sábado, 30 de marzo de 2013

Sábado Santo a la tarde (2013)

¡Hola! ¿Cómo andás? Ya estamos llegando al final de la Pascua, espero que la estés aprovechando al máximo, seguro estás teniendo un día muy intenso, entre el Vía Crucis de ayer, los testimonios, las charlas, el momento de María, el grupo, todo esto de las cosas que te angustian… En fin, un montón de cosas.

Te invito ahora una vez más a que paremos un poco la pelota y encaremos juntos el último desierto de la Pascua, andá a un lugar calmado, en lo posible alejado de tus amigos así no te distraés, ponete cómodo, respirá hondo y empecemos…

Capaz te ayude hacerte la señal de la cruz para ponerte en presencia de Dios… En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo… y ahora sí.

Volvamos un poco atrás en el tiempo, al principio de esta Pascua ¿Te acordás cómo te sentías? De cómo era la realidad que volcaste en tu pelotita? ¿Qué cosas te gustan más de esa realidad? ¿Cuáles no te gustan tanto? ¿Omitiste algunas porque son cosas de las que preferís no acordarte? ¿Te gusta tu pelotita? ¿Hay cosas que parece que te gustan pero en el fondo sabés que no te hacen bien?

A veces se nos hace difícil manejar nuestra propia “pelotita”, ya sea por seguir la corriente, por presiones de la sociedad o por capricho propio, terminamos moviéndonos dentro de una realidad que en el fondo no es la que queremos tener nosotros, ni la que queremos ofrecerle al resto ¿Qué lugar le das al otro en tu realidad? ¿Te parece que les hacés bien a ellos? ¿Y a vos mismo? ¿Qué lugar le das a Dios en tu pelotita? ¿Qué te gustaría agregar o sacar de tu pelotita?

Un muy buen ejercicio que me enseñaron una vez, es el de hacerte una “encuesta” (en este caso vamos a tomar las cosas que estuviste pensando recién) antes de empezar algo (ya sea un período, una clase, un retiro…) y hacértela de nuevo al final. Tratá de hacer algo parecido con lo que acabamos de pensar ¿Tus respuestas de ahora son muy distintas a las que habrías dado a estas preguntas antes de venir a Pascua?

Probablemente te encontraste con algunas diferencias en tus respuestas, o también con que algunas de las cosas nunca te las habrías preguntado ¿Qué loco no? ¿Te gusta haber cambiado tus pensamientos? ¿A qué crees que se debe? ¿Qué lío tantas preguntas no? Para organizarnos un poco, te propongo que elijas una (o más) cualidad(es) que creas que hayas descubierto o aprendido (o quieras aprender o tener, ¡todavía no termina esto!) a partir de todo lo que viviste estos días, y que te ayude, Capaz podes ser más sereno, más comprensivo, más sincero, más humilde… (Acordate de pensar esto siempre pensando no sólo en vos sino en el resto! Acordate de que TÚ mundo es parte de EL mundo!)

Qué lindo es pensar en todos estos cambios positivos, aunque a veces nos pasa que en los momentos que estamos más “iluminados” estamos con TODAS las ganas y TODAS las pilas de cambiar y hacer mil cosas, y después nos termina costando llevarlo a la práctica ¿Te sentís así a veces? ¡Tranquilo! ¡Es completamente normal! (Es más, hasta agregaría que al que no le pasa esto, tendría que empezar a asustarse un poco). Nosotros como seres humanos somos imperfectos, y es lógico que no nos salgan todas las cosas como quisiéramos, ¡no desesperes! Es en esos momentos cuando más tenemos que apoyarnos en Dios, a veces nos es difícil o nos da fiaca tenerlo presente, o justamente son nuestras mismas “mudeces” o momentos de oscuridad los que nos alejan de él, pero hacé el esfuerzo y te prometo que vas a notar un cambio… Es más, para que no quede todo en palabras te voy a dar una mano, pensá ahora en algo concreto de tu pelotita que realmente quieras cambiar, puede ser una actitud, tu trato con una persona, algún mal hábito, o cualquier cosa que vos pienses que no está andando tan bien (Ayudita: ¡La cualidad que pensaste antes seguro sea la que te pueda ayudar con esto!), y comprometete a tratar de cambiarla, pero no vos solo, entregáselo a Jesús, pedile que te ayude, acordate de que VOS necesitas de ÉL para que te ayude a cambiar y ÉL necesita de VOS para que lo hagas. Pensá en eso en que la venís pifiando, en esa persona que lastimaste, en ese amigo que querés perdonar, en ese familiar con el que querés llevarte mejor… Y no te preocupes si no podés cambiar todo lo que no te gusta (a veces es mejor ir de a poquito pero ser constante y firme en lo que nos propongamos!. Acordate que los momentos de oscuridad son parte de la vida, que también Jesús los tuvo y que él está ahí para ayudarte aunque a veces no puedas o no quieras verlo, que Él no va a tirar “rayos solucionadores de cosas”, pero va a estar ahí con VOS, aunque algunas veces no estés siendo ese VOS que te gustaría, ÉL está igual… te ama como VOS sos, con todas las cosas buenas, las “más o menos” y las malas de esa pelotita. Dicen que uno de los misterios más grandes y que más nos cuesta entender de Jesús es que NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER PARA QUE ÉL NOS QUIERA MENOS,

¿Tan así? Sí!!!!!!! Grabátelo en la cabeza y acordátelo siempre (Capaz te ayude escribírtelo: Podés hacerlo acá:
NO HAY NADA QUE YO …………………………………………………… PUEDA HACER PARA QUE JESÚS ME QUIERA MENOS.

Dentro de un rato, Jesús va a resucitar, y va a darnos a todos una nueva. Tomate un tiempo y pedile que mueran con Él todas estas cosas que nos impiden ver, oír, hablar… Pedile por vos y por tus hermanos (Acordate siempre de que si rezamos por nosotros solomente, ¡no entendimos nada!) Que te abra como hizo con el sordomudo… podés ayudarte con esta oración:

Luz de Dios, disipa las tiniebla de mis dudas y guíame.
Fuego de Dios, derrite el hielo de mi indiferencia y abrásame
Torrente de Dios, fecunda los desiertos de mi vida y renuévame.
Fuerza de Dios, rompe las cadenas de mis esclavitudes y libérame.
Alegría de Dios, aleja los fantasmas de mis miedos y confórtame.
Aliento de Dios, despliega las alas de mi espíritu y lánzame.
Vida de Dios, destruye las sombras de mi muerte y resucítame.


¿Pensaste muchas cosas? ¿Qué complicado no? Te invito ahora a levantarte, e ir a disfrutar el final de la Pascua y la resurrección de Jesús ¿Cómo te sentís ahora? ¿Ya sabés que es lo que te llevás de Pascua? Seguro te estoy mareando con tantas preguntas, mejor relájate, levantate y como dijo Jesús “Efatá”, abrite. Y ahora andá, que lo mejor está por venir…

Sábado Santo a la mañana (2013)

