Hola ¿Cómo andás? Seguro estás un poco a mil
por haber vuelto de golpe a la rutina, pero sentís también esa paz que a todos
nos queda después de 5 días de estar con tantos jóvenes viviendo la fe a flor
de piel y sintiéndonos tan cerca de Jesús ¿No?
Te voy a proponer que te sientes un rato y
hagas un último desierto (Si te colgaste y dejaste pasar el lunes no importa
¡Nunca es mal momento para dedicarle un rato a Dios!). Buscate un lugar en el
que estés cómodo y puedas alejarte un rato de todo lo que te rodea (Antes
tenías todo el Marín, ahora tenés EL MUNDO, así que buscá tu lugar preferido y…
¡Empecemos!).
Podés arrancar haciendo la señal de la cruz
para entrar en oración.
Un buen ejercicio para empezar es hacer una
lista con aquellas cosas que aprendiste durante la Pascua , pueden ser cosas
sobre vos mismo, sobre los demás, sobre como actuar, lo que vos quieras. Tomate
un rato para hacer una lista, podés anotar al lado situaciones o personas que
te hicieron aprender esto o que de alguna manera estén relacionadas con lo
primero que escribiste. Hacela como quieras, en definitiva, la lista es TUYA.
Sería bueno que al final puedas elegir un momento, una persona y una frase que
quieras llevarte en especial de estos días que viviste.
¿Listo? Bueno, ahora te voy a pedir que
empieces a pensar en qué situaciones, tanto de lo cotidiano como de situaciones
puntuales que se den de vez en cuando, te gustaría aplicar estas cosas que
aprendiste. Pensá tranquilo, nadie te apura. (Una buena idea es quedarte al
final con un momento, un nombre, una frase y una actitud, para tenerlo anotado
en algún lugar que tengas a la vista).
De las
que anotaste, ¿son todas buenas o agradables?, o ¿en algunas te parece
que va a ser más difícil? Es importante
darnos cuenta de que a Jesús lo transmitimos todo el tiempo, ya sea con
la palabra o actitudes, cuando hacemos alguna actividad en la Parroquia o estamos con
nuestro amigo que piensa que estamos locos por haber ido a un Retiro de cinco
días en vez de salir todo el fin de semana largo. Sí, aunque parezca una
locura, podés llevar a Jesús a todos lados, al colegio, al trabajo, a jugar al
fútbol o las salidas a la noche. Podemos hacer a Jesús presente cada vez que
escuchamos a alguien, cada vez que damos un abrazo, o cada vez que tomamos una
decisión. Por ende con un simple gesto podemos lograr que Jesús entre en el
corazón de otra persona. Pero… ¿nos animamos? Pensá, en que momentos no actuás
acorde a esto ¿Serían distintas algunas cosas? ¿A veces siguiendo a Jesús simplemente
somos nosotros mismos, somos más auténticos?
Hablemos ahora un poco de nuestra fe durante
el año, es normal que cuando volvemos de vivir algo tan fuerte estemos con
muchas pilas y ganas de aplicar a nuestra vida todo esto que aprendimos o
recordamos estando allá, (si fue tu primera experiencia fuerte de Fe seguro
estás más sorprendido todavía, de paso ¡Te felicito por habértela jugado y
haber ido a Pascua!). Pero pasa una semana, un mes y la realixad continúa: esas
responsabilidades que son un faso y nos sacan tiempo y nos cansan, esas peleas
que tenemos en casa, ese jefe que es insoportable, esa minita que no te bancás…
miles de cosas que nos tiran un poco abajo todo esto que veníamos viviendo. Nos puede pasar, en verdad nos pasa a todos,
que en algún momento no sentimos la fe como antes, nos sentimos lejos de Jesús,
y nos preguntamos qué nos pasa, si hay algo malo en nosotros, o por qué no
estamos tan “encendidos” como el que tenemos al lado. ¿Te pasó esto o te venía
pasando? ¿Cómo lo tomaste? Bueno, si andás con “bajones” de fe, a no
desesperarse y ¡bienvenido al club! Es normal que nos pase esto de habernos
sentido muy cerca de Dios, y más tarde preguntarnos por qué ya no estamos con
ese “fuego” que nos queda después de una experiencia fuerte (¡y eso está
buenísimo!). A veces simplemente tenemos que calmarnos un poco y capaz buscar
nuevas formas de cultivar nuestra fe. Podés pensar nuevas actividades para
hacer, otras formas de rezar (hacerlo de a varios siempre ayuda) o capaz nada
más ser más conscientes de cómo Dios atraviesa todo lo que hacemos en nuestra
vida cotidiana. No te preocupes, aunque a veces te olvides o te cuesta creer en
Dios, Él siempre cree en vos.
