lunes, 25 de abril de 2011

Lunes después de Pascua (2011)

¡Hola! ¿Cómo estás después de estos lindos cuatro días? Ahora hay mucho silencio, ¿no? Es raro no hacer cola para comer ni para el baño. ¿Todavía estás esperando que te llamen para el trabajo en grupos? Sí, es duro el cambio. Pero se sigue adelante, en serio.

¡Se pasó muy rápido! Parece como si fuera ayer que los coordinadores te ponían la etiqueta sobre la bolsa y vos, sin entender nada, contabas las mejores vacaciones. Te decían que te animes a abrir tu corazón e ir al encuentro de Jesús… y quizás en ese momento no cazabas mucho de qué te estaban hablando, pero por alguna razón te sentías bien cuando te hablaban de Él.

Después te hablaron de la sociedad, de cómo somos todos nosotros los que formamos esa gran casa que tiene también aspectos que la hacen tambalear. Pero si reconocemos y no dejamos de lado lo que hay que mejorar, podemos hacer que la sociedad sea más fuerte. Y no dudes de que eso empieza por uno mismo. Como veían antes en el frasquito con la esencia, estamos hechos de características que forman lo más profundo de uno mismo. Muchas veces queda oculto por las etiquetas o las cruces, pero sigue estando y no desaparece. La esencia permanece más allá de lo que se dice de nosotros o de lo que nos pasa en la vida. Más allá de materias del colegio, de nuestra manera de vestirnos, peleas con hermanos, amigos, novio/a… esa esencia nos define en nuestro interior: está en vos hacer el esfuerzo para mostrarla a los demás. Es auténtica, y por eso una vez que la das a conocer es mucho más fácil llevarla en el día a día. Jesús mostró Su esencia todos los días y los que lo conocían no dudaban de que Él estuviera siendo fiel a lo que lo formaba en Su interior.

A veces cuesta bastante mostrarse como uno es en medio de condenas, etiquetas, acusaciones, críticas… pero no tenemos que olvidarnos de la gota de agua bendita que hay en nuestro frasquito. Dios nos hizo valiosos a cada uno de nosotros y no nos ve como una masa de gente homogénea. Nos reconoce a cada uno por su nombre y sabe lo que pasa en nuestro interior aunque nosotros no lo expresemos. Sabe cuál es nuestra sonrisa de verdadera felicidad y la sonrisa que no es sincera. Sabe por qué lloramos cuando a veces no lo sabemos ni nosotros mismos. Sabe cuándo es que salimos lastimados y nadie se da cuenta. Y es ahí cuando no tenemos que bajar los brazos: no sacar la mirada de Jesús, como hablábamos hace unos días. Mantener nuestra mirada en Él como la pecadora que, sin importarle lo que los demás decían de ella, se la jugó y fue al encuentro de Jesús... Es clave buscar eso en el día a día. Hoy no tenemos a nuestro grupo para compartir y expresar lo que nos pasa como en Pascua, pero sí tenemos amigos, papás, hermanos, grupos de misión, grupos de confirmación. En Pascua escribimos y compartimos los dolores para no soportar sólos la carga y experimentamos que haciéndolo nos sentíamos más livianos. La sonrisa costaba menos y el buen humor salía sólo. Ahora Jesús se encargó de dejarles a otros esa tarea y podemos contar con algún sacerdote para confesarnos y contarle todo lo que nos preocupa. Esos pecados o preocupaciones que no expresamos ocupan lugar en nuestra cabeza y en nuestro corazón: Jesús te invita a desocupar ese lugar para dejar entrar nuevos asuntos y seguir adelante.

Es difícil acordarse de todo lo vivido en Pascua durante el año… acordarse de los compromisos que hiciste con vos mismo o con Dios para no olvidarte de vivir con alegría, amor y compañerismo como en estos días de Pascua. ¡Pero en Pascua es tan fácil! En Pascua ser bueno es mucho más fácil que en casa, en Pascua ves a Jesús hasta en las cortinas, pareciera que el volver es un desafío a tu paciencia. Por eso te propongo un par de cosas:

-Que pienses en alguien que necesita una mano en algún aspecto de su vida y le ofrezcas tu ayuda desinteresadamente. Así vas a ver cuánto más fácil es verlo a Jesús (una ayuda: si te cuesta entender a esa persona, ofrecésela a Dios en la oración).

- Que pienses una virtud que hayas vivido en vos mismo en estos días y te comprometas a desarrollarla durante todo este año hasta que nos volvamos a encontrar. Vas a ver que al practicarla se te va a hacer un hábito y va a salir sóla.

Ahora te invito a cerrar este rato de oración charlando con Dios sobre estas cosas que acabamos de mencionar. No te quedes con ganas de decirle nada y, cuando termines, rezá un Padre Nuestro. Último consejo: si encontrás en este modo de oración una buena herramienta para hablar con Dios, aprovechala más seguido…

¡¡¡Nos vemos en el reencuentro!!!

sábado, 23 de abril de 2011

Sábado a la tarde (2011)

Yo antes estaba completamente sordo. Y veía a la gente, de pie y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile. A mí me parecía absurdo... hasta que un día oí la música. Entonces comprendí lo hermosa que era la danza.


Bueno, llegamos al último desierto de esta Pascua. Estos días pasaron muchas cosas. Acordate del Miércoles, allá a lo lejos en el tiempo… aunque apenas pasaron tres días. Parece tan lejos porque fueron días largos, ¿no? Días llenos de emociones, preguntas, silencios y charlas.

Te invito a que recorramos un poco lo que fue pasando para tener un verdadero encuentro con Jesús –y para que éste sea un momento de estar con Él-. ¿Te acordás la representación del Jueves a la mañana sobre lo que es un desierto? Vamos a hacer un par de cosas: son todas cosas que ya venís haciendo y sirven para acompañar con el cuerpo lo que querés vivir internamente: Ponete cómod@ y en un lugar donde no te puedas desconcentrar fácilmente.

Ahora tomate un tiempo para mirar alrededor. No mires a la gente, no mires lo que está pasando: simplemente mirá TODO lo que te rodea, como si fuera una sola cosa, pero sin perderte en nada en particular, y acompañate respirando tranquila y profundamente.