Qué biennn, nos vemos devuelta. Ahora si, te necesito al 100x100. Busca un lugar tranquilo para pensar, lejos, bien bien lejos de tus amigos, tomate un tiempo para estar con vos, para pensar y reflexionar.
¡Necesito que te abstraigas, y hagas un esfuerzo para tomarte esto en serio, porque todo lo que realmente vale la pena merece un esfuerzo!
Que bueno estos días de pascua. Siempre viene bien mirar adentro tuyo y descubrir nuevas cosas. Algunas buenas y otras no tan buenas. Este es un ejercicio que toma toda la vida, porque a lo largo del tiempo cambiamos permanentemente, entonces siempre es bueno pegarle un vistazo a nuestro corazón para encontrarnos cosas nuevas. Muchas de las cosas negativas que tenemos llevan mucho tiempo cambiarlas, quizás toda la vida y por eso es necesario pedirle a Dios que nos ayude a mejorar como personas. ¿Qué es esto de mejorar como personas? ¿Quién es buena persona? ¿Qué criterio nos rige? ¿Quién decide quien es un gran pibe y quién no? A verrr hagamos una prueba, pensá una muuuuy buena persona que este presente en tu vida. Puede ser cualquiera, amigo / papa / hermano / profesor / amiga / novio / etc. ¿Listo? La tenés en tu cabeza? Ahora pensá en 3 actitudes o gestos que ellos tienen que te hace considerarlas de esta forma, y cuando lo tengas listo escribilas:
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Perfecto! A verrrrr repasemos que tienen en común estas 3 cosas que escribiste. ¿Se te ocurre algo? ¿Hay alguna relación en estas actitudes? A mí se me ocurre algo… Cada una de esas acciones contienen amor, si si escuchaste bien, AMOR. Para paraaaa, no nos pongamos romanticones y cursi porque se desvirtúa todo. NOOO TRANQUILOOOO! No estoy hablando del amor de esas películas románticas que la pareja se da un beso con música apasionada y un atardecer espectacular de fondo. Estoy hablando de un amor más real, que se vive en el día a día. El amor que te transmite esa persona, con una acción, un gesto o una palabra. Es un amor que se transmite mediante actitudes y hechos concretos. ¿Vas entendiendo de lo que te hablo? Ese amor verdadero está en esa amiga que te banca los momentos difíciles, esa mamá que siempre está para ayudarte, ese compañero de colegio que te acepta tal cual sos, esa persona que saca lo mejor de vos, ese amigo de la infancia que te valora o esa abuela que te malcría y no te reprocha por tus faltas. Que bueno , ¿no? Grandes actitudes. Que bien nos sentimos cuando el otro hace algo por nosotros, que contentos nos pone percibir el amor y la importancia que tenemos para los demás, que felices nos hace el saber que esa otra persona nos quiere.
Durante esta pascua fuimos testigos de un gran acto de amor, es más, fuimos testigos del acto de amor más grande de la humanidad. El de Jesús, que murió en la cruz por nosotros. ¿Se dan una idea lo que es eso? DAR LA VIDA POR OTRA PERSONA, grosssso, ¿no? La verdad que si, es importante, es significante y hasta es increíble, y tenemos que estar agradecidos por eso. Él murió en la cruz por cada uno de nosotros, no importa tu edad, color o religión. Él murió por TODOS. Es tan importante, que su vida cobró un significado enorme, a tal punto que dividió la historia del mundo en dos, antes de Él y después de Él. INCREÍBLE, ¿no?
Bueno, bueno muy lindo todo por ahora. Vine a Pascua, reconocí mis pecados, Jesús muere, me salva y tenemos otra película de Disney donde todos los personajes que la protagonizamos somos felices para siempre… Que fácil sería la historia si terminara ahí. Pero ese es el camino corto, vacío y sin sentido. Hoy Jesús nos invita a algo mucho más grande: nos invita a seguirlo. Seguro pensarás: ¿Cómo es eso de seguir a Jesús? Él en el cielo y yo acá, atado a la tierra, en mi realidad con mis problemas. Yo no puedo seguir a Jesús, primero tengo que terminar el colegio, seguir una carrera o ponerme a trabajar, hacer algo de mi vida, ¡no tengo tiempo para eso!
Eiiii ¡tranquilo amigo! Lo que digo es que Jesús nos invita a hacerlo presente en cada aspecto de nuestras vidas, A VIVIR CON AMOR. Tratar de ser mejores personas con cada gesto, cada actitud, palabra, acción, incluso con cada sonrisa, para así derramar amor. Seria lindo, ¿no? Y querido amigo tengo una muy buena noticia, ESO Sí ES POSIBLE. Si Jesús nos invita a esto es porque podemos lograrlo. Él nunca te invitaría a un lugar al que no podes llegar.
Hoy Jesús te dice: “Todo lo que hagan, háganlo con amor” (1 Corintios 16.14). Y esto que nos propone es un amor 3D. Si, si, un amor con tres dimensiones: Amor hacia los demás, amor a Dios y amor a uno mismo.

Arranquemos por el primero: a lo que Jesús nos invita es amar a TODAS las personas que nos rodean. A mucha gente se nos hace fácil quererla pero a otros se nos complica un poco más. ¿Se te ocurre alguien? Puede ser esa amiga que te trata mal, ese amigo que siempre está queriendo mostrarse superior, ese hermano que te vuelve loco, ese compañero que te hace la vida imposible. Epaa hay mucha gente a la que nos cuesta amar, ¿no? Necesito que pongas a dos personas en especial y que las ofrezcas a Jesús, para que Él te ayude a demostrarles un poco más de amor:
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En la Biblia Él nos dice “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos
”. (Juan 15, 13) y eso mismo tenemos que llevarlo a nuestra realidad, hacer todo lo posible para que el otro esté mejor. ¡ANIMATE! Las relaciones son como un espejo: recibís lo que demostrás, entonces si amamos, vamos ser amados. Como dice la Madre Teresa: “No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.”
El segundo es amar a Dios. Él nos amó hasta el infinito entregando la vida de su Hijo por nosotros. ¿Te das una idea lo que es entregar lo más preciado que tenes? Eso si que es amor en su estado más puro. Ahora nos toca amarlo a Él. ¿De que se trata eso? De recibirlo en nuestro corazón y hacerlo presente en nuestras vidas. Nos pide que confiemos en Él y busquemos su presencia. Que reconozcamos que somos débiles y necesitamos de su presencia para ser realmente feliz.
El tercero es amor a nosotros mismos. Suena raro, ¿o no? Pero se trata de buscar lo que más nos haga feliz. Y sin lugar a duda en el amor es donde nos sentimos más plenos. ¿Y cómo hago para saber si realmente estoy dirigiendo mi vida hacia esta felicidad? Jesús fue un gran ejemplo de vivir en el amor y fue tal la magnitud del mismo que entrego su vida por nosotros. Podríamos tratar de imitarlo un poco. Entonces te recomiendo que en las distintas situaciones que se te van planteando en el día a día te preguntes: ¿Qué haría Jesús en este momento? Y así te vas a dar cuenta qué elección es la que te conducirá al amor. Para utilizar esta técnica es necesario que te acuerdes de esa pregunta mágica: ¿QUÉ HARÍA JESÚS? De esta manera vamos a ir eligiendo las cosas que realmente nos lleven a la felicidad plena.
Este amor 3D tiene una característica muy especial, cada amor necesita de los otros dos para existir. No puedo amar a mis hermanos si no me amo a mi mismo ni a Dios, no puedo amar mi ser si no amo a mis hermanos o a Dios y no puedo amar a Dios si no amo a mis hermanos ni a mi mismo. Pero sí puedo amar mi realidad por completo si me animo a vivir los tres amores en simultáneo.
Paralo ahí, paralooo ahiiiiii! Entonces si la posta de la vida esta en vivir con amor, ¿Por qué necesitamos a Dios? Yo puedo seguir con mi vida normal y tratar de amar un poco más y listo, lo consigo. ¡BUEN PLANTEO! La mejor manera de explicártelo es así: suponé que tenés que hacer un viaje en auto a un lugar totalmente desconocido y no tenés ni un solo peso, es más, lo único que tenés que hacer es subirte al auto y manejar al destino. Peeeero en la ruta todo puede pasar, te podés quedar sin nafta a los pocos kilómetros de recorrido, hasta te podés perder y quedar varado en un lugar cualquiera, incluso se te puede romper el auto y no tener celular para llamar al auxilio mecánico. ¿Ahí que hacesss? ¡Estás en el horno! ¿De qué te disfrazas? En este viaje, tener a Jesús de acompañante sería la mayor seguridad de que todo va a estar bien y vos vas a poder llegar a destino. Él sería una fuente inagotable de nafta gratis y no solo eso, sino que también Él sabe de memoria todas las rutas porque el mismo las construyo, y no sólo eso, sino que además, Él tiene un posgrado en mecánica automotriz. Con su compañía, es imposible no llegar al destino deseado. ¡Es un negoción! Lo único que tenés que hacer es invitarlo a subir a tu auto.
Llevemos este ejemplo a la realidad: Vos y el auto representan tu vida y tu forma de transitarla; el destino es el fin más preciado de la humanidad, la felicidad; la nafta es el amor; los inconvenientes mecánicos: la poca señalización de las rutas, los mapas desactualizados representan todos esos problemas de la vida; y, Jesús es sólo Jesús, aquél compañero imprescindible para este viaje. Es imprescindible porque realmente necesitamos una fuente de amor para transmitirlo a los demás y liderar nuestras vidas, y la fuente más grande del amor que jamás existió es Jesús, y lo demuestra durante su pasión.
Este camino al que Jesús nos invita vale la pena. Es espectacular descubrir que una vez que vivimos nuestras vida con amor, la felicidad invade nuestros corazones.
Por lo tanto, para ser feliz es necesario vivir en el amor, para vivir en el amor necesitamos de Jesús, y para vivirlo de la forma más profunda posible tenemos que animarnos a conquistar sus 3 dimensiones.
Vivamos este momento de espera, donde Jesús sigue muerto, para pedirle a Dios que nos ayude a abrir nuestros corazones de par en par y que Jesús resucite inundando de amor todos los aspectos de tu vida. Lo único que tenés que hacer es dejarlo entrar, dar tu sí. Podes hacerlo escribiendo unas líneas a Dios y dedicarle un ratito de oración, donde charlen a solas vos y Él.
¡Animate a dar este paso que realmente vale la pena!


