por qué” que tenés abiertos van a ir encontrando respuestas a partir de tu Encuentro con Jesús. Y pensá otros aspectos de tu vida que también siguen un camino distinto al que Jesús te propone, y contáselos. Él los toma, se los lleva a la cruz, los abraza junto con vos y te va a ayudar a convertirlos.

Pedile también al Espíritu Santo que produzca ese encuentro con Él, y que te regale la gracia de amarlo más, nacer de nuevo y seguirlo con firmeza. Te dejo dos oraciones que pueden ayudarte en tu diálogo y meditación.


Sabrás del dolor y de estar solo

y de la pena de estar con muchos.

Sabrás de la soledad de la noche

y de la longitud de los días.

Sabrás de la espera sin paz

y de aguardar con miedo.

Sabrás de la traición de los leales

y de la dura crueldad

de los que se sienten perfectos.

Sabrás que ya es tarde

y casi siempre imposible.

Sabrás de la deserción de los tuyos

y del desprecio de todos.

Sabrás que no se te perdona

y que nadie te entiende.

Sabrás que eres el último

y tal vez menos.

Sabrás también

que el dolor redime,

que la soledad cura,

que la fe agranda,

que la esperanza sostiene,

que el milagro olvida,

que el perdón fortalece,

y que todo está en ti,

y contigo está Él.

 

Juan XXIII

 

Señor crucificado,

Tú, para probarme que me amas,

no te perdonaste a Ti mismo mis pecados,

los que a mí perdonaste,

cargándolos en la Cruz.

 

Señor crucificado,

Tú, para probarme que me amas,

siendo Dios no te avergonzaste

de hacerte hombre, para reparar

mi vergüenza de confesarte mi Dios

ante los hombres.

 

Señor crucificado,

Tú, para probarme que me amas,

no sólo encarnaste en carne y sangre,

sino en angustia, soledad y abandono

y muerte de hombre.

 

Aviva, Señor, mi fe en que Tú me amas.

Para que al partir de la tiniebla de mi vida

al esplendor de Tu vida,

sienta se funda mi cruz en tu Cruz,

mi muerte en tu Muerte,

mi amor en tu Amor.

Así sea.

Pbro. Hernán Benítez.


jueves, 3 de abril de 2003

Viernes a la mañana (2003)

VINE PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA

Buenas... ¿cómo andas? Soy María Magdalena. Esta bueno este lugar que elegiste para sentarte. ¿Podríamos charlar un rato? Quería invitarte a que subamos a una barca y vayamos a las profundidades de tu corazón. Haceme un favor, soltá el cabo y zarpemos! Ya sé que todavía no nos conocemos, pero hay tiempo. Te voy a contar un poquito quien soy. Aparezco un par de veces en la Biblia. Bueno, soy la pecadora, la prostituta. Yo vendía mi cuerpo por plata. Eso era tan malo, que si te descubrían, eras cadáver.

Pensar que me querían matar, me hubieran matado. Todas esas piedras una tras otra me iban a golpear. No sé si hubiera sido capaz de soportar semejante dolor. Una culpa me amargaba, era la culpa de mi infelicidad. Yo no estaba arrepentida por ser prostituta, estaba arrepentida por ser infeliz. Yo me vendía en busca de AMOR, pero nunca lo había podido conocer realmente.

Cuando me tomaron de los brazos y me arrastraron tuve muchísimo miedo. Hombres llenos de ira y violencia me acusaban, me condenaban. Me dolía mucho. Porque eso era un reflejo de que yo no sabía vivir. Entre el ruido a mi alrededor y el llanto de mi corazón, yo estaba perdida. Sentía una profunda angustia. Las ganas de salir corriendo y gritar hasta quedarme sin voz me invadían. Quería desaparecer.

¿No te pasa que te sentís así? ¿Sin ningún sentido? ¿Lleno de miedo? ¿Qué todos te acusan? ¿Esclavo de tu infelicidad?

De repente, todo se paró. Mis jueces se frenaron ante Él y como increpándolo le dijeron:

“La ley de Moisés ordenó que se mataran a pedradas a esta clase de mujeres. ¿Tú que dices que hagamos?”

Él se inclinó con calma y empezó a escribir con el dedo en la tierra.