Ahora, un poco más tranquil@, hacé la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, Amén.

Voy a tratar de revisar un poco cómo vivimos esta pascua y voy a divagar también. Si ves que lo que digo está mal no tengas miedo de tacharme y corregirme. Soy un desierto y sólo quiero que te encuentres con Jesús y con vos mism@. Yo voy a jugar a que sé todo y a preguntar.

Empecemos por el Miércoles, ¿te parece? Tratá de recordar las primeras impresiones cuando llegaste a Pascua y sobre todo cuando tuviste tu primer encuentro con el grupo. ¿Con qué ideas venías? ¿Te sentiste cómod@? ¿Qué pensaste cuando te hicieron poner una bolsa en la cabeza? Y lo más importante de todo: ¿lograste liberarte un poco de tus prejuicios para ver a los otros y a vos mism@ como Jesús te mira? Me imagino que no te habrá resultado fácil, estamos demasiado acostumbrados a poner etiquetas. Pero la pregunta más importante para que te hagas: ¿estás dispuest@ a intentar llevar esa actitud los días después de la pascua? Vas a ver que este desierto va a estar lleno de preguntas, pero son preguntas raras. La mayoría de las veces no te voy a dejar un espacio para que llenes, porque son preguntas cuya respuesta en palabras no tiene sentido. Lo que te pido que hagas es que dejes que la pregunta quede sonando en tu interior. Todavía quedan un par de cosas más por vivir en esta pascua y ahí vas a tener el momento para respondértelas.

Entonces… ¡volvamos!. El Jueves te conociste un poco más a vos mism@. Primero reconociste que tenés una mirada sobre la sociedad en la que vivís y, después, que hay otras personas que, aún viviendo en esa misma sociedad, tienen otra mirada sobre ella. Empezaste a ver las cosas que te rodean y te diste cuenta (o recordaste) que hay cosas que se pueden hacer para construir una sociedad más sólida.

A la tarde viste que sos único. Que tenés un perfume, una esencia, que es diferente a la del resto de las personas. Esa esencia te hace únic@ y, por ende, te da una misión única. Y acá aparecen dos preguntas (que no tenés que responder ahora, sino a lo largo de toda tu vida, con tus acciones): ¿Qué tenés para dar? ¿Querés darlo al resto de las personas -querés compartirlo-?

A la noche lo acompañaste a Jesús al huerto y quizás te quedaste dormido en algún momento y roncaste como un leño. Pero también estuviste íntimamente con Él un rato, ¿no? (si no es así, saltá al próximo párrafo) Tomate un segundo para registrar ese momento. Te va a servir muchas veces en tu vida, así que acordate cómo te sentías, lo que querías decirle a Jesús, lo que dejaste que Él te dijera...


Yo antes estaba completamente sordo. Y veía a la gente, de pie

y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile. A mí me parecía absurdo...

hasta que un día oí la música. Entonces comprendí

lo hermosa que era la danza.


Tal vez en ese momento empezaste a escuchar la música… por ahí todavía no era tu momento. Cada uno tiene sus tiempos…

El viernes fue un día laaaaaaaargo, laaaaaargo como la fila para comer en Pascua Joven. Pero valió la pena, creo. Lo digo ahora, porque es sábado a la tarde, pero quizás no te resultó tan fácil darte cuenta cuando revisabas las maneras en que la gente te condenó o, peor todavía, vos condenaste a otro sin siquiera darte cuenta. Y no… no la pasaste bien (¡nada de ‘¡Iupis!’, cornetas ni festejos!)


Yo antes estaba completamente sordo. Y veía a la gente, de pie

y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile. A mí me parecía absurdo...

hasta que un día oí la música. Entonces comprendí

lo hermosa que era la danza.


Viste también las cruces que te fueron tocando en tu vida… y sentiste un poco del dolor de muerte que tuvo Jesús cuando lo acompañaste en Su momento final en la Cruz. Todavía sentías mucho dolor: el tuyo propio. Después sentías mucho dolor, pero era el dolor compartido, descansando en la cruz de Jesús, muriendo con Él. Acordate un segundo del lindísimo gesto de postrarse que hicimos todos juntos frente a Él -el que murió por nosotros, el que más nos quiere-. ¿Cómo te sentiste al postrarte a Sus pies? ¿Qué sentiste cuando le besaste las llagas de Sus pies o manos?

Más tarde, con el dolor todavía latiendo adentro tuyo, hablaste con tu grupo y trataste de encontrarle un sentido a eso… pero todavía costaba. Todavía dolía. Todavía…

Te fuiste a dormir después de verlo a Jesús en el sepulcro, con una sensación de amargura muy fuerte, con mucha pena. Lo viste irse, te viste sol@ y sin compañía… tal vez. ¿Cómo te sentiste realmente?

Y el Sábado a la mañana seguías medio en soledad. Todavía Jesús estaba muerto. Pero después hubo un momento diferente, donde te embarraste… Pese a que nunca nos gusta ensuciarnos mucho, hubo algo de ese gesto que te alegró. Empezó a crecer en vos la esperanza. Podés mancharte los pies, hacer algo que no harías generalmente y encontrarle un sentido. Después en el trabajo en grupo entendiste: otras personas se embarraron por vos, ¡¡SE EMBARRAN POR VOS!! Jesús no sólo te quiere abstractamente y como Dios, sino concretamente en Su cruz y te lo hace saber todos los días por medio de amigos, familiares y desconocidos.


Yo antes estaba completamente sordo. Y veía a la gente, de pie

y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile. A mí me parecía absurdo...

hasta que un día oí la música. Entonces comprendí

lo hermosa que era la danza.


¿Y la sociedad? La sociedad puede tener sus problemas, ¡pero hay ganas de hacer algo! Hay 2000 chicos o más viviendo un retiro, revisando sus actitudes, comprometiéndose a cambiar.

¿Y la familia? Hay más gestos de amor de los que pensabas, sólo que no los veías… y ahora estás vos, renovad@ y con ganas de darle nueva vida a tu casa. Fuiste encontrando que en verdad vale la pena embarrarse, jugársela. Vale la pena jugar, vale la pena jugar en el barro, vale la pena bailar en el barro cuando uno escucha la música.