viernes, 29 de marzo de 2013

Viernes Santo a la tarde: Adoración a la cruz (2013)

Jesús fue entregado por uno de sus discípulos y crucificado frente al mismo pueblo que lo seguía. Morir crucificado, en ese entonces, era la mayor vergüenza -la pena más alta-. Pero Él quiso entregarse y lo hizo por cada uno de nosotros… por VOS.

La cruz que nos representa a los cristianos ya no es signo de vergüenza. Jesús, que hace nuevas todas las cosas, la transformó en signo de amor y de esperanza…

Te invito a que mires la Cruz y te dispongas a escuchar lo que hoy Jesús quiere decirte. Hace falta el silencio interior para escucharlo…en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mirando la Cruz de Jesús podemos escuchar el grito de Su amor por nosotros. San Pablo en una de sus cartas habla de ese amor:

“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 
El amor no pasará jamás.”

Hoy estás frente a la cruz. Vas a ir a dar ese beso que representa el amor infinito que Jesús nos tiene. Vos, ¿qué significado le das? ¿Sos consciente del amor enorme que hay en ella?

Imaginate llevar un madero de más de 60 kg sobre tus hombros, aturdido por los insultos, con ampollas y astillas en los pies, en la espalda, las manos… cansado y humillado. Cuánto dolor debió haber sentido…  ¿Por qué tanto sacrificio?

Volvamos a releer lo que nos dice Pablo: el amor todo lo soporta… y vence hasta la muerte para salvarnos, porque quiere que seamos felices, porque nos ama, porque TE AMA.

¿Realmente te das cuenta que sos una persona muy valiosa? ¿Te reconocés como SU obra maestra?

Dios te pensó desde antes de crearte. Te dio talentos -no para que los escondas ni te los guardes para vos mismo, sino para ponerlos al servicio de los demás-. ¿Sos consciente de ello?

Aun así, en tanto tenemos talentos también poseemos limitaciones que nos alejan de este reconocernos valiosos como hijos de Dios y nos obstaculizan el camino… ¿Reconocés que tenés limitaciones? ¿Sos coherente entre lo que creés y lo que hacés? ¿Sos fiel a vos mismo o te dejas llevar por los demás, por el "qué dirán"?

Todas estas cosas pueden ser trabas en nuestro camino que no nos dejan avanzar y alcanzar el plan que Dios tiene para nosotros. Así como Jesús cargó con Su cruz, nosotros también tenemos nuestra propia cruz por cargar en este camino: esa cruz que va con nosotros a todos lados, que muchas veces queremos sacarla, cambiarla, porque nos duele, nos pesa… todos pasamos por momentos que nos agobian y nos lastiman, situaciones complicadas en las que nos cuesta salir adelante, en que nos desesperamos y en que todo alrededor parece aturdirnos…
¿Cuál es tu cruz? ¿Cuáles son esos momentos difíciles, esas cicatrices que tenés presente día a día que forman parte de ella?  

Tomate tu tiempo para pensarlo, escribilo
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A veces pueden ser pesadas y nos estancan, pero Jesús nos invita a dar un paso más: nos invita a seguir caminando, a aceptarlas y a abrazar esa cruz como Él hizo con la suya, confiando en la voluntad del Padre.

Te invito a que en adelante intentes transformar estas cosas que te duelen y lastiman en un signo de amor y servicio. Es difícil, pero si Jesús pudo transformar Su cruz de muerte y sufrimiento en un signo de Resurrección y de Vida, ¿cómo no va a poder hacer lo mismo con nuestras cruces? ¡El amor “no pasará jamás”!

Este Dios que te ama y te acompaña a abrazar esa cruz… es el mismo que te pone personas que te acompañan en este camino, que te lo hacen más lindo. No estás solo. Él te tiene siempre presente. SIEMPRE.

El te está esperando… Nos llama a cada uno de los hombres y mujeres por su nombre, a VOS te está llamando por tu nombre
desde Su cruz, y espera una respuesta. Él es tan grande que tiene tiempo para todos nosotros y nos dio una misión a cada uno porque sabe que podemos hacerlo, porque CONFIA EN VOS.
¿Vos confías en sus planes? ¿O querés que Él se adapte a los tuyos? ¿Estás dispuesto a seguirlo? ¿Sabés que poniendo todo en Sus manos se aliviana la carga?

Qué cosa más linda que cuando algo pesa, lo puedas compartir con alguien y sea más llevadero…

Este es el momento para dar una respuesta al llamado de Jesús, mientras lo miramos en Su cruz. ¿No te sentís digno por tus errores o limitaciones? Acordate que “el amor todo lo perdona”, con Jesús podés hacer “borrón y cuenta nueva”, empezar un nuevo camino.
¿Tenés miedo de lo que puede venir en el futuro? Tené siempre presente que el amor es paciente, no se irrita. Confiá en que Jesús está al lado tuyo acompañándote en este camino, siempre que estés dispuesto a caminarlo.

Que este beso que le das a la cruz de Jesús sea el primer paso en un camino de imitación de ese amor que Él nos muestra hoy. Acordate que cuando te sientas perdido podés siempre volver a mirar a la cruz para volver a escuchar lo que Jesús te dice.

Para ir terminando, te propongo que leas la siguiente oración. Hacelo despacio y rezando cada momento, pensando en ese amor que Dios nos tiene y confiando que de Su mano todo es mejor…

“¿Por qué te agitas y confundes por los problemas que te trae la vida?… Déjame controlar todas tus cosas e irán tornándose mejores. Cuando te entregues totalmente a Mí, todas las cosas serán resueltas con tranquilidad, de acuerdo a mis planes. No te frustres, no me reces como apresurándome, como si quisieras forzarme a realizar tus planes. En lugar de eso, cierra los ojos de tu alma y con paz dime: ¨JESÚS, YO CONFÍO EN VOS¨.