Como seguían preguntándole, les dijo:

_ El que no tenga pecados que tire la primera piedra.

Después siguió escribiendo. Cuando vi que todos se iban yendo, empecé a llorar, no entendía nada. ¿No me iban a matar? ¿Quién era este hombre que con sólo decir unas palabras me liberaba de mi condena?

¿Podés creer? ¿Alguna vez te sentiste perdonado así? ¿Liberado de tu cruz, de ese peso que venías cargando hace tanto?

Cuando nos quedamos solos, me MIRO, y con esa mirada cambió mi vida. Me penetro por completo, me hizo tener ganas de ser otra, de vivir amando. Esa mirada no me juzgaba, por primera vez en mi vida, alguien me miraba con AMOR, y no pedía nada. Lo único que me dijo fue: _ Mujer, ¿dónde están los que te juzgan? Anda en paz y en adelante no peques más.

Jesús te perdona así, siempre, solamente quiere que estés bien, liberarte de tu dolor. Sólo si sos capaz de abandonarte, de dejarlo ir.

En ese momento descubrí mi vocación a la santidad, a amar como Jesús y seguirlo siempre. Me pudo. Pensar que todo me daba igual, hasta que lo vi. Me hizo creer en mí.. Darme la oportunidad de mirarme como me miraba él, con un AMOR sin reproches, lleno de misericordia y que me lleva cada día a querer ser mejor. ME MIRÓ, ME AMÓ y ME TRANSFORMÓ.

Ahora te propongo una cosa, no vengo a recriminarte nada, sólo tengo una propuesta que sé que te va a hacer FELIZ, pero ya sabes, sos libre de elegirla. ¿Alguna vez te contaron porque murió Jesús? Bueno fue por VOS. Él quiso, me lo contó, lo hizo para que tus pecados te sean perdonados y no tengas que cargar con ellos. Vino al mundo por los que estaban perdidos, como vos y yo, para los que necesitan una esperanza, vino a darnos su amor a todos, especialmente a vos. En un lugar del Evangelio Jesús dice: VINE PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA. Es verdad, Jesús no es un mentiroso.

A veces miro al mundo y me apena que tantos no sepan que los ama. Que Jesús los espera para que lloren en su hombro o rían con él. Por eso, vengo a invitarte a una vida nueva, llena de luz...

Hoy me gustaría que revisemos juntos las cosas que te alejan de su amor, del camino. Esas cosas que te mantienen lejos, en las tinieblas, sufriendo. Esas cosas que no te permiten ver tantas maravillas que tiene el mundo, disfrutar a pleno, a full como dirías vos. Sí, esas cosas son lo que te imaginas... tus pecados, tus miserias, tus debilidades.

Me sorprende como asusta esa palabra: “PECADOR”- Creo que es porque tienen un concepto erróneo. Ser pecador no significa ser malo, ni ser un desastre, ni que Jesús va a dejar de amarte. Ser pecador significa simplemente ser hombre y esa es tu naturaleza, así que no tenés porque avergonzarte, sería mejor que lo aceptes. Ah! Otra cosa que me causa gracia. Ser pecador NO ES SER CANCHERO. _ Uy estoy lejos de DIOS, puedo hacer lo que quiero, tengo el mundo a mis pies! La tengo clarísima, no me para nadie. Para empezar DIOS puso el mundo a tus pies y DIOS te dio la libertad para elegir, así que si estás lejos de Él, no la tenés nada clarísima, es más yo te diría que la tenés oscurísima.

Pero bueno dejame explicarte una cosa antes de empezar: PECAR ES NO ELEGIR AMAR. EL PECADO ES UNA FALTA DE AMOR. Se que a veces te debe costar amar, como a todos, se que hoy se te hace difícil porque te tironean de todos lados, pasan muchísimas cosas y vos justo estas creciendo, te estas formando. Sé que la humanidad tiene que pagar muchos platos rotos y de repente el que para la ganza no es el que los rompió. Sé que hay muchísima desesperanza, demasiada mentira y salidas que no llevan a ningún lugar, como la droga, el alcohol, el sexo fácil. Me doy cuenta de que todas estas cosas te confunden y ya no se sabe distinguir entre el bien y el mal.