Tomate un rato para pensar en cómo estuvo tu
fe últimamente y en qué anduviste en esos momentos ¿Vivís más la fe cuando estas
feliz? ¿O capaz te apoyaste más en Dios cuando las cosas no te salían cómo
querías?
Es normal a veces sentir que nuestra fe está “apagada”, capaz porque necesitamos hacer un poco de silencio y empezar a ver a Dios en las cosas que pasan a nuestro alrededor. Acordate que una fe tenga altos y bajos significa que es una fe VIVA.
Para terminar el Desierto, te voy a proponer
que además de todos lo que pensaste sobre comprometerte en acciones concretas y
empieces a pensar en grande. Muchas veces nos quedamos a mitad de camino,
pensando solo en situaciones chiquitas de la realidad en las que podemos
intervenir. Esto está buenísimo, pero Jesús nos llama a algo mucho más grande,
a que no nos quedemos en lo pequeño. Él vino a cambiar el mundo y para eso
necesita de nuestras acciones. Pensá en María, que en su vida siempre fue
simple, sencilla y servicial, pero además de esto, cuando Dios le encomendó una
misión enorme, ella la aceptó y realmente se jugó por los demás (Si querés
inspirarte, podés leer sobre otras personas que hicieron grandes cosas, como
Don Bosco, La Madre Teresa
o Mahatma Ghandi, y muchos más!) ¿Alguna vez pensaste en hacer algo muy grande? ¿Qué cosa? ¿Creés que podés? ¿Cómo
creés que podrías en el futuro usar lo que a vos te gusta hacer para beneficio
del resto? Date espacio para pensar o imaginar lo que quieras, a veces esa es
la mejor manera de empezar un gran proyecto.
¿Te asustaste? Tranquilo, no hace falta que YA sepas que es lo que tenés/querés hacer por el resto, pero es bueno que te lo vayas preguntando, y lo vayas rezando para empezar a ver cómo involucrarte en esta realidad en la que mucha gente sufre a diario, se dan injusticias, se vive sin amor… Está en manos de todos hacer algo para cambiar las cosas (obviamente no vas a hacer todo solo). Y no te olvides que Jesús necesita de VOS y vos necesitás de ÉL. Te dejo una oración para que vayas pensando:
Jesús, no
tienes manos.
Tienes sólo
nuestras manos para construir un mundo donde reine la justicia.
Jesús, no tienes
pies.
Tienes sólo
nuestros pies para poner
en marcha la libertad y el amor
Jesús, no
tienes medios.
Tienes sólo
nuestra acción para lograr
que todos seamos hermanos.
Jesús,
nosotros somos tu Evangelio, el único Evangelio que la gente puede leer, si
nuestras vidas son obras y palabras eficaces.
Espero que esta Pascua realmente haya sido un
punto de inflexión, y que te haya servido tanto a vos cómo a los que te rodean,
animate a comprometerte, animate a ser más, acordate que, aunque a veces no lo
sientas, ÉL siempre está con vos apoyándote, y nunca te va a dejar solo.
¡GRACIAS POR COMPARTIR ESTA LOCURA, NOS VEMOS
EN EL REENCUENTRO! ¡ABRAZO GRANDE EN JESÚS!