Trata de evitar esos pensamientos que te angustian al querer comprender las cosas que te pasan. No arruines mis planes tratando de imponer tus ideas, déjame ser tu Dios y actuar libremente en tu vida.

Entrégate a Mí con completa fe, confianza y de tu futuro en mis manos decime frecuentemente: ¨JESÚS, YO CONFÍO EN VOS¨.

Lo que más te lastima es cuando tratas de razonarlo todo de acuerdo a tus ideas e intentas resolver tus problemas a tu manera. Cuando me digas ¨JESÚS, YO CONFÍO EN VOS¨; no seas como el impaciente que le dice al doctor: ¨cúrame¨, pero le sugiere la ¨mejor¨ forma de hacerlo.

Déjate curar por mis brazos, no tengas miedo, YO TE AMO.

Si ves que las cosas se vuelven peores o más complicadas, aún cuando tú estás rezando, mantenete confiando en Mí, cierra los ojos de tu alma, y continúa diciendo a cada hora: ¨JESÚS, YO CONFÍO EN VOS¨.

Necesito mis manos libres para poder manifestarte mis bendiciones. No ates mis manos con tus absurdas preocupaciones. Satanás quiere que te frustres, hacerte sentir triste, quitarte la paz. Confía en Mí. Yo hago milagros en la medida en que tú te abandonas a Mí y de acuerdo a la fe que me tienes.

Así que no te preocupes, dame todas tus frustraciones y duerme en paz, y siempre dime: ¨JESÚS, YO CONFÍO EN VOS¨, y verás grandes milagros.”



Confiá en Él, rezalo, poné en Sus manos tu cruz: Él puede transformarla…

Viernes Santo a la mañana (2013)

¡Hola! Nos encontrarnos de nuevo. Antes de empezar, ponete cómodo y asegurate que nada alrededor te distraiga. Buscá el silencio y la tranquilidad que son esenciales para el encuentro con Dios... Generá un espacio de intimidad con Él… Ahora, entonces, te invito a ponerte en Su presencia: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Es Viernes Santo, probablemente el día más triste para nosotros (los cristianos)… Vayamos dándole sentido y orden a este mar de ideas que debes tener en la cabeza desde que empezó el retiro.

Ayer estuviste trabajando sobre la mirada: esa que vos tenés sobre otros… detectaste esos prejuicios que fuiste generando quizás sin darte cuenta; en la cantidad de veces que tuviste esa mirada superficial -esa que sólo se interesa por las cosas materiales o por lo superficial de las personas-; esa que se olvida y confunde lo importante. Por otro lado, viviste en carne propia lo que se siente ser mirado por otro… esa sensación horrible de ser juzgado.

Ahora te toca mirarte a VOS MISMO: llegó el momento de mirar para adentro, de hacerle frente a esas cosas que no querés ver ni escuchar y que empezaste a enfrentar ayer, en el Huerto de nuestro Señor. Son esas cosas que te duelen, que son difíciles de mirar cara a cara pero que, en definitiva, son necesarias para conocerte mejor y para lograr esta mirada INTERIOR de la que hablamos.

Es importante ser sinceros con nosotros mismos cuando nos disponemos a examinarnos. Una mirada sencilla y compasiva… son dos ingredientes que no pueden faltar en esta receta. No tenés que quedar bien con nadie, no sirve que te mientas a vos mismo. Te invito entonces a cerrar los ojos y pedirle a Jesús que te permita ser lo más transparente posible, que te deje decirte la verdad a vos mismo. Suena obvio, pero nos es muy fácil a los hombres auto engañarnos en ciertos aspectos de nuestras vidas…  

<>, Benedicto XVI.

Arranquemos entonces, iluminados por estas palabras de Benedicto, a examinarnos:
En la dinámica de recién hablamos de las limitaciones: usaste la cinta, la venda y otros gestos que son signos de obstáculos que no nos permiten ser auténticos.

¿Qué cintas te tapan la boca durante el año? ¿Podés hablar y decir lo que pensás libremente o te sentís presionado a decir ciertas cosas cuando estas con tus amigos? ¿Con tu familia, podés ser vos mismo? ¿Qué es lo que te está limitando a no poder hacerlo? ¿Peleás por lo que creés? ¿Por qué callás, en qué situaciones? ¿Cuántas cosas te callás?

No dejes que sólo tus ojos lean estas preguntas: dejalas entrar a tu vida, hacelas propias, hacelas carne. Pensá en una situación concreta para cada una de ellas. Si hace falta, releelas. Dedicate este momento, nadie te apura. ¡Es una gran oportunidad para encontrarte con vos mismo!

¿Tenés con quién hablar estas cosas que te pasan por el corazón? ¿Creás un espacio para poder hablar o preferís seguir callando? A veces, nosotros solos nos vamos poniendo las cintas, sin que nadie nos obligue a callar… Si en tu voz hay verdad, te pido por favor que no calles… Jesús, siendo juzgado en el sanedrín, habló con la verdad y por eso fue condenado. Tomemos el ejemplo de nuestro Señor para saber cómo hablar y defender lo que creemos.

Tengo una buena noticia para darte: si te cuesta hablar, si ves que te sobrepasa la realidad y creés que es imposible cambiarla, sabé que TODOS tenemos debilidades. No te avergüences de tu realidad. Hablá, expresate, sacá todo lo que tenés adentro, todos esos sentimientos guardados hace quién sabe cuánto tiempo.

La comunicación es el único camino al entendimiento”. Cuando digo comunicación, me refiero a la verdadera, no a esa en la que gastamos horas y horas por BlackBerry o por Facebook, sino al encuentro verdadero con el otro –el que se da cara a cara-. Comunicar viene del latín communicare, que significa “poner en común”, lo que implica la existencia de una comunidad. Vas a ver cuánto mas fácil y cuánto más llevadera resulta nuestra vida cuando nos animamos a compartirla, a ponerla en común… porque además de poder hablar las cosas, les ponemos un énfasis a nuestras palabras, lo hacemos lento o rápido porque dudamos o nos pone nerviosos decir lo que nos pasa, le ponemos gestos a lo que decimos, descubrimos en el que me escucha a alguien atento, preocupado, que nos dedica todo su tiempo (¡cuán distinto a hablar por teléfono o por internet!). Esa comunicación –verdadera y completa-, nos lleva a entendernos como seres humanos que somos, con todos nuestros “peros”. Comunicar, comunidad, común unidad… cuán paradójico que en esta época de tanta tecnología cada vez nos vayamos separando más y despersonalizando nuestras formas de dialogar, ¿no?

¿Le das lugar al verdadero encuentro, a la verdadera comunicación? ¿Cuánto dependés de un teléfono o una computadora para hablar con los demás?
¿Y la venda? La venda que te pusiste en los ojos…

¿En que momentos elegís ponerte la venda y no ver la realidad? Que fácil es muchas veces taparnos los ojos y hacer que no vemos nada… Pensá en esas personas a las que hiciste ojos ciegos, esas que necesitaron tu ayuda y preferiste darles la espalda simplemente porque no tenías tiempo o te daba fiaca… no pienses sólo en las veces en que tuviste que estar a disposición del prójimo (el próximo a vos). Pensá también en esas veces en que no saliste al encuentro, en esa hora de computadora que tapó una buena charla con tu papá o mamá o un hermano, en ese almuerzo o esa comida en que te la pasaste enfrascado en el teléfono perdiendo la oportunidad de mirar a la cara a tu familia o a tus amigos… esas, de alguna forma, también son vendas si no cuidamos nuestra forma de ver lo que nos rodea.