Pero existen y la tentación del egoísmo, de la comodidad, de lo fácil, de no amar, está todo el tiempo y te aseguro que cada vez que sos presa de eso te alejas más de Jesús-. No se trata de cuantas minas te comes (transas) en el boliche, o de cuantas veces le tiras del pelo a tu hermanita por el control remoto, o de cuando les mentís a los demás, ni de las borracheras que te agarras. Se trata de una decisión más de fondo, algo que está en lo profundo de tu corazón y te lleva a hacer muchas cosas. SE TRATA DE SER CRISTIANO.

¡Aja! Ser cristiano, otra vez, ser cristiano no significa solamente rezar a la noche, ir a misa los domingos, creer en un DIOS que te conviene, de repente, por ahí comulgar. Ser cristiano es SER DE DIOS, ser como JESÚS, que es DIOS hecho hombre. Tratar cada día de amar más, de buscar mejores maneras de ser libre, de comprometerte con tu realidad. Ser cristiano significa elegirTE y elegir a Jesús.

¿Te consideras que sos cristiano? ¿Darías lo que fuera por amor a DIOS? ¿Te elegís? ¿Lo elegís a Jesús en todos los momentos de la vida?

Hagamos una cosa, yo ya hablé mucho, ahora contame vos. ¿Cuáles son las cosas que no te permiten ser amigo de Jesús? ¿Cuáles miserias no te dejan amar como te gustaría?

Quiero mostrarte una parte del Evangelio (no te olvides que acá está escrita la verdad, lo que Jesús dice, en castellano: LA POSTA):

“ALEGRENSE EN EL SEÑOR: NO SE ANGUSTIEN POR NADA, Y EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA RECURRAN A LA ORACIÓN Y  A LA ACCIÓN DE GRACIAS” (Flp. 4,4)

Esto es como un examen de conciencia para que pienses bien y después de contestarte las preguntas escribí en la maderita que te dieron todo lo que necesitas que Jesús te perdone, para que haga con vos lo mismo que hizo conmigo, para que te transforme.

¿Te alegras de estar vivo?

Cuando estás triste ¿qué salidas buscas para estar mejor? ¿Confías en las personas que te quieren? ¿Vas a ver a Jesús?

¿Te angustias por cosas que no tienen demasiada importancia?

¿Te quejas seguido?

¿Sos capaz de agradecer los dones que recibiste? ¿tus amigos? ¿tu familia? ¿tu vida?

¿Cómo sos con los demás? ¿Con tus enemigos? ¿Con los que están solos? ¿Con los supuestos “navos”?

¿Te la pasas señalando los pecados de otro?

Bien sabes que cada vez que hagas lo que hagas por más mínimo que sea, Jesús está ahí al lado tuyo mirándote como a mí, perdonándote, amándote y muriendo en la cruz por vos. 

miércoles, 2 de abril de 2003

Jueves a la tarde (2003)

Este es tu segundo desierto. Es importante que tomes los desiertos muy en serio, ya que son una gran oportunidad para encontrarte cara a cara con Dios mismo. Todos nosotros necesitamos tiempo para estar solos, pensar en nosotros, nuestras cosas, nuestra vida, aunque muchas veces en este Mundo que va a mil, no somos capaces de tenerlo. Bueno, podés aprovechar este momento.

En primer lugar, te invito a ir a un lugar donde estés cómodo y nada pueda distraerte. Tenemos que tratar de trasladarnos mentalmente a un desierto con todo lo que ello significa: soledad, tranquilidad, silencio; trata de cerrar los ojos e imaginarte allí por unos segundos.

En segundo lugar, como es un encuentro con Dios, debemos ponernos en su presencia. Para ello podes realizar la señal de la cruz y alguna oración. Cerrá los ojos, pensá donde estas, pensá en la Pascua, en este Jueves Santo en el que Dios se nos regala en la Eucaristía y nos muestra un gran gesto de servicio y amor con el lavatorio de los pies.

Ahora si, empecemos. Te propongo que pienses en tu vida, en todas las actividades que realizas a lo largo de la semana, desde que te levantás hasta que te acostás. Pensá en el día a día en el colegio, cuando llegas a tu casa. Pensá los fines de semana qué es lo que hace habitualmente y cómo es que transcurre tu vida de hoy. Al menos un pantallazo general.