Seguramente en este momento te sentís en paz. Si no es así me voy a callar un rato para que hables con Jesús y le digas todo lo que tenés guardado. Decíselo, Él no te juzga. Él quiere que te llenes de Su amor y no hay nadie más en este momento que ustedes dos… ¡chau!

Hola de nuevo. Espero que hayas podido ser sincer@. Es uno de los placeres más grandes que podemos tener en la vida y, aunque en nuestra mente tan rellenada con mercado no entre, es GRATIS. Descansar en Dios es gratis y su amor es INFINITO.

Como la pecadora, hiciste un camino. Somos muchos los que hicimos este camino. Yo hice este camino también y si hoy soy un desierto, es porque descubrí que es bueno estar cerca de Jesús.

Para terminar y que esto no quede sólo en lindas palabras quiero que revises, con todo este nuevo espíritu que te llena, tu vida afuera del Marín y de estos días. Elegí 3 situaciones que sabés que tenés que cambiar (porque no te hacen bien o porque no le hacen bien a otras personas). Anotalas:

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Ahora escribí al lado de cada una de esas cosas dos acciones concretas que vas a intentar hacer para mejorarlas. Puede ser que no salga, pero tenerlo escrito siempre ayuda a motivarse. Es muy importante que sepas que el mundo de afuera no cambió y que los dolores siguen estando, pero vos cambiaste y estás listo para enfrentarlo. ¡Que de tu cambio brote EL cambio de la sociedad, de tu familia, de tu día a día!

Espero que te haya gustado conversar conmigo y, especialmente, con Jesús. Nos vemos pronto…


Yo antes estaba completamente sordo. Y veía a la gente, de pie

y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile. A mí me parecía absurdo...

hasta que un día oí la música. Entonces comprendí

lo hermosa que era la danza.


DIOS ES MÚSICA

Prepará tus oídos y corazón para escuchar la música y cuando sea el momento BAILÁ!!!! (próximamente)

Sábado a la mañana (2011)

¿¡Cómo andas!? ¿Qué pregunta no? Me imagino que debes tener muchas dudas en tu cabeza, muchos sentimientos en tu corazón… Quedate tranquilo, si seguís haciendo esto de escuchar a Jesús y a vos mismo, vas a ir descubriendo muchas cosas o certezas por las que vale la pena estar vivo, y esas cosas son las que te van a dar paz y te van a hacer feliz. Por eso te pido que no te preocupes por eso, a veces tenemos dudas y no pasa nada, muchas veces son parte de nuestro camino en la fe.

Para eso estamos acá, para pensar, para mirar adentro nuestro, para charlar con Jesús, para ver qué te dice tu corazón, para rezar… A veces parece tan difícil frenar un poco en la vida cotidiana… Y sin embargo es tan importante… y ¡¡tan simple!!

Bueno, ahora sí, sabiendo lo importante que es esto, te invito a que te relajes y te pongas en presencia de Dios: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Para empezar te quiero contar que Dios te hizo un regalo… Sí, a vos. Un regalo que tiene mucho valor. O al menos para Él es así. Siempre que alguien te hace un regalo lo hace porque cree que te va a gustar y que lo vas a usar y lo vas a poder disfrutar… y Dios no es la excepción. El creyó y va a creer siempre que darte ese regalo a vos vale la pena. Y me pareció una buena idea ayudarte a recordarlo. Él te dio ese regalo para que hagas con él lo que vos quieras. Es un regalo muy especial. Lo podés compartir, lo podés guardar para vos, lo podés usar para alegrar a otros, para lastimar a otros y hasta lo podés tirar a la basura si querés… Es un regalo único, que muchas veces nos preguntamos qué hacer con él y si realmente lo estamos usando bien. Lo tenemos siempre con nosotros y por eso es que es tan importante saber qué es y por qué lo tenemos. A veces cuesta mucho cargarlo y otras veces pareciera que nos hace volar de felicidad. Ese regalo que te hizo Dios hace 16 o 17 años, es la VIDA. Y te aseguro, que desde el momento en que quiso regalártela, quiso que esa vida, sea una vida feliz… ¿Sos consiente del regalo que tenés en tus manos? ¿Sos consiente de que tenés una vida que vivir? ¿Sos consiente de que Dios te hizo este regalo porque creyó que TU vida en este mundo vale la pena? ¿Crees que la vida tiene sentido?

¿Que preguntas no? Hay una persona que vivió hace como 2000 años que cree que sí... Tan convencido está, que hasta dio su vida por vos, por tu vida. Para que puedas vivirla con todas las letras. Esa persona es Jesús. El sabe lo que es el dolor, pero también sabe muy bien lo que es el amor y está convencido de que a pesar de todas las cosas que nos duelen y no hacen sufrir, PODEMOS SER FELICES.

Te nombro otras personas que sí creían que tu vida tenía sentido, tus viejos. Ellos quisieron tenerte, mas allá de sus problemas, mas allá de sus miedos, mas allá de sus planes, mas allá de todo… ¿Sabés por qué?, porque creyeron que vos valías la pena… Y te nombro otras personas, tus amigos/as, ellos no serían lo mismo si vos no existieses. Ahora, lo más importante, te vuelvo a preguntar, vos, ¿crees que TU vida tiene sentido? ¿Qué cosas son las que te hacen feliz? Tomate 5 minutos para pensar…

¿Ya está? Buenísimo, pero esta fue de prueba nada más. Aunque estoy seguro de que en esos 5 minutos pudiste encontrar algunas respuestas y como siempre, alguna que otra pregunta. ¡Eso es muy bueno! Muchos dicen que la duda, “es la escuela de la verdad”. Esta pregunta te va a surgir todos los días de tu vida y te va a ocupar mucho más que 5 minutos de tu tiempo. Y no creas que vas a perder tiempo de tu tan preciada vida, te aseguro, que va a pasar todo lo contario, ¡vas a ganar VIDA, para tu tan preciado tiempo!… Es una pregunta que tenés que hacerte siempre y de a poco, PASO A PASO, vas a ir descubriendo qué es lo que realmente te hace feliz.