Si te sentís arrepentido, siempre podés pedir perdón y arrancar de nuevo. Nunca es tarde y tenemos la suerte de que Dios es misericordioso y perdona una y otra y otra vez…

A esta altura… ¿te animás a mirar para adentro? ¿Viene costando?
Después de todo, está bueno, ¿no? ¿Qué hay adentro tuyo? ¡¿Quién sos?! ¿Quién querés ser? ¿Sos lo que querés ser o de repente te descubrís en un lugar en el que no entendés cómo llegaste a estar? Y te molesta ser así y te duele y te lastima y te saca las ganas. Te saca el ánimo –el ánima que es el alma-. No sólo la computadora y el celular nos distraen en esta búsqueda para responder quiénes somos: la distracción toma infinitas formas… el alcohol el fin de semana, por ejemplo… o estar siempre rodeado de amigos, saltando de charla en charla pero nunca profundizando en un tema, nunca hablando de eso que realmente necesitás hablar… hay miles de formas de mirar para afuera y no observar lo que tenemos adentro y nos lastima. Formas que nos sirven como fuente de escape para no enfrentarnos a esa realidad que tarde o temprano cae ante nuestros ojos.

Tomate un ratito para pensar en lo que sos, en sobre qué basas tus decisiones, en cómo tratás al resto, en qué pones como prioridad en tu vida, si apostás por la verdad o si preferís callar o mentir. Básicamente, coloca la mirada en TU persona.

¿Con que te encontrás? Es una sensación fea tener que hacerle frente a nuestros defectos, pero te aseguro que es la mejor manera para empezar a cambiar. El primer paso es reconocer eso que hacemos mal o que no nos hace felices. Una vez aceptado, se generan esas ganas de mejorar y, aunque lo veas lejano, creeme que es tan lejano como cierto que el cambio empieza reconociendo y poniéndole un nombre a eso que me duele. Es un alivio saber decir que nuestra mochila pesa, que nuestra cruz es grande, que el camino es insoportable… Ponele un nombre, entonces, a eso que te duele bien adentro.

“Ver la luz duele”. Si, probablemente estés viendo cosas que te duelan… ¿Cómo aliviás el dolor? Evitándolas no es la forma... Mirá cómo Jesús tuvo que ver cosas que no le gustaban durante su vida: vio injusticias, egoísmos y traiciones tanto de extraños como de íntimos amigos. Él no se limitó, tampoco puso excusas para escapar -evitando entonces lo que venía después-. Al contrario, le hizo frente a lo que le tocaba vivir y siguió para adelante con la voluntad de Su Padre: no se limitó aún en las situaciones de mayor soledad y miedo, se aceptó como era y cumplió su misión con una libertad y autenticidad plenas… Algo de esta fortaleza es la que necesitamos para mirar sin usar vendas nuestra propia vida… ¿Cuál es tu misión? ¿Cuál es esa luz que hoy duele pero es oportunidad para imitar a Cristo y aprender a amarlo? ¿Cuál es la voluntad de Dios Padre para tu vida? Sí, tenés una misión ÚNICA. No es poco, ¡no sos poco!

Hoy también te sentaste. Te hiciste chiquito, te sentiste menos que el otro.
¿En que posición estoy? ¿Vivo sentado, mirando a los otros desde abajo? ¿Me siento inferior o me considero digno de estar parado como los demás?

¿Necesito que me digan que soy lindo/a para sentirme valioso o el autoestima pasó a ser la estima de los demás respecto a mí? ¿No me alcanza con ser hijo de Dios para valorarme? ¿Busco constantemente la aprobación de los demás? ¿Cuánta energía gasto en aparentar algo para la sociedad?

¿Cuido mi cuerpo? ¿Hago buen uso de mi sexualidad o me presto a un rato de placer, buscando llenar mi egoísmo en otra persona que tiene una historia detrás (y que lejos está de ser un objeto)? ¿Me presto a estas situaciones o puedo plantarme y decir que no? ¿Elijo lo que hago o ya llegó un punto en que tengo que hacerlo porque pienso que mis amigos me van a mirar raro? Y vuelta al principio: ¿querés ser así o descubrís que en realidad estás en una rueda que gira hace rato y de la que no querés ser parte?  

¿Me siento mas apreciable cuando me visto con ropa de marca? Realmente… ¿las cosas materiales me dan más valor a mi? ¿Me visto según la moda o la moda me está vistiendo cada vez que cambia su apariencia? ¿Eso me llena? ¿Le doy una trascendencia que no tiene? ¿Voy atrás de todo lo nuevo o soy capaz de vivir austeramente, poniendo el foco en mí y no en lo que me cubre?

Te propongo que pienses QUÉ cosas hacés para sentirte valioso. Pensá en cosas concretas como situaciones, recuerdos o sensaciones… hace falta cambiar el eje: es necesario entender que lo que nos da valor es ser hijos amados de Dios que nos creó únicos en el mundo. No hay nadie como vos en toda la tierra, Jesús dijo que sos “la sal de la tierra, la luz del mundo”. La sal da sabor… No dejes entonces de salar. No hace falta que hagas nada para sentirte más valioso porque SOS VALIOSO.

Tuviste también los brazos cruzados… ¿Estás dispuesto a recibir ayuda de otros o creés que siempre podes hacer todo sólo? ¿Te sentís autosuficiente?

Cuántas veces nos cruzamos de brazos, creemos que no necesitamos ayuda, que podemos solos y nos cerramos a recibir. En muchas situaciones de nuestra vida, seguramente nos habremos sentido solos pero no nos animamos a pedir ayuda porque preferimos aparentar ser fuertes.

“La fortaleza está en reconocer la propia debilidad”. Suena contradictorio ¿no? Pero cuán cierto es que cuando reconocemos esas debilidades y podemos aceptarlas nos hacemos más fuertes. Qué estresante es vivir negando nuestras debilidades, ocultándolas para que nadie se dé cuenta que existen…

¿Sos orgulloso? ¿Sos soberbio? ¿Creés que vos siempre sabés la verdad y tenés la última palabra? ¿Qué capacidad tenés de perdonar? No es fácil perdonar, hay cosas que nos lastiman mucho, personas que no podemos volver a darles una oportunidad… ¿Si probás perdonando? Quizás sacás un peso de tu mochila, quizás es la excusa para arrancar de cero, para empezar nuevamente… quizás, perdonando, te acercás más a ese estilo de vida que tanto defendió nuestro Señor.

Es muy importante que tengas en claro que VALES MUCHO.

Vos……..…………….. (Tu nombre) sos tan importante que no necesitás nada para ser más valioso. Acordate de Jesús: te ama tanto (cuántas veces buscamos y exigimos Amor en lugares y formas que no nos lo dan) que se entregó por vos un día como hoy, un Viernes Santo. Valés la vida de tu Dios porque lo que te une a Él es el Amor. SÍ. Repetitelo una y mil veces: valgo la vida de Jesús que me conoce y me ama. ¿Vamos de vuelta? Valgo la vida de Jesús que ME CONOCE y ME AMA. Llevá esa frase a lo más profundo de tu ser, ahí donde más te duele, a esa cruz que se te hace insoportable, ahí donde ya bajaste los brazos, a ese momento o dolor de la vida que te hizo llorar y cuestionarte incluso a vos mismo. Ahí, en ese lugar tan oscuro, tan negro, tan vacío, hacé resonar una vez más esta frase: VALGO LA VIDA DE JESÚS QUE ME CONOCE Y ME AMA.

Así que tranquilo, que valés más de lo que pensás y no necesitás nada más que ser vos mismo para darte cuenta. Permitile también a los otros ser diferentes, permitite a VOS ser diferente y en definitiva, ser fiel a vos mismo. Tené una IDENTIDAD propia. Perdoná si te lastiman: nadie es perfecto.