Te invito, a continuación, a que leas de forma pausada y concentrada el siguiente cuento del P. Mamerto Menapace. Sería bueno que subrayes las frases que mas te impactan o los gestos o actitudes que a vos especialmente te llegan.


MORIR EN LA PAVADA

Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.

No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos era del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a este debajo de la pava clueca.

Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las altas cumbres. Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Sí señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.

Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutía. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.

A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran sólo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.

Un medio día de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre el suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa ¿Y él, por qué no volaba así? El corazón le latió apresurado y ansioso.

Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otras cosas. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.

Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañero que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.

Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.

¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

 

¿Te gustó? Ahora, tranquilo releé las frases que subrayaste o alguna parte que te haya gustado y quedate pensando si logras desgranar el mensaje del cuento.

Ahora me cuestiono.... 

¿Qué implica y que actitudes o características tiene un cóndor? ¿Y un PAVO?

¿Qué pasa en mi vida, como soy  yo? ¿Qué significa para mi, en mi vida, ser un CONDOR? ¿Y un PAVO?

Bajémoslo a nuestras vidas de cada día:

En mi familia...

¿Qué pasa en mi familia? ¿Me da lo mismo estar que no estar?

¿Ayudo en casa? ¿Es mi casa un hotel?

¿Son mis hermanos objetos que tengo que bancar?¿Comparto momentos con ellos?

¿Valoro todo lo que hacen mis viejo por mi?¿Me importa lo que pasa en casa o intento rajar todo el tiempo?

 

Y con mis amigos....

¿Me juego por ellos?¿Busco lo mejor para ellos o los elijo muchas veces por conveniencia?¿Me importan sus problemas?¿Comparto mis preocupaciones con ellos o solo los tengo para salir?¿Me muestro tal cual soy?

 

Y con mis opciones...

¿Soy un pavo que lo único me interesa es imitar al resto?¿Si los demás toman, yo tomo?¿Si fuman yo fumo? ¿Si todos se tranzan chicas/os en el boliche yo no puedo ser menos?¿Si burlan a alguien burlo yo también o trato de defenderlo?

¿Voy a misa? Si voy... ¿Lo hago realmente para encontrame con Dios o para hacer sociales?

 

“...Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutía. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás...”


Te propongo recordar ahora las situaciones en las que cotidianamente actuamos como pavos y trata de pensar de que manera las puedo convertir en acciones de cóndor. (Sería bueno escribirlas) 

Me parece importante dejar en claro que cada uno de nosotros estamos llamados a ser un CÓNDOR ¿Y sabés porque? Por el único hecho de ser HIJOS DE DIOS. Él nos hizo a su imagen y semejanza, con innumerables virtudes y talentos. ¿No te parece que estamos llamados a ser algo ESPECIAL?¿Te parece que haciendo todo lo que los demás hacen seremos especiales?. Dios nos AMA a cada uno de manera personal, el espera que con cada elección de nuestra vida le correspondamos ese AMOR INFINITO que nos da. Depende de nosotros lo que queramos SER en nuestras vidas...

¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

Por último te quiero presentar a un amigo en común que no tuvo miedo de dejar las cosas de pavos para ser el MEJOR de los CÓNDORES, alguien que supo ser fiel a sus opciones y al que no debemos dejar de imitar: 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a sacárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡No sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”.

Él sabía quien lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”.

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.

Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. Jesús

martes, 1 de abril de 2003

Jueves a la mañana (2003)

Antes de empezar este desierto, este encuentro con uno mismo y con Dios, buscá un lugar cómodo y alejado, relajate, tomate unos minutos de silencio para calmar las ansias o para despertarte un poquito más y rezá una oración o leé un pasaje del Evangelio que te guste para acallar los ruidos y prestarle toda tu atención a Dios.

Cuántas veces, en el "partido" de la vida, paramos la pelota para ver cómo está parado el "rival"; qué es lo que viene; cómo conviene afrontarlo; cómo puedo hacer para pasar a través de ese sinfín de situaciones saliendo lo mejor parado posible.

Y cuán pocas veces se nos ocurre mirar a nuestros "compañeros", a los que siempre están al lado nuestro. No sólo nuestra familia, (que también es muy importante), sino también nuestros amigos. Esas personas que Dios nos puso en nuestro camino para que los elijamos, y así marchemos junto con ellos. ¿Quiénes son? Te propongo que hagas una lista de esas personas tan especiales que vos mismo elegiste para que de alguna forma te acompañen en esta reflexión.