Bueno, ahora que ya pensaste más o menos qué cosas son las que te hacen feliz, ¿me dejarías contarte algo que Jesús nos dejó horas antes de morir? Espero que te interese…

¿Viste que cuando la gente sabe que está a punto de morir deja un testamento? Bueno, Jesús nos dejó la enseñanza de su vida en los Evangelios. Si querés, para que sea más simple, lo podés ver como un camino que nos dejó para ser felices. Dentro de este libro, podés encontrar lo que Jesús nos dice a todos antes de morir. Y cualquier persona, cuando está por morir, dice las cosas más importantes que quiere dejarles a los que se quedan acá.

Jesús, horas antes de morir, quiso hacer una “última comida” con sus amigos, los discípulos. En esa comida les dijo muchas de sus últimas palabras… Una de las cosas más importantes que dijo y quiso que todos los sepamos es esto…

“Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, así como yo los he amado” Jn 15, 12

Y me animo a decir que en este mandamiento, que Él lo llama el mandamiento nuevo, se resume todo. Casi que no queda más por decir… Repetilo en tu cabeza y leelo de vuelta. NUNCA TE OLVIDES DE ESTA FRASE. Eso es lo que Jesús nos dice para que seamos felices.

Si queda en palabras, quizás suene un poco abstracto, pero llevémoslo a la realidad…

¿Qué sería de los enfermos, sin doctores que puedan curarlos; que sería de los pobres sin la gente que trabaja y disfruta por ayudarlos; que sería de los que no tienen casa, sin “un techo para mi país” que se las construye; que sería de los drogadictos sin los centros de rehabilitación que los escuchan y los tratan; que sería de la Iglesia, sin la pasión de los curas y las monjas; que sería de los empleados sin su jefe que los guíe; que sería de los alumnos sin profesores que les enseñen; que sería de los hijos sin padres que los ayuden a crecer…?

Y te lo doy vuelta, ¿qué sería de los doctores, sin los enfermos que necesitan ser curados; que sería de los que trabajan y disfrutan de ayudar, sin los pobres que necesitan de esa ayuda; que sería de “un techo para mi país” sin la gente que no tiene casa; que sería de los centros de rehabilitación, sin los drogadictos que quieren ser escuchados y abrazados; que sería de los curas y las monjas, sin la Iglesia que los sostiene; que sería del jefe, sin sus empleados que trabajen para él; que sería de los profesores, sin sus alumnos que tienen ganas de aprender; que sería de los padres, sin sus hijos que le recuerden día a día, lo linda que es ser familia?... Qué sería de todo esto, que sería de la VIDA, sin el AMOR?

¿Me dejás ir más hondo?

¿Qué sería de vos, sin tu familia que te acompaña día a día; que sería de vos, sin tus amigos que te bancan en las buenas y en las malas, que sería de vos, que sería de todos nosotros, sin la gente que nos quiere?

Y a esta, ¿la diste vuelta?... Te das cuenta, ellos son indispensables para vos, y VOS sos indispensable para ellos, ¡aunque a veces te cueste verlo!... Y eso, es el mejor regalo que nos pudo haber dejado Dios, que TODOS necesitan DEL AMOR DE TODOS…

“AMENSE LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO LOS HE AMADO”…

No hay nada más fuerte que un abrazo de un hermano o de tus papas, no hay nada que pueda contra el “te banco” de un amigo, no hay nada que dé más vida que el “perdón”, no hay nada, pero NADA que sea más sanador que el AMOR.

¿Y sabías que? DIOS ES AMOR. (1 Juan 4:8)

Entonces ¿a qué llegamos? Simplemente a que la vida tiene sentido, dicho de otra manera, SE PUEDE SER FELIZ, si se vive con amor…

Para terminar te voy a pedir una cosa más que te va a ayudar para este camino de la vida:

Hace una LISTA DE LA GENTE QUE TE QUIERE y QUE VOS QUERÉS… Así vas a acordarte siempre de que hay gente que te AMA y que te NECESITA y de que ¡tu vida tiene sentido!:

Te ayudo a empezar…

1) Jesús
2)
3)

Esta lista es el tesoro mas grande que tenés, CUIDALO MUCHO

¡Ah espera no te vayas, casi me olvido de lo más importante!, no te olvides que Dios va a estar SIEMPRE CON VOS para lo que sea, sino mira a tu alrededor, mira la lista de arriba y no te olvides nunca de que…

DIOS ES AMOR

viernes, 22 de abril de 2011

Viernes (2011)

Adoración a la Cruz

Antes de empezar, no te olvides de lo importante… ponerte en presencia de Dios: nada más lindo que dejar todo en Sus manos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy es el día más triste para los cristianos: murió Jesús… Todo es silencio y quietud. Nos duele. Te propongo ver ese hilo de esperanza que hay en todo esto: no dejes a Jesús morir sólo -que parte de tu realidad muera también-. Encontrale un sentido…

Acabás de besar la Cruz. ¿Sabés qué significa eso? Con ese gesto estas compartiendo Sus dolores, tu sufrimiento en el Suyo, lo estás haciendo tuyo. ¡Él lo hizo por vos, para salvarte, para darte vida nueva, porque te ama! Dejó todo por vos, hasta Su propia vida. Su amor va más allá de todo. Su amor todo lo puede. “Jesús ha convertido al mundo con la palabra, con el ejemplo, con la predicación; pero lo ha transformado con la prueba de amor más grande: SU CRUZ”.

Todos tenemos una cruz que nos duele, que nos pesa. Él puede ayudarnos a cargar esta cruz, es cuestión de dejarlo… ¿Ponemos voluntad de nuestra parte? ¿Le abrimos la puerta o lo hacemos a un lado? Dios nos hizo libres: Él respeta nuestros tiempos, espera a que le abramos la puerta, que lo dejemos pasar… ¿Qué oportunidad más linda que a los pies de la cruz? ¡No lo rechaces, no lo dejes afuera de tu vida; dale una oportunidad!