Una forma de facilitar este desafío que te propongo es mirarte con la mirada amorosa de Dios. A Dios nada le importa lo físico ni lo material ni cuán bueno o malo sos. Dios lo ve todo: ve en lo público y en lo secreto, ve lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Como dice San Pablo: “tengan los mismos sentimientos que Cristo Jesús”. Tené esa mirada para con vos, tené esa mirada para con los demás…

Por último, agachaste la cabeza… ¿Estás siempre mirándote a vos mismo? ¿Levantás la vista? ¿Mirás a quienes te rodean? ¿Te animás a involucrarte con ellos?

¿Quiénes te necesitan hoy? ¿Qué podes hacer para ayudarlos? Pensá hechos concretos que puedas hacer por las personas que ves sufrir día a día. Si sentís que no podés hacer nada por nadie, podés empezar por rezar: en la oración es Jesús el que escucha y nos orienta para que empecemos a hacer algo, para que nos animemos a más, para que podamos dar hasta que duela.

Hoy que |Jesús muere en la cruz, nos demuestra una entrega de amor ENORME. ¡¡¡Es un buen ejemplo de lo que es pensar en el otro!!! Él soporta todo ese dolor, todo ese sufrimiento, por amor a la humanidad (en donde obviamente VOS estás incluido). Seria bueno copiar esta actitud de Jesús en nuestra propia vida: dejar de lado el egoísmo. Como Jesús dio su vida por vos, ahora vos podes proponerte dar algo de vos a las personas que te rodean. ¿Qué podés darles a los que van descubriéndote en el camino de la vida? El cardenal Newman rezaba y le pedía a Jesús: “ayúdame a esparcir Tu fragancia donde quiera que yo vaya”.

Me imagino que después de haber pensado todas estas cosas debes estar un poco desorientado, sintiendo que tenés mucho para pensar y compartir. NO DESESPERES. Por suerte sos joven y tenés toda una vida por delante para ir cambiando estas cosas que te alejan de Dios, siempre y cuando le pongas voluntad y creas en vos mismo. El momento de cambio es AHORA, a partir de HOY podés empezar a cambiar. Podés arrancar acá mismo, siendo transparente en tu grupo y compartiendo tus dolores sin el miedo a ser juzgado… Acordate que cada día es una nueva oportunidad para vivir mejor, para ser más parecido a Jesús.

Además de todas estas limitaciones de las que hablamos, seguramente debes tener muchas otras cosas que te duelen en el corazón. Te hablo de esas situaciones que NO elegimos… Como puede ser la muerte de un ser querido, la separación de la familia, la injusticia en el colegio, la violencia verbal, las violaciones, las adicciones… y muchas cosas más que nos preguntamos POR QUÉ suceden pero no encontramos respuesta alguna. Esas cosas con las que tendremos que convivir siempre o por lo menos durante una etapa de nuestra vida.

Estos dolores que no dependen de nosotros nos generan una incertidumbre muy grande, pero lo importante es saber que tenemos gente a nuestro alrededor para acompañarnos. Gracias a Dios vivimos en comunidad y tenemos la capacidad de alivianar los dolores de otros, así como también otros alivianan los nuestros. Buscá el apoyo de otros, permitite llorar y ser consolado… “Las alegrías compartidas se disfrutan el doble y las tristezas compartidas se dividen a la mitad”, dice un refrán.

Aunque probablemente muchas veces pienses que NADIE puede entender tu dolor, hay alguien que SEGURO te entiende porque hizo experiencia del dolor más fuerte: JESÚS. Él te conoce, entiende perfectamente esa cruz que te pesa, esa que cargás y que te gustaría sacarte de encima. De hecho, Jesús carga con los pecados del mundo para redimirnos (para salvarnos), no para que nos lamentemos o sintamos lástima… sino para que Su ejemplo sea el que nos impulse a cargar nuestra cruz, a llevarla… Creeme: Jesús te entiende, sufre con vos, no le gusta verte triste o angustiado y te acompaña en el dolor.

Te propongo que te quedes un rato charlando con Jesús, rezándole todo esto que charlamos. Confiá en Él que confía en vos y conoce todo el potencial que tenés, todas esas virtudes que podes explotar… Que este sea un espacio para que descubras todo el valor que tenés.
Confiá en vos… ¡Dios ya lo está haciendo!


jueves, 28 de marzo de 2013

Jueves Santo a la tarde (2013)

¡Hola! Qué bueno que volvés a estar en el desierto, en el silencio. Tratá de calmar la mente, respirá profundo y dejate guíar por la lectura…

Bronca, rechazo, incomprensión, tristeza, lástima, pensar “que suerte que no me pasa a mí”… son muchas de las cosas que seguramente te fueron surgiendo recién en tu grupo cuando viste las imágenes. Estas imágenes muestran las distintas realidades que pasan alrededor tuyo todos los días. A veces vas demasiado metido en tus cosas como para darte cuenta. Pero a veces lo ves muy de cerca, ¿no?

¿Cómo te sentís frente al pibe que se prende un porro en una fiesta? ¿Frente a un tipo durmiendo en la calle? ¿Una chica en una esquina, esperando que la levante un auto? Ahí es cuando nace el prejuicio: uno suele marginar, apartar. Cuesta tanto ver estas realidades que uno trata de cerrarlas atrás de un titulo o un nombre para olvidarse del tema -en vez de tratar de entender por qué pasan estas cosas, por qué hay gente viviendo así-. Es muy difícil entender lo que no te parece correcto, lo que jamás harías. Ahora te invito a que abras la cabeza y que esto se te haga costumbre cada vez que algo te haga ruido, cada vez que algo no te parezca “normal”. Te invito a que aprendas a tratar de encontrar el por qué.
Todos sabemos lo que pasa en estas realidades: el drogadicto se droga, la prostituta vende su cuerpo por plata, el pobre vive en condiciones extremas, el transexual cambia su sexualidad, la anoréxica no se alimenta, el ladrón roba. Ahora, ¿pensaste alguna vez por qué viven así?
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¿Pensás que ellos eligen vivir así o siempre fueron personas distintas que simplemente viven situaciones “raras”?
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La primera reacción es prejuzgarlos, encasillarlos, discriminarlos (diferenciarlos de nuestra realidad, creyendo que viven otra realidad ajena a la mía): “el negro villero”, “la puta”, “la anoréxica”, “el chorro”, “el drogón”, “el traba”. Todas estas personas están fuera de la sociedad. No son otro estrato social en la pirámide, no están por debajo, si no que están fuera de la sociedad: son marginados.
Son marginados porque vivimos en un mundo con situaciones injustas. "Prejuicio" significa "juicio previo", por eso prejuzgar es juzgar a alguien y/o determinarlo sin siquiera tratar de conocerlo y entenderlo.