 

Jesús dijo a sus discípulos:

«Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.

No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»

                                                                                                                      Jn.15,12-17

 

Como Cristo eligió a sus discípulos, nosotros elegimos a nuestros amigos. Nosotros decidimos a quién abrirnos; con quién compartir nuestra vida; a quién contarle nuestros miedos, proyectos, logros y fracasos.

¿Nunca te preguntaste por qué a ellos le podés decir todo y a otros no te sale decirles nada?

Te invito a meditar esta pregunta: ¿Qué es lo que tienen ellos y no tiene el resto? Para hacerlo te propongo recordar cómo, dónde y cuándo fue que los conociste. Tomate unos minutos, reflexioná detenidamente acerca de cada uno de ellos y respondé estas preguntas.

Recorriendo esas instancias de tu vida te habrás dado cuenta lo difícil que es  explicar dónde está lo que los hace especiales. Pero seguramente te es muy fácil ver que ellos siempre estuvieron cuando más lo necesitabas. Te ayudaron a levantarte y seguir cuando te caíste. Acudieron primero cuando necesitabas ayuda aunque no la hubieses pedido. Te dieron su amor y cariño sin pedirte nada a cambio, sin otro interés que verte mejor y hacerte saber que siempre iban a estar cuando los necesites.

Te propongo que hagas una línea de tiempo y pongas tanto los momentos en que conociste a tus amigos, como aquellos en los que estuvieron para darte ánimos. Tomate varios minutos, apuesto que los vas a necesitar.

Si mirás el final de tu línea de tiempo te vas a encontrar en este momento: sentado, haciendo este desierto en Pascua Joven, viviendo un momento muy especial en la vida de Cristo, el gran amigo que Dios nos dio para que nos acompañe y así nunca nos sintamos solos.

¿Te acordás como entró Cristo en tu vida? ¿Sentís su presencia en el día a día? Te pido que reflexionés unos minutos y pongas en tu línea el momento en que Cristo entró en tu historia y los momentos en que te sentiste acompañado por Él.

Podrás ver que varias de las veces en que estuvieron tus amigos, también estuvo Cristo. Es más; si volvés a los momentos en que estuvieron tus amigos, te vas a dar cuenta que en todas esas ocasiones estuvo Él: a través de ellos, en sus gestos, sus palabras de aliento, sus miradas esperanzadoras.

Él nos da el ejemplo de como llevar nuestra amistad. Lo podemos ver de una forma clara en varios pasajes del Evangelio:

“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a sacárselos con la toalla que tenía en la cintura.”...

 María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".

Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: "Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".

Y Jesús lloró.

Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!".

Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?". 

(Jn 11:32-38)

 

...En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que ‚él a la otra orilla, mientras ‚él despedía a la multitud.Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman.”...   (Mt 14:22-27)

Jesús nos demuestra a través de su pasión que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos. No sólo en sentido literal, sino también pensando cómo no hay mayor regalo para darle a un amigo que uno mismo, con nuestros límites, dones, defectos y pecados.

La amistad es un camino de amor que se construye con personas muy especiales. Animémonos a recorrerlo en forma plena. Mientras nos mostremos a nuestros amigos tal cual somos, más los vamos a poder ayudar y menos nos va a costar hacerlo.

Si "la medida del amor, es amar sin medida" no tengamos miedo de hacerlo. Cuando veamos que nos cuesta mucho, miremos a Cristo, miremos su cruz, recurramos a Él a través de la Eucaristía, de la Reconciliación, en la oración o como mejor nos resulte. Él es el amigo incondicional, quien nos amó primero y nos brindó los amigos que hoy nos acompañan.

Para terminar, te pido que agarres nuevamente la lista y reces por cada uno de tus amigos. Pensá detenidamente en su situación actual, y pedile a Dios que lo ayude en lo que te parece que más le hace falta en este momento.

Después, te invito a que vayas a la capilla delante del Santísimo, permanezcas unos minutos en adoración delante de Jesús sacramentado, y le pidas una vez más que sea tu amigo, una parte fundamental de tu vida.