Un joven sentía que no podía más con sus problemas. Cayó entonces de rodillas rezando: “Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada”. El Señor le contestó: “Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después escoge la cruz que tú quieras”. El joven suspiró aliviado: “Gracias, Señor”. Luego dio muchas vueltas por la habitación observando las cruces; había de todos los tamaños. Finalmente fijó sus ojos en una cruz apoyada junto a la puerta y susurró: “Señor, quisiera esa cruz”. El Señor le contestó: “hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar”.

Hoy a la mañana estuviste hablando de las condenas. De dos tipos de condenas: las que te ponen los demás y las que te ponés vos. Las condenas son dolores sin amor, son destructivas y no nos hacen crecer, sino al contrario: nos limitan y nos encierran. “Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a Sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. No te condenes, no dejes que te condenen. Las etiquetas te encarcelan, te estancan.

Una condena nunca es una cruz. La cruz es un dolor que nos toca vivir, tanto por cosas externas como por cosas propias, pero la cruz es un dolor que esconde amor, es un dolor que nos impulsa a salir adelante. Jesús, en su Vía Crucis, en Su camino a la cruz, va cargando con Su cruz, aceptándola, abrazándola, porque fue por amor. Sin embargo, mientras camina la gente a Su alrededor lo escupe, lo insulta, lo difama y Él no se hace cargo de esos dolores porque esas son condenas. Jesús te acompaña a cargar con esa cruz que te da vergüenza, que ocultás… esa que no te gusta sacar a la luz, que no te gusta cargarla, que te pesa. Aceptarla es el primer paso, es parte de vos… Él no te da una cruz más pesada de la que podés cargar. Confiá, esperá, apoyate en Él. Abraza la cruz junto a Jesús y ofrecésela a tu Padre. Sí… a Él mismo, a Dios.

Que la podamos cargar no significa que vaya a ser fácil, pero vale la pena -vale el camino-. No hay amor sin sufrimiento: esto es, el amor conlleva sufrimiento. No es malo sufrir por amor, sufrir por una causa. Es difícil, ¡pero no hay otra manera para amar! Jesús dio su vida por amor, se entregó hasta tal punto que dio la vida. ¡Dios nos regaló a su Hijo!

Ahora, desde el corazón… ¿Cuál o cuáles son tus cruces? ¿Te cuesta aceptarlas? ¿Te cuesta cargarlas? ¿Y abrazarlas?

Revisemos nuestra vida, descubramos lo que hay que cambiar y afiancemos lo que ande bien. Descalzate, mostrate frágil delante del Padre, Él te va a ir guiando… Lo que vayas pensando, ofrecelo, rezalo, escribilo… sentite libre y cómodo/a.

Empecemos por vos mismo…

¿Te preocupás en exceso por tu apariencia física?

¿Usás tus talentos y tu tiempo solamente para vos?

¿Llevás una sonrisa en tu rostro o siempre una expresión de enojo?

¿Perdonás o guardás mucho rencor en tu corazón?

¿Buscás vivir en la verdad o siempre recurrís al camino más fácil: la mentira?

¿Te aceptás tal cual sos o te exigís demasiado?

¿Te dejás llevar por los deseos de tu cuerpo, usando mal tu sexualidad?

¿Sos coherente entre lo que creés y lo que hacés?

¿Creés en vos mismo? ¿Confiás en que Jesús te ama y te acompaña? ¿Te comprometés a cambiar lo que no te gusta?

Pensá en las personas que se quedaron en casa, en la familia…

¿Cómo sos con ellos? ¿Indiferente, comprometido?

¿Te ponés en el lugar de cada uno para tratar de comprenderlos o sólo te fijás en tus necesidades? ¿Respetás a tus papás, a tus hermanos, o exigís más de la cuenta?

Esta es tu oportunidad de rezar por ellos y por tu relación con ellos.

En cuanto a tus amigos de colegio, de parroquia, del club…

¿Te mostrás igual que con tu familia? ¿Te mostrás como realmente sos, como te gusta ser, o como la etiqueta que alguna vez alguien te puso?

¿Los acompañás sólo cuando las cosas andan bien? ¿Y cuando están mal?

¿Te alegrás de sus alegrías o las envidiás?

¿Los tratás como te gusta que te traten?

En las salidas, ¿cómo te manejás?

¿Incentivás a que se tome alcohol, a que se hagan cosas que no harían si estuviesen conscientes o más bien tratás de que tus amigos la pasen bien sanamente?

Y por último y no por eso menos importante… Dios.

¿Lo tenés presente o sólo aparece en el momento de necesidad (examen, pedir por un familiar, una situación particular)?

¿Hablás con Él como un hijo lo hace con su padre? ¿Lo sentís lejano?

¿Le pedís siempre o también agradecés?

¿Los domingos vas a misa? ¿Escuchás o vas sólo porque tus amigas/os lo hacen?

¿Él ocupa un lugar importante en tu vida o lo considerás un aspecto más?

La idea ahora es que en este rato de oración pongas todo esto en Sus manos y lo dejes en Su cruz. Que todos estos aspectos que revisamos mueran con Jesús… ¡para que cuando resucite puedan ser transformados! ¡OJO! Este cambio implica paciencia, perseverancia. No se da de un día para el otro, pero con voluntad y entrega todo se puede -sobretodo porque caminás de SU mano-. ¡CONFIÁ EN ÉL, CONFIÁ EN VOS! Ponete de rodillas, rezalo…

Postrado ante tu Trono, Señor,

vengo a agradecer tu muestra de amor,

por la cual llegó la salvación

para el mundo entero.

Gracias a Ti,

la Cruz es árbol de vida,

de amor y de retorno al Padre

que nos espera ansioso

para acogernos y

darnos un lugar en su regazo.

Así como Tú cargaste con la Cruz,

dame la ayuda necesaria,

para que yo acepte y cargue con la mía,

y así aliviar tus dolores

y unirme a Ti en la muerte,

aguardando la gloria de la resurrección.

Amén.

jueves, 21 de abril de 2011

Jueves a la tarde (2011)

¿Estás para otro encuentro con Dios? Vos ya sabés que se puede: a la mañana no estuvo tan mal… ¿o no? Aparte en el fondo no es tan difícil. Sólo tenés que hacer silencio una vez más y decirle a Dios que lo querés escuchar y que querés que te escuche -que querés pasar un rato con Él, solos los dos-. Él siempre va a estar ahí. Siempre. Así que despreocupate y tampoco sientas que estás mal de la cabeza: no vas a estar hablándole al aire. Y si no te salen palabras, a lo mejor podés solamente pedirle que esté acá con vos, haciéndote compañía mientras pensamos algunas cosas. ¡Eso también es hacer tu desierto! ¡Eso también es rezar!

¿Te animás?

…en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

Ahora que ya acercamos nuestro corazón al de Dios, podés aprovechar para pensar con Él algunas cosas que a lo mejor no te ponés a pensar todos los días, pero que siempre andan dándote vueltas por el corazón.

Somos únicos, ¿sabías? Si, así de golpe. A lo mejor ya lo sabías porque a veces es bastante obvio que todos somos distintos -sólo hace falta mirarnos las caras para darnos cuenta-. ¿Pero tenés siempre presente eso? ¿Todos los días de tu vida? ¿O a veces te da la sensación de que no te distingue nada? Ese sentimiento de que nada te caracteriza y de que no tenés nada de especial…

¿Lo tuviste alguna vez?

¿Te sentiste así en el colegio alguna vez, entre tus amigos?

¿Y en tu casa, en medio de tu familia?

¿Cuándo salís a la noche te parece que los demás te distinguen? ¿O a veces te parece que no tenés nada con lo que sobresalir?


Tratá de acordarte momentos en los que sentiste que no tenías nada que ofrecer a los demás, que te sentiste un número más entre todas las personas. Esos momentos de bajo autoestima, donde te sentís una foto de perfil más entre millones de contactos. Una foto frente a la que nadie se va a detener, que nadie va a mirar de cerca y que en nadie va a despertar intriga ni atracción.

Si alguna vez tuviste alguna de esas sensaciones, hay algo que tenés que saber: NO SOS UNA CUENTA MÁS DE FACEBOOK ENTRE MILLONES. A ver, capaz no se entendió: NO SOS UNA CUENTA DE FACEBOOK MÁS, como tampoco sos el alumno numero 24 de la lista, ni el hijo número 5 de la familia, ni la persona del sexo opuesto numero 13 que entró al preboliche, ni la numero 7 que chapó con alguien. NO.

Dios te creó y dejó en vos una huella, Su marca, la marca de Su Amor, de Su Belleza, de Su Verdad. ¿Ves la marca de Dios en vos? ¿Te hace sentir único?

Aunque a veces no te des cuenta o sientas que no es así, no hay nada más lindo, más verdadero y nada que Dios quiera tanto como tu vida. Y la quiere de una manera única, porque dejó en vos algo que no dejó en nadie más. Eso que está ahí, que te hace sentir vos…

Eso que te hace pleno cuando lo dejás salir…

Eso que sentís que enamora a la gente cuando te mira profundo a los ojos…

Eso que enamora a la gente cuando se detienen a mirarte bien, cuando se detienen a mirarte el alma…

Eso que tan lindo es tener y que tan contentos nos pone cuando otros lo descubren…

Eso que, cuando te olvidas de que está, te hace tanta falta…

Eso que cuando otros maltratan, te lastima tanto…

Eso que cuando otros no ven, pasan por arriba y pisan…

Eso que un papá y una mamá quisieron ayudar a Dios a traer al mundo…

Eso es tu esencia.

A veces pasa que por vergüenza a ser distintos o por falta de conocimiento de uno mismo (o a veces por no saber que está), no sabemos cómo dejarla salir. A veces vemos pasar días y días completamente grises, vemos cómo se van: uno exactamente igual al otro. Durante esos momentos grises nos estamos olvidando de nuestro interior más nuestro, de todo lo especial que tiene cada centímetro de nuestro cuerpo y cada segundo de nuestro tiempo. ¿Te acordás de algún tiempo gris de tu vida? ¿Sentiste el paso de días grises, sin color? ¿Días en los que no sentías tu esencia salir de adentro ni desplegarse?

Seguro que te pasó. A todos nos pasa. Por eso es tan lindo lo que te quiere decir Dios cerquita y despacito al oído:

“No te pongas triste ni te angusties por eso, no te sientes y te quedes quieto viendo pasar los días, porque la esencia que Yo soñé para vos nunca la vas a perder, es Mi regalo para vos. Vivas lo que vivas, hagas lo que hagas, y hagan lo que hagan con vos, nunca vas a perder tu esencia, como nunca vas a perder Mi Amor. Yo voy a estar ahí acompañándote. Y vas a poder dejar salir esa esencia todos los días de tu vida. Eso es lo que sueño en Mi corazón para vos.”

Está bueno, ¿o no?

¿Entonces? ¿Ya pensaste en tu esencia? ¿Cuál es? ¿No se te ocurrió nada? ¿Qué características te definen como persona? ¿Cuáles son esas cosas que te hacen ser vos? Pensalo un ratito…

Si, es difícil. Pero… a ver, por ejemplo: acordate un poco de cómo sos en tu casa.

Seguro que hay algo que sólo vos llevás ahí, ¿qué es? ¿Qué le saca esa sonrisa a tu mamá, a tu papá, a tus hermanos?

¿Y qué te caracteriza como amigo? ¿Qué es lo que sólo en vos encuentran?

¿Estás pensando?

¿Sigue difícil? ¿Sabés qué? Vamos a preguntarle al que sabe, total está al tanto de lo que venís pensando ¿Te parece? Preguntale a Dios cuál es tu esencia. Pedile que día a día te revele un poquito más del misterio que hay adentro tuyo. Que te vaya acercando a la profundidad de quien realmente sos, de lo única que es tu vida, y de la misión especial que tiene, con la cual Él sueña y vos también lo hacés.

No sé si lo estabas pensando, pero no: no va a venir una paloma mensajera con una carta en el pico para vos, ahora, diciéndote quién sos realmente y para qué existís. Pero no dudes de que a lo largo de estos días vas a descubrirlo de a poco: quizás ahora haciendo el desierto; cuando vuelvas a los grupos con la ayuda de los chicos y los coordinadores; durante las celebraciones o; simplemente viviendo la Pascua, viviendo la vida de Jesús de cerca. Porque en Jesús está todo eso que sos, todo lo bueno, lindo y verdadero que tenés. Por eso, cada vez que le pedís que caminen juntos y te animás a vivir como Él vivió, sale para afuera esa esencia que tanto andamos buscando.

Me parece que ya estás para el desafío más grande: escribir. Sí. Escribir todas estas cosas que nos pasan por el corazón siempre ayuda y MUCHO. Hacelo en cada desierto, y siempre que te parezca que lo que viviste fue un regalo de Dios. Esos tesoros escritos van a acompañarte un montón. Así que acá vamos. Lee lo que está acá abajo y llená: tu nombre en la frase del título las dos veces y después la lista de abajo. ¡Animate a escribir una buena lista!

Características que hacen que…………………………….sea…………………………….

*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*


No, no sigas leyendo. Escribite un par más, total puntitos sobran.

Bueno, la dejamos ahí. Muy bueno ¿Te gustó la lista? ¿Qué te surge cuando la lees? ¿Te parece que los que te conocen podrían hacer esa lista? Deberían poder, ¿o no?

A veces nos cuesta dejar salir eso que realmente somos frente a los demás. Y acá es importante conocer bien algo que Dios quiere para nosotros: Él quiere que todos los días de nuestra vida seamos un regalo para los demás, como Él es todos los días un regalo para nosotros. Y como Dios es TAN copado, TAN grosso, hizo que todas nuestras vidas tuvieran algo de especial y nos hace soñar con ser regalo para los demás, dándoles todo eso que tenemos adentro. Dios sabe que sólo así se nos llena el corazón. Sólo cuando regalamos sin medida eso que recibimos de Él adentro y que sabemos que si no lo ponemos nosotros no lo puede poner nadie más.

Pensá en las personas que tenés en la vida ¿Sos conciente de que sos capaz de hacerlos felices? ¿Sabías que podes hacer feliz a tu familia?

¿Y a tus amigos?

¿Y sabías que otros te pueden hacer feliz a vos?

¿Dejás que los demás te llenen la vida con sus esencias?

Tenés esa capacidad adentro tuyo. Tenés esas características, esas virtudes que anotaste y pensaste: esa alegría, esa paciencia, ese consejo, ese acompañamiento, esa empatía, esa soltura, esa confianza, esa rapidez, esa comprensión, ese respeto, esa sinceridad, esa sencillez, ese compromiso, esa determinación, esa generosidad, esa fuerza, ese perdón, esa mansedumbre, esa chispa, esa incondicionalidad, esa fidelidad, ese corazón y ese amor que transforma la vida de los demás y también la tuya cuando dejas que salga de adentro. Tenés eso que anotaste allá arriba y mucho más por descubrir.

Pero es algo que Dios nos quiere ir diciendo de a poco, para que lo disfrutemos despacito -como cuando escondemos el chocolate, ¿viste?-. Para que disfrutemos dándonos a los demás todos los días de nuestra vida. Regalar tu esencia a los demás: eso es tu vocación.

Mateo 10. 7-8

Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.

Jesús sabe dónde está nuestra verdadera felicidad y nos envía, como a los discípulos, por el camino de la vida para que nos acerquemos a los demás y para que salgamos a la sociedad llevando este perfume que Dios nos regaló y quiere que compartamos. Ese perfume va a curar de muchos miedos, vacíos y angustias a las personas que aparecen en nuestra vida.

Para terminar, pedíle a Dios poder descubrir tu verdadero perfume, tu verdadera esencia. Esa que Él pensó y quiere tanto. Pedíle también poder llevarla a tu vida y a la vida de los demás y así poder ahondar en la profundidad de tu vocación.

¿Ya está? Bueno, listo. ¿Estuvo bueno, no?

…En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Jueves a la mañana (2011)

¡HOLA! ¡Bienvenido! ¿Cómo estás? ¡Qué gusto me da verte acá en Pascua Joven! Espero que lo estés disfrutando tanto como yo… ¡Uh! Perdón, no me presenté… Yo soy un DESIERTO, pero no cualquiera: soy TU desierto y estoy acá para vos, ayudándote en lo que necesites para conocerte un poco más. Vos sabes que Jesús se iba muy seguido al desierto, a un lugar tranquilo, sin distracción alguna que lo interrumpa del diálogo y encuentro con su Padre Dios. Porque como a vos y como a mí, a Jesús le gustaba mucho estar con amigos, juntarse a charlar, compartir las cosas que iban sucediendo y las anécdotas de los viajes. Pero también buscaba un tiempo para estar solo y pensar un rato en todo lo que estaba viviendo. Por eso me pone muy contento que hayas venido conmigo para poder encontrarte un rato a solas con Dios que es tu padre. Él, que siempre te está acompañando en las buenas como en las malas, quiere que sepas que está presente para escucharte y hablarte… para esto, lo más importante es que te animes a dejarlo entrar y que le hables desde el corazón.

Por eso te propongo que, para hacerlo, busques el lugar más tranquilo y cómodo que encuentres, en el que haya menos ruido, menos gente… el lugar más armonioso y calmo… en definitiva, buscá el lugar que te dé más PAZ.

Listo, ahora sólo queda ponerte cómodo, relajarte y respirar profundo. Si querés podés descansar la vista mirando al cielo o cerrando los ojos (¡ojo, no te duermas!). Olvidate de tu alrededor y acordate otra vez de vos. Imaginate que estás en un desierto de verdad… sólo... Sentí el viento soplar y abrazarte, la arena que te descansa, el sol que te regala la luz y te abriga del frío...

Te invito ahora a que te pongas en presencia de Dios haciendo la señal de la cruz -de esta manera nos hacemos conscientes de que Él está en este lugar y momento con nosotros, acompañándonos como Padre misericordioso, como Hijo salvador y como Espíritu Santo, que es el amor entre Dios y Jesús-. En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

Bien, empecemos a caminar este desierto. (Lee lento, pausado, saboreá las palabras, nadie te corre)

Lo primero es buscarse: buscate a vos -al verdadero vos-. No el que todos dicen o piensan que sos. Aunque muchas veces sea fácil confundir la imagen que damos a los demás con la persona que realmente vive, siente y crece dentro nuestro. Cuesta menos caer en el error de mirarse a uno mismo con la mirada colectiva de las personas que me rodean, que mirarse uno mismo con los ojos misericordiosos de Jesús, que lo hacen sin juzgar ni etiquetar, sino simplemente ven la realidad, ven a la persona que es hija de Dios y que tiene virtudes y defectos. Jesús te ve, te conoce y te ama.

“No se puede AMAR lo que no se CONOCE”.

No se si alguna vez escuchaste esta frase, pero creo que tiene mucho que ver con lo que venimos hablando. Así como Jesús nos conoce y nos ama por lo que somos, nosotros también tenemos que conocernos valorarnos y amarnos por lo que somos.


Vos… ¿Te conoces? ¿Sabes quién es esa persona a quien Dios ama tanto?

Me llamo………………………………………….. y mis amig@s me dicen………………...

Tengo…………….. años y cumplo el………………

Mis hobbies son……………………………………………………………………………………….

Lo que no me gusta hacer es ………………………...………………………………………….

Mi plato preferido es…………………………............……………………………………………

Cuando sea grande quiero ser……………………….…………………………………………..

Mi canción preferida es………….………………….. porque……..…………………………..

Para mí…………………………….....…………………………….. son ejemplos de persona

Tengo miedo a……………………………………….………………………………………………..

Lo que mejor me sale hacer es…………………………………………………………………..

En esta etapa de mi vida necesito………………………………………………………………

Me encanta el guaymallen de…………………………..................................................

Lo que cualquier persona debe saber de mí antes de conocerme es que…………

………………………………………………………...................................................................

Para que alguien me caiga bien tiene que ser………....…………………………………..

Cuando estoy enojad@ siempre………………………………………………………………..

Los lugares que me dan tranquilidad y me relajan son………………………............

..................................................................................................................................

La gente que me conoce sabe que soy una persona……………………………………..

..................................................................................................................................

Mis mejores amig@s son……………………………..…………………………………………..


Me imagino que durante toda tu vida siempre hubo alguien al lado tuyo acompañándote. Desde que eras bebé y te cuidaban, jugaban con vos, te enseñaban y te mostraban las cosas que estaban bien y las que estaban mal. Seguramente sean las personas que más viste y más estuvieron junto a vos, aunque tal vez en estos años de tu vida en los que te empezás a independizar más y más, los veas cada vez menos. Es tu familia la que nunca te va a dejar solo y te quiere, ¿sabes por qué?... ¡Adivinaste! Porque TE CONOCE desde hace mucho tiempo. Con ellos compartiste varios de los momentos más importantes de tu vida: cumpleaños, viajes, festejos y quizás momentos no tan lindos pero que pudiste sobrellevar porque ellos estaban ahí, con vos.

Mi familia está compuesta por…………………….....………………………………………..

Lo que la caracteriza es que………………………….…………………………………………

Creciendo con ella aprendí a……………………………………………………………………

Con el que mejor me llevo es con……………………porque……………………………..

Me gustaría llevarme mejor con………………………................................................

Casi siempre en casa el ambiente es………………….……………………………….......

porque………………………………………………………………………….............................

Ahora que ya pensaste en todas estas cosas que te caracterizan tanto, podés agradecerle a Dios por ser así: una persona única, irrepetible, con cosas buenas y que podrían ser mejores, pero hecha a imagen y semejanza de Él. ¿Qué loco, no? No hay nadie más en el mundo que sea como vos. No existe nadie que pueda ocupar tu lugar ni que pueda hacer las cosas que Dios tiene pensado para vos.

Hace un ratito nomás, en la representación, Jesús te invitó a que en este retiro dejes de correr… que te olvides de la rutina de la semana, del “hacer, hacer y hacer” y en estos cuatro días de Semana Santa puedas descansar en Él para también aprender a hacerlo durante toda tu vida. A veces nos parece que el año se pasa volando y es porque no disfrutamos de cada momento que se nos regala. Vivimos en una SOCIEDAD que cada vez se mueve más rápido y que nos impulsa a no frenar, a no asombrarse por lo bueno sino por lo nuevo y llamativo. Es en esta sociedad de hoy, la que nos rodea y nos incluye, NUESTRA SOCIEDAD, donde Dios te quiere feliz y te necesita como instrumento suyo para mostrarlo a los demás.

Estaría bueno preguntarnos si somos concientes de esto.

¿Te preocupás por la gente que vive al lado tuyo, tus vecinos, el del local de la esquina, por los chicos que piden comida en la calle?

..................................................................................................................................

¿Hacés cosas para mejorar el ambiente del lugar en el cual vivís? ¿Qué otras cosas podrías hacer?

..................................................................................................................................

¿Qué actitudes mías y de las personas que conozco no ayudan a formar una sociedad más unida y solidaria?

..................................................................................................................................

¿Buscás a veces el encuentro con las personas que son distintas a vos o siempre tenés una excusa para esquivarlos y esconderte?

..................................................................................................................................

¿Soy conciente de que Dios me necesita para hacer felices a los demás -no sólo mostrándolo a los que me rodean, en mi círculo más cercano, sino también yendo al encuentro de los pobres, los ancianos y los más necesitados-?

..................................................................................................................................

¿Qué lugar ocupo en esta sociedad y cuál es mi rol? ¿Qué espera la sociedad de mí?

..................................................................................................................................

Por último te invito a que vuelvas a leer todas las cosas que escribiste y que des gracias a Dios por cada una de ellas porque son parte de vos, de tu familia, tu sociedad… SON TU VIDA.

Te propongo que en estos días te dejes asombrar por lo simple, lo de todos los días: por el abrazo de un amigo y el de una persona que acabas de conocer; por las sonrisas que te contagian y te alegran el día; por el silencio, que te cuenta lo que en palabras no se puede decir.

Y para terminar te dejo unas palabras que espero guardes y te ayuden a ser la persona que vos querés ser, la mejor versión de vos mismo.

“Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras.

Cuida tus palabras porque se volverán actos.

Cuida tus actos porque se volverán costumbres.

Cuida tus costumbres porque forjaran tu carácter.

Cuida tu carácter porque formará tu destino

Y tu destino será tu VIDA”.