¿Qué situaciones injustas crees que generan marginación?
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Los marginados son la razón por la cual Jesús nos trae su mensaje. Es Él quien les vuelve a decir a ellos: “en medio de tantas injusticias que sufren, yo les aseguro que ustedes serán los primeros”.
  Él viene a salvarlos, a mostrar que su mensaje de amor se basa en unirlos a la sociedad, dejando en claro que todos pertenecemos. Porque mas allá de cualquier diferencia física, económica o de opinión, todos somos capaces de amar. En eso todos fuimos hechos iguales, porque para eso estamos en este mundo. Esa es la razón por la cual no somos quiénes para marginar… no deberíamos sentirnos marginados o definidos por nadie. Ahora, preguntate (acá nadie va a mirarte o señalarte con el dedo, sos sólo vos frente a Jesús): ¿sos de prejuzgar a personas distintas a vos? ¿Por qué pensás que lo haces? ¿Te cuesta entender otras realidades? ¿Cuáles?
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¿Te sentís marginado, fuera de tu familia, de tus pares, de tu sociedad? ¿Sentís que los demás no te entienden o no te aceptan? ¿Sentís que eso no te deja ser vos mismo? ¿Cuándo?
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¿Cuantas veces escuchaste la frase: “si Dios existiera no habría pobreza”? “Si Dios existiera no habría sufrimiento”. Es muy importante que hoy sepas que Dios está presente en esas realidades, luchando para que se mejoren, tratando de calmar el dolor. Pero, para hacerlo, necesita de tu ayuda (¡sos ni más ni menos que instrumento de Dios!). Y lo primero que podés hacer para ayudar es no prejuzgar a personas que viven de una forma indigna, para que deje de haber marginación. La primer forma de ayudar es integrando, primero, en tu cabeza. No seguir encasillando a las personas que sufren, porque eso solamente los margina y separa aun más.
Pensá en las situaciones del evangelio en las que Jesús va por el camino: los marginados, los distintos, están al costado del camino sin nadie que les preste atención… todos pasan indiferentes. Jesús es el que frena, los mira y los vuelve a invitar a que se sumen al camino -camino de tener una vida digna, intentando día a día superar las injusticias que los hacen sufrir tanto a ellos como a Dios-. Dios es el primero en sufrir esas realidades, no se las da a nadie y no se las desea a nadie. Él quiere que todos sus hijos vivamos en plenitud y sufre por esas personas que sobreviven en vez de vivir. Es muy difícil a veces entender esto, ¿no? “¿Por qué nací en donde nací y no en la pobreza? ¿Por qué puedo estudiar dignamente? ¿Por qué no vivo dependiendo de la droga?”. Son preguntas que está bueno que nos las hagamos, que las repasemos en nuestra mente y en nuestro corazón. No podemos dar una respuesta segura -y lo más probable es que no encontremos respuesta-, pero lo que vale es que te lo preguntes, que no te acostumbres frente a estas realidades y, sobre todo, que no te rindas frente a ellas.

¿Por qué crees que naciste donde naciste? ¿Te preguntaste alguna vez por qué no naciste en otro lado? ¿Por qué tenés estas oportunidades y no otras?
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La duda vale mucho más que la certeza. Aunque le huyamos, es la duda la que nos impulsa, la que nos mantiene en movimiento, la que nos permite conocer (o intentar hacerlo, en la medida de lo posible). No dejes de preguntarte estas cosas: preguntátelo a vos mismo, charlalo con tu familia, con tus amigos, pero sobre todo preguntáselo a Dios. No tengas miedo de preguntarle POR QUÉ pasan cosas que no entendés. No tengas miedo a dudar, es justamente la duda lo que te va a abrir la cabeza y permitirte elegir lo que pensás que es lo mejor para vos.

Cuando prejuzgues o cuando sientas que otros te juzgan, acordate de que Jesús fue el mayor ejemplo de marginado y, a su vez, la persona que más amó en el mundo. Juzgar separa, el mensaje de Dios está basado en la unión. Si querés seguir Su mensaje, tenés que tratar de rechazar la separación y pelear por la unión.

No sabemos lo peligroso que puede ser para otra persona sentirse excluida, lo que puede llegar a destruir su integridad. ¿Sos consciente de lo que puede destruir a otro el sentirse separado? Muchas veces, es ese mismo sentimiento el que lo mantiene alejado en situaciones que te parecen "raras"… Preguntate esto y anotá lo que te surja respecto al tema.

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De ahora en más, te invito a que cuando conozcas una realidad distinta a la tuya, antes de prejuzgar y alejarte, te preguntes por qué será que esta persona vive así y cómo podés hacer para que la separación entre él y vos se acorte. Para que esa distancia sea menor, lo que hay que entender es que quizás esa persona tiene distintas posibilidades de mejora y de cambio que las que tenés vos.

¿Cómo te gustaría actuar frente a alguien que sentís que es distinto a vos? ¿Te sale hacer eso o en vez te sale actuar de otra forma?
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¿Cómo te gustaría que los demás te trataran cuando te sentís/pensás/opinás diferente?
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Hoy en la Última Cena el Señor invita a comer con Él, en primer lugar, a todas las personas que viven estas realidades de marginación. Quiere sentarse con ellos, poder estar a su lado y escucharlos, poder compartir el pan y sobre todo lavarles los pies, ponerse a su servicio. Son quienes más necesitan la compañía de Jesús, por lo tanto los que menos marginados deberían estar. Ayudá a no marginar, a no prejuzgar, a buscar el por qué de las cosas antes de encasillar, a no quedarte en la comodidad y preguntarte todo eso que no te cierra. Animate vos, hoy y ahora, a empezar a abrir la cabeza, a jugarte por los últimos (quizás sin cambiar el mundo, sino más bien siendo una gota en el océano, como decíamos en el desierto de ayer), a ser instrumento de Dios, sinónimo de unión en una sociedad que necesita más comprensión y menos prejuicio, más paz y menos violencia.


Jueves Santo a la mañana (2013)

¡Hola! ¡Bienvenido a tu primer desierto de Pascua! ¿Sabés de qué se trata esto? ¿Escuchaste a Malu y Kevin cuando explicaban lo que significa hacer un desierto? Si nunca hiciste uno y estabas distraído o no escuchaste bien, te explico cómo se hace y, si ya lo sabes, nunca está de más recordarlo. Pensémoslo juntos primero: ¿a qué te suena la palabra “DESIERTO”?
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El desierto es un lugar que está muy lejos de tu casa, de tu colegio, de tu club... Es un lugar donde encontrás silencio, paz, tranquilidad, soledad. Todas esas características y muchas de las que seguramente pensaste vos lo hacen ser un lugar ideal para poder frenar, salir de la rutina, pensar y reflexionar sobre uno mismo. No sé si sabías, pero hace muuuuuuchos años Jesús fue al desierto, muy lejos de la ciudad dondel vivía. Lejos de la gente, del ruido y de todo lo que lo distraía para encontrarse con Dios. Ahí se quedaba en oración durante mucho tiempo: rezaba, dialogaba con su Padre, le hacía preguntas, lo escuchaba, reflexionaba sobre su vida... y le encantaba estar ahí porque se llenaba de ideas, de paz y de fuerzas para seguir con su misión en la Tierra. Pero claro, te preguntarás de qué estoy hablando si vos viniste al Colegio Marín y no a un desierto. Acá no hay arena ni cactus y, además, seguramente no hayas encontrado todavía mucha soledad ni mucho silencio. Pero acá está el secreto: el desierto está en vos, está dentro tuyo, vos lo armás, vos lo creás y vos lo pensás. Vos lo escribís y por esta razón no tiene tanto que ver con el espacio físico en el que estás, porque un desierto puede darse cuando vos quieras y en el lugar que vos elijas.

Es un momento único. Por eso, mi primer consejo es que lo aproveches, lo disfrutes y lo hagas algo TUYO: si te gusta alguna frase, subrayála o resáltala; si te hace acordar a algo, escribílo. Escribir lo que vas pensando y rezando muchas veces te ayuda a concentrarte mejor. Yo estoy acá sólo para guiarte, para ayudarte, para que puedas encontrarte con Jesús y con vos mismo. Vos y el Señor Jesús son los únicos importantes ahora...

¡Tranquilo/a! A veces toma tiempo concentrarse. Sin embargo, te aseguro que si vos ponés de tu parte y yo pongo de la mía, ¡¡¡esto vale la pena!!! ¿Estás listo? Acá va, entonces, mi segundo consejo: buscá algún lugar tranquilo, un lugar que te guste. Te recomiendo que sea lejos de tus amigos y de los chicos/as que conoces porque eso te puede distraer. Está bueno aislarte un poco ahora -por más difícil que sea- por la cantidad de chicos que te rodean. Intentalo, buscá el silencio. Te recuerdo: los únicos importantes ahora son Jesús y vos y no importa cómo llegues en tu relación con Él, este puede ser el espacio para reencontrarte, para disculparte, para que te escuche. Encontrá una posición cómoda (ojo, ¡no tanto como para quedarte dormido!). Acordate que este es un momento de oración y la oración se sostiene y necesita de tres patas: la mente, el cuerpo y el corazón. Ahora sí, para empezar a hablar con Dios ponete en presencia de Él: saludalo a tu manera a Él que es tu amigo. No tengas vergüenza de quién te pueda estar mirando.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Somos muchos hoy, acá, empezando a vivir esta Pascua Jóven. Y vos sos UNO de ellos, único entre tantos. Como diría la Madre Teresa: “somos una gota en el océano, pero sin esa gota, el océano no sería el mismo”. En esta Pascua 2013 VOS sos tan importante como esa gota de la que habla M. Teresa.

¿Qué te trajo a este océano?

Quizás caíste acá porque venían todos tus conocidos, porque lo viste en Facebook, tu hermano te lo recomendó; porque venía el/la chico/a que te gusta, porque “venir a Pascua está de moda”, porque no querías irte de viaje con tu familia porque te daba mucha fiaca; porque tenés ganas de hacerte amigos o quizás porque querías encontrarte con Jesús en esta Semana Santa. La cuestión es que una manera u otra viniste: algo o alguien te llamó a venir, te llamó a vivir esta Semana Santa de una forma distinta. Siempre para elegir un camino hay que renunciar a muchos otros… a veces es fácil elegirlo, a veces el camino correcto parece estar muy claro, pero a veces no.

¿Quién/qué te trajo a Pascua? ¿A qué renunciaste? ¿Por qué lo hiciste? Tal vez te ayude contártelo vos mismo. Escribílo.

Hace un rato leímos un evangelio y vimos una representación del mismo. Este evangelio es muy importante: nos va a acompañar a lo largo de toda la Semana Santa, lo vamos a leer varias veces. En este pasaje del evangelio Jesús tiene gestos nobles que nos van a dejar lindas y buenas enseñanzas. Leámoslo con atención una vez más:

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua; Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Prestá atención a la primera oración. ¿Te acordás del actito? Viste cómo Jesús iba de lugar en lugar, pasando por tantos pueblos y buscando a todos los que estaban allí: Él busca a TODOS. Nuestro buen Jesús realmente quiere llegar a TODOS, invitar a TODOS –sean de donde sean, vengan de donde vengan, estén donde estén–. Increíble cómo no deja a nadie afuera. Acá está la primera actitud que Él quiere despertar en nosotros. A Jesús no le importa si sos de Zona Norte o de Zona Sur, si sos feo o lindo, gordo o flaco, si te va mal en tus estudios o sos el mejor de la clase. No le importa tu clase social o económica, no le importa a que colegio fuiste, no le importa si sos creyente o no. Él te ama como sos y te invita hoy a seguirlo sin compararte. Ahora imaginate que Jesús, hoy, pasa por tu pueblo: ¿Cuál es el nombre de tu pueblo? ¿De dónde venís? ¿En qué lugar te encontrás HOY? Si Jesús pusiese pausa hoy en TU vida… ¿Qué hay? ¿Qué encuentra? ¿Qué personas están ahí? ¿Quiénes te guían? ¿Están tu familia y tus amigos? ¿Qué actividades estarías haciendo? ¿Cómo te sentís hoy? ¿Qué sensaciones tenés? ¿Qué te motiva en la vida? ¿Cuáles son tus pasiones? ¿Qué soñas? ¿Cuál es el  ideal de tu vida? Si realmente hoy pasa Jesús por tu pueblo, te toca el timbre de tu casa y te invita a seguirlo: ¿qué hacés? ¿Te sorprenderías, lo dudarías, confiarías en Él? ¿Irías pero con miedo o saldrías corriendo de alegría a seguirlo? ¿Cuál es tu relación con Jesús HOY? Antes deberías preguntarte, ¿Lo conoces a Jesús? ¿Mucho, poco? ¿Te gustaría conocerlo? Pensá, tenés tiempo. Tomate estas preguntas en serio, no es un ping- pong de preguntas y respuestas. Agarrá una hoja, escribí lo que te va surgiendo, no importa si no llegás a responder todas las preguntas… hay preguntas que no significan nada para vos –si querés no les prestes atención–, pero hay cosas que TENÉS que empezar a dejar de esquivar, es hora de empezar a buscar respuestas, hora de preguntarte por TU vida.

Me imagino que querrás saber para qué es esa pelotita que te dieron. Después de pensar todas estas preguntas, te invito a que plasmes tu realidad en esa pelota. Elegí las palabras que más te representen, aquellas que reflejen y muestren de qué está compuesta tu REALIDAD: cómo es tu pueblo, qué hay hoy en tu vida, quiénes están allí, qué hay de bueno y qué hay de malo. Animate a armar tu pelota… ahí estás vos. Cuando termines, mirala, querela, volvé a leer lo que hay adentro y empezá a conocerte.
“Conócete a ti mismo y sé lo que eres”. Sé que no es muy fácil conocerse y hablar de uno mismo. Muchas veces, lamentablemente, hasta se nos hace más fácil hablar de los demás. Y a la hora de hablar de uno, parece más fácil hacerlo de tu aspecto exterior. Es lo más conocido, ¿no? De lo que más nos ocupamos y preocupamos. Pensá un minuto: ¿cuánto tiempo al día le dedicás a tu cuerpo? Entre que te vestís, comés, te peinás, vas al gimnasio, te bañás, etc…

Ahora te pregunto, ¿qué tan seguido ponés tu interior frente al espejo? ¿Cuánto tiempo le dedicás por día? Siempre vas a encontrar características tuyas que no te gustan así como también vas a encontrar cosas que te sorprendan, que no sabías que tenías y otras que te encantan. De a poquito vas a ir descubriendo tus talentos. Cada uno es único e irrepetible. No hay dos personas iguales en el mundo, no hay dos pelotitas iguales en esta Pascua. ¡Gracias a Dios no somos todos iguales! Imaginate qué aburrido sería el mundo si todos fueramos iguales, si todos pensáramos igual, todos actuáramos de la misma manera…

Todas estas pelotitas que ves que los chicos están haciendo a tu alrededor son sus realidades, sus vidas. Distintos colores, distintas frases, características, virtudes y defectos las componen. Todas estas pelotitas juntas hacen un gran mundo, una gran comunidad. Tenemos en esas pelotitas errores que nos frustran mucho pero también virtudes y dones que nadie más tiene. Hay cosas que sólo vos sabés, momentos que sólo vos conocés cómo los viviste y qué te generaron. Pero te cuento otro secreto: no estás solo. Hay un Amigo que te nombré antes, Jesús. Siempre está ahí, al lado tuyo, mirándote desde antes del principio, acompañándote, amándote incondicionalmente. Aunque ni siquiera supieras quién era, Él estaba ahí. Él esta acá, está siempre, no hace falta que hagas grandes cosas para acercarte. Él te ama así, con lo que sos, vengas de donde vengas. Hacé el esfuerzo de abrirte, que tu corazón quede desnudo. Si estás herido, si las cosas no te fueron fáciles, te aseguro que para Él tampoco. No es necesario que seas perfecto para conocer a Dios… empezá por lo más chiquito, despertá tus sentidos, mirá a tu alrededor y elegí ser vos mismo.

Vos _________________________________ sos para Dios sumamente importante.
Mi último consejo en este primer desierto es que aproveches este retiro para ENCONTRARTE. Mirá lo que sos y lo que fuiste y, así, empezá a pensar en lo que querés